Ejemplaridad

cosa suya, que por su juventud están protegidos y que el enemigo silencioso no es para tanto. No creo que la mayoría de nuestros jóvenes sean unos irresponsables incapaces de sentir lo que está en juego y ni que no se den cuenta de que sus imprudencias les pueden convertir en vectores para contagiar a sus abuelos. Es mas, creo que como siempre pasa en estos casos la gran mayoría cumplen, sienten la responsabilidad del momento y se ven en la picota por lamentables actitudes que deben ser sancionadas sin contemplaciones y sin complejos. En la Universidad de Salamanca, mientras se lucha en la institución por dar seguridad a los centros y hacer viable un curso que a todas luces no es normal, algunos colectivos prefieren dejarse llevar por la transgresión que cree que les impone su edad y desafiar a las normas del momento. El resultado es la expulsión de 75 estudiantes que participaron en la irresponsable convocatoria de una barra libre tan imprudente como incomprensible. Se suma el hecho a la anterior expulsión de otros 36 estudiantes que de forma flagrante incumplieron las normas cívicas y sanitarias que dicto la Universidad. Estamos ante expulsiones que pueden ser provisionales, pero a veces tengo serias dudas si tienen efectos reales sobre las personas a las que afectan. Digo esto porque a estas alturas de nuestra vida, con la cantidad de medios y sistemas de comunicación que hay, con la profusión de activismo en las redes sociales, nadie puede justificar sus acciones argumentando el desconocimiento de las normas y de los riesgos sanitarios. Hay un claro desafío social, la transgresión de la norma y esto, que no sólo pasa en estos colectivos de jóvenes, es algo que ya está demasiado instalado y a veces institucionalizado en la vida política y social de nuestro país. Las normas están para cumplirlas y cuando el interés general está muy por encima, pero que muy por encima, de las justificaciones personales, la sanción por incumplimiento debe de ser ejemplar, sin complejos. Así se hizo con las leyes de tráfico y el resultado no ha sido malo. Mientras haya paños calientes, cierto buenismo social y tolerancia muy calculada, siempre habrá colectivos que jugarán audazmente a echar pulso a toda reglamentación, se trate de lo que se trate.