A tres años de la fallida independencia de Cataluña, un camino sinuoso de exilios, "sedición" y mandatos inconclusos

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“Asumimos el mandato del pueblo de Cataluña expresado en el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre y declaramos que Cataluña se convierte en un Estado independiente en forma de república”,

dijo el 27 de octubre de 2017 quien era presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, horas antes de que el gobierno nacional de España lo disolviera.

Aquel viernes de declaración unilateral de independencia hubo fuegos artificiales en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona y, fuera del Parlamento, unas 15 mil personas, según las contó la Guardia Urbana, siguieron a través de tres pantallas gigantes, como si fuera la final del Mundial, aquella sesión parlamentaria histórica.

El Parlamento proclamaba la República Catalana cuya declaración había durado 56 segundos cuando Carles Puigdemont, por entonces el 130º presidente catalán, unos días antes había declarado el triunfo del “sí” en el referéndum de autodeterminación ilegal que había organizado: “Como presidente de la Generalitat, asumo al presentarles los resultados del referéndum ante el Parlamento y nuestros ciudadanos, el mandato de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”.

Manifestante proindependentista participa en una protesta a favor de la república catalana, en octubre de 2018. Foto: dpa

Manifestante proindependentista participa en una protesta a favor de la república catalana, en octubre de 2018. Foto: dpa

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Hubo 34 segundos de aplausos y otros 22 hasta que Puigdemont propuso suspender lo que acababa de proclamar: “El gobierno y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el que no es posible llegar a una solución acordada”.

La noche

Pero el 27 de octubre el Parlamento finalmente votó, con papelitos anónimos en una urna transparente, la república. Y lejos de ver salir el sol, a los catalanes se les vino la noche.

Desde entonces pasaron tres años, dos presidentes que no llegaron a cumplir sus mandatos, un vicepresidente y otros ocho líderes soberanistas en el calabozo cumpliendo condena por sedición y un horizonte electoral, al que el movimiento independentista llega resquebrajado por dentro, con la vista puesta en febrero de 2021.

A pesar de todo esto, la solución acordada sigue sin llegar.

Miles de personas con banderas de la estelada durante una marcha bajo el lema "Objetivo independencia", en septiembre de 2019. Foto: Europa Press

Miles de personas con banderas de la estelada durante una marcha bajo el lema "Objetivo independencia", en septiembre de 2019. Foto: Europa Press

Puigdemont huyó de Cataluña y de España. Viste, desde aquel octubre de 2017, traje de “presidente en el exilio” desde Bélgica, donde esquivó varios intentos de extradición de la Justicia española y desde donde reagrupa fichas, como en el T.E.G., para las próximas elecciones catalanas.

Hace un mes, su sucesor, Quim Torra, fue inhabilitado -luego de dos años y pico de gobierno- por haberse negado a descolgar del balcón del Palacio de gobierno, durante la última campaña electoral para los comicios generales, una pancarta en apoyo a los políticos independentistas presos.

La Generalitat está gobernada, desde entonces, por su vice, Pere Aragonés, un presidente catalán sólo en funciones que deberá surfear la ola -y la pandemia- hasta las elecciones del 14 de febrero.

“La Generalitat hoy está debilitada por la disputa entre Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) -el partido que lidera desde la prisión el ex vicepresidente de Puigdemont, Oriol Junqueras- y Junts per Catalunya (JxCat) -la formación de Puigdemont-, más la propia interna dentro Junts, y no tiene capacidad para poner soluciones a la crisis sanitaria, social y económica que vivimos”, define la situación actual del independentismo catalán Marta Pascal, ex secretaria general del Partido Demócrata (PDeCAT). En mayo formó el Partido Nacionalista de Cataluña y será candidata en las elecciones de febrero.

El PDeCAT, una formación heredera de Convergència i Unió (CiU) -aquella federación que integró al nacionalismo de centro-derecha con los democristianos catalanes-, hoy se descascara. Puigdemont rompió su carnet de afiliado y está en disputa con el PDeCAT, en el que sigue militando el 129º presidente catalán Artur Mas -uno de los padres del partido-, por la patente de JxCat para presentarse como formación política en las elecciones.

La mesa de diálogo

Que en el Congreso Esquerra Republicana le haya arrimado sus diputados a Pedro Sánchez para que las cuentas le cerraran y el secretario general del PSOE se convirtiera en presidente de España le valió al soberanismo catalán la inauguración de una mesa de diálogo entre el gobierno nacional y Cataluña.

Sin embargo esa mesa, por ahora, no logró correr ni una pizca el límite impuesto por el gobierno de Sánchez: diálogo sí, pero dentro de la Constitución.

En lo que parece estar cediendo el gobierno de coalición PSOE-Podemos es en tramitar indultos para los independentistas presos quienes, desde que fueron encarcelados, entre octubre y noviembre de 2017, sostienen que quieren amnistía, no indultos.

Joaquim Torra, hoy ex presidente del gobierno de Cataluña. Foto: Cezaro De Luca

Joaquim Torra, hoy ex presidente del gobierno de Cataluña. Foto: Cezaro De Luca

A principios de octubre, los últimos tres presidente catalanes -Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra- se reunieron en la ciudad francesa de Perpignan para denunciar lo que ellos llaman la “represión del Estado español”.

Mas estuvo inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta febrero de este año por haber organizado una consulta popular sobre la autodeterminación catalana el 9 de noviembre de 2014. Carlos Puigdemont fue destituido como presidente autonómico luego de la declaración de independencia de octubre de 2017 y Quim Torra acaba de ser inhabilitado por desobedecer a la Junta Electoral.

“¿Es normal que tres presidentes hayan sido represaliados por ejercer acciones no violentas y expresar ideas en la Europa del siglo XXI?”, se preguntó Mas en Perpignan.

Entrevista con Artur Mas

A fines de febrero de este año, mientras la pandemia comenzaba a circular, aún silenciosa, casi imperceptible, por el torrente sanguíneo de España, Artur Mas presentó su libro Cap fred, cor calent (Cabeza fría, corazón caliente) en La Pedrera de Gaudí, sobre el Passeig de Gràcia de Barcelona.

“Es mi testimonio personal de una época excepcional de Cataluña. Es un libro honesto donde no me ahorro la constatación de errores y pretendo que sea útil para que la gente entienda el porqué de las decisiones que se han tomado en este país en los últimos años”, dijo en la entrevista que por entonces concedió a Clarín.

El ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas. Foto: Cezaro de Luca

El ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas. Foto: Cezaro de Luca

-Se dice que usted es “el padre del procés independentista”. ¿Lo siente así?

-Es una definición que no me gusta y, además, no es real. Yo no soy el padre de este proceso independentista. Fui el impulsor inicial, y esto es distinto. Había mucha gente que lo reclamaba y yo me puse al frente. Es muy importante entender que el proceso soberanista catalán no nace de la idea de unos pocos dirigentes. Nace de la voluntad común de mucha gente.

-En una charla que mantuvimos en 2017 usted dijo que al independentismo le faltaban mayorías más consolidadas. ¿Sigue igual?

-Creo que estamos en una situación de empate entre el mundo independentista catalán y el Estado español. Con toda su fuerza y su capacidad represiva, el Estado español no ha conseguido anular las mayorías independentistas en el Parlamento catalán. Pero también es verdad que el independentismo no ha conseguido todavía su objetivo de convertir a Cataluña en un Estado independiente.

“El Estado español tiene que renunciar a algo y el soberanismo catalán también”

"El Estado español tiene que renunciar a algo y el soberanismo catalán también"

Artur Mas

Ex presidente catalán

-Señaló entonces que era importante que el soberanismo ganara las elecciones de diciembre de aquel año. Lo hizo, logró la mayoría parlamentaria y formó gobierno. Sin embargo se profundizaron las diferencias y las fracturas dentro del independentismo...

-Ha sido exactamente así y lo lamento porque esto no es el mejor síntoma para hacer frente a los objetivos que tenemos por delante. Cuando un país quiere ser independiente, la primera condición es que los que quieren esa independencia vayan unidos. Ahí tenemos un déficit que hay que saber superar.

-¿Quién manda hoy en el independentismo?

-No hay un mando único. Esta es la realidad. Hay un mando compartido. Entre dos grandes partidos, entre JxCat y ERC. De hecho gobernamos juntos en Cataluña. Lo que pasa es que no siempre vamos todo lo unidos que requeriría este objetivo tan complicado de la independencia.

-La Unión Europea no da apoyo contundente a la causa catalana.

-Esto es evidente. No olvide que la Unión Europea es una unión de estados y los estados defienden intereses más que principios, y en los intereses de los estados europeos, el tema catalán no deja de ser una incomodidad.

“Veo a Pedro Sánchez como un pragmático interesado en el poder”

"Veo a Pedro Sánchez como un pragmático interesado en el poder"

Arturs Mas

Ex presidente catalán

-¿Por qué?

-Primero, porque significa enfrentarse a España, y esto no les interesa. Y segundo, porque algunos países europeos tienen una realidad un poco similar a la catalana, con lo cual tampoco les interesa. Si el proceso independentista sigue progresando en Cataluña y las mayorías son cada vez más sólidas, creo que la Unión Europea, en el futuro, no apoyará abiertamente este proceso pero entenderá que habrá que encontrar una solución democrática para que la aspiración mayoritaria del pueblo catalán pueda hacerse realidad.

-La mesa de diálogo entre el gobierno y Cataluña es una buena intención aunque se trata de una conversación desigual. Son dos gobiernos pero uno es nacional y está por encima del otro, que es regional. ¿Qué futuro le ve?

-Celebro que exista esa mesa de diálogo. Lo celebro porque es la primera ocasión en ocho años que podemos hablar civilizadamente del conflicto catalán. ¿Qué espero de esa mesa? En el mejor de los casos, espero que sirva para cambiar el clima, para llegar al final de la represión judicial y de la persecución, poner el contador a cero y, por lo tanto, espero una amnistía, y espero también que el Estado español ponga una propuesta encima de la mesa que se pueda poner al lado de lo que nosotros defendemos que es la independencia de Cataluña.

-¿Cuál le parece que podría ser esa propuesta?

-Cuando el Estado español haya puesto su propuesta encima de la mesa para resolver ese conflicto, que se organice un referéndum en el que los catalanes puedan optar por una de esas dos opciones: o la mejora del autogobierno, que sería probablemente la propuesta española, o la independencia de Cataluña. que es lo que el Parlamento catalán mayoritariamente propone. Y también voy a ir un poco más allá. Para no alterar el marco legal español, lo que propongo es que si gana la propuesta española, esto tenga implementación inmediata y valor jurídico, y si gana la independencia, que tenga valor político pero no jurídico y que sea un mandato para que el Estado español adecue sus marcos legales a la voluntad mayoritaria del pueblo catalán. Por lo tanto defiendo legalidad, que es lo que dicen que no hacemos, y la democracia.

-¿Lo ve a Pedro Sánchez capacitado para este desafío?

-A fuerza de ser sincero, no lo veo pero hay que intentarlo. Veo a Pedro Sánchez como un pragmático interesado en el poder. Ahora, si hay una mesa de diálogo, tenemos que aprovecharla. La mesa de diálogo tiene sentido para tratar de resolver el conflicto y ese conflicto sólo se puede resolver bien a través del diálogo y del acuerdo. En mi reflexión personal, propongo un camino que es sustituir las líneas rojas de cada uno, que son muy inamovibles, por líneas verdes que nos permitan llegar a algún tipo de acuerdo.

-¿Cómo se pasa de una línea roja a una verde?

-Para pasar del rojo al verde hay que renunciar a algo. El Estado español tiene que renunciar a algo y el soberanismo catalán también.

-¿A qué tendría que renunciar el soberanismo catalán?

-El soberanismo catalán tiene que renunciar a que si se vota a favor de la independencia y se gana, la independencia sea automática, alterando inmediatamente los marcos legales del Estado español. Tenemos que entender que si gana la independencia es un mandato político para que el Estado español pueda modificar su marco legal.

-¿Y cuál debería ser la renuncia del Estado español?

-Una cosa muy importante: tiene que entender que si el Parlamento catalán tiene mayoría a favor de la independencia, cuando haya un referéndum para resolver el conflicto catalán, la independencia tiene que estar sobre la mesa.

“Podemos es el único partido en España que defiende que el referéndum es una solución y no un problema”

"Podemos es el único partido en España que defiende que el referéndum es una solución y no un problema"

Artur Mas

Ex presidente de Cataluña

-¿Celebró la llegada al gobierno de Podemos? ¿Su presencia favorece a la causa catalana?

-Lo celebré por dos razones. Primero, porque Podemos es el único partido en España que defiende que el referéndum es una solución y no un problema. Esto no nos resuelve el problema, pero nos ayuda porque quiere decir que hay alguien más allá del río Ebro que políticamente defiende que Cataluña tiene derecho a celebrar su referéndum de autodeterminación. Lo celebré por otra razón también. Porque un partido como Podemos, que teóricamente está tan a la izquierda en muchos sentidos, en el momento en el que forma parte del gobierno, tendrá que hacer un baño de realidad y muchos de los discursos que son tan fáciles desde fuera verá que desde dentro son mucho más difíciles de sostener.

-¿Cuánto le parece que pesa lo que dice Podemos en ese matrimonio por conveniencia que es el gobierno de coalición con el PSOE?

-Es un peso relativo porque Podemos tiene una gran limitación: así como el PSOE algún día puede flirtear con el PP o con Ciudadanos, y Pedro Sánchez lo ha intentado, Podemos no puede. El único socio posible de Podemos es el PSOE. Eso limita mucho su capacidad de presión.

-¿Cataluña está más cerca de lograr su independencia?

-No lo sabemos a ciencia cierta pero estamos en el camino. No nos hemos apartado. Seguimos teniendo ese objetivo y somos muchos los que lo queremos. Y además hemos demostrado, en estos últimos años, que sabemos aguantar incluso la represión dura del Estado español. ¿Tenemos los ingredientes para lograr nuestro objetivo? La respuesta es sí. ¿Tenemos la habilidad y la inteligencia para conseguirlo? Pues espero que sí.

Madrid. Corresponsal

ap