Violencia en Brasil: "Las milicias parapoliciales de Rio de Janeiro son una herencia de la dictadura"

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El fenómeno de las milicias en Brasil, hoy uno de los mayores desafíos de la seguridad pública, principalmente en Rio de Janeiro, adquiere gravedad a

partir de la transición de la dictadura a la democracia. La transición fue pactada con el régimen dictatorial, que lideró el país durante 21 años, entre 1964 y 1985.

A la hora de redactar la primera Constitución de la democracia, que es de 1988, la estructura y el sistema organizacional de las policías fueron mantenidas, lo que se refleja hoy, dice el ex secretario nacional de Seguridad Pública, Luiz Eduardo Soares.

“La seguridad publica en Brasil se mantiene totalmente apartada (refractaria) de la Constitución y del poder civil durante el periodo democrático”, dice Soares, desde Rio de Janeiro. Para él, Brasil vive la “increíble dualidad en la historia democrática reciente” en que la democracia ha avanzado, con las manifestaciones populares y todos los hechos que muestran su vitalidad, pero mantiene ese “enclave dictatorial”.

Antropólogo, politólogo y profesor invitado de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) y de la Universidad de Harvard, Soares es también escritor y su libro “Tropa de élite” ha sido la base para la película de mismo nombre. En el film, internacionalmente exitoso, que es de 2007, se cuenta la historia del capitán Nascimento, decidido a matar en nombre de un supuesto “bien por encima de la ley”. Cuando ‘Tropa de élite’ se exhibió en Brasil fue aplaudida, principalmente, por los que veían a Nascimento como a un héroe del bien contra el mal.

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Por sus conocimientos profundos sobre la sociedad brasileña y la policía en particular, Soares defiende la reforma del sistema de seguridad de Brasil, a partir del poder civil. Cree que en el fondo, como ha dicho en una entrevista a La Vanguardia, de España, en noviembre de 2018, el brasileño tiene “la mentalidad de una sociedad autoritaria; la idea binaria del bien y el mal y que el mal es fácil de identificar y debe ser eliminado de raíz”.

El año pasado, presentó su libro ‘Desmilitarizar, Derechos Humanos y Seguridad Pública’ (“Desmilitarizar, Direitos Humanos e Segurança Pública”), y atribuye a él las amenazas recientes que ha recibido, como contó en un artículo publicado en la revista Piauí en septiembre. Este año presentó el libro ‘Dentro da Noite Feroz, o fascismos no Brasil’, en que aborda al bolsonarismo, al asesinato de la legisladora Marielle Franco, el fundamentalismo religioso y las milicias.

Luiz Eduardo Soares, autor de "Desmilitarizar, Derechos Humanos y Seguridad Pública", entre otros libros.

Luiz Eduardo Soares, autor de "Desmilitarizar, Derechos Humanos y Seguridad Pública", entre otros libros.

En la entrevista a Clarín, Soares explica que el legado de esclavitud, sumado a la estructura y organización intocables de las fuerzas policiales en democracia, se reflejan en las acciones de la policía en las favelas cariocas y en el dominio de las milicias en los barrios populares de la capital, en el especial en la Baixada Fluminense (complejo de municipios con enormes desafíos sociales) y, cada vez más, en otros regiones del estado de Rio de Janeiro.

Brasil tiene un legado de la esclavitud que también se mezcla con el desafío de la seguridad pública en el día de hoy, como observa Soares. De hecho, Brasil fue en 1888 el último país de Occidente que abolió la esclavitud y, como ha dicho la historiadora Lilia Moritz Schwarcz, sigue habiendo un “racismo estructural en el país”.

Se juntan al menos tres fenómenos en la seguridad pública brasileña. La historia, el poderío y las ramificaciones de las milicias, el narcotráfico y el hecho de que los jóvenes negros y pobres siguen siendo las mayores víctimas de la acción policial. “Hay un genocidio de jóvenes negros, pobres. Y siguen ocurriendo muchas muertes provocadas por las acciones policiales, no importa el signo del gobierno”, dijo. Soares agregó que el año pasado, en Rio de Janeiro, ocurrieron 1814 muertes provocadas por operaciones policiales. Ese total representó 40% de los homicidios en la ciudad de Rio y a 30% de los asesinatos en el estado de Rio. “Los números son altísimos en todo Brasil. Pero no siempre los estados informan los datos. Y el Ministerio Público no actúa y la Justicia se lava las manos”.

Pero, ¿Cómo entran las milicias en el contexto brasileño? Soares cuenta que los grupos ilegales de policías, llamados de ‘Scuderie detetive Le Cocq’, empiezan a actuar en Brasil a fines de los años 50 y inicio de los 60, que pasan a venderse como sicarios respondiendo a los intereses políticos y económicos de algunas áreas pobres. En aquella época, hasta 1960, Rio era la capital de Brasil, hasta que fue transferida a Brasilia.

Los escuadrones

Después de la ‘Scuderie detetive Le Cocq’, recordó, han surgido los escuadrones de la muerte, que se hicieron conocidos en los años 70, actuando principalmente en la Baixada Fluminense. Los escuadrones de la muerte eran paramilitares, grupos de exterminio, temidos en los barrios populares, pero también actuaron en el sistema político brasileño. Y se mantuvieron hasta los 80.

“Esa historia nos lleva a las cárceles de la dictadura, cuando policías fueron entrenados para torturar. La relación de ellos con la dictadura era muy cercana y tenían vía libre para actuar también fuera de las cárceles del régimen. Cuando la dictadura se cae y los ‘poroes’ son desactivados, ellos siguen como policías y vuelven a circular. Algunos se unen al ‘jogo do bicho’ (juego ilegal que durante años organizó los desfiles de carnaval de Rio) y se hacen famosos, como el Capitão Guimarães, que en este caso era del Ejercito”, dice Soares. Guimarães tiene una serie de denuncias del periodo de la dictadura, ha sido presidente de la Liga das escolas de samba de Rio.

Para Soares, figuras de los grupos de exterminio y de la dictadura siguen siendo “intocables”. Además, dijo, están vinculados al crimen organizado y a lo que pasa en el interior de las policías. “Con la redemocratización, mientras las Fuerzas Armadas, por necesidad y prudencia, se resguardan en su esfera, las instituciones policiales, también por necesidad, se mantuvieron en el frente, expuestas al escrutinio público. Más que eso, asumieron creciente protagonismo, en la medida en que el desafío de la seguridad pública crecía y se hacía aun más complejo”. Con sueldos bajos, sin entrenamiento que los califique y los valore, los policías trabajan como seguridad para complementar sus ingresos. Algo, entiende Soares, que también les permite abrir la ventana para actuar como milicias.

Un operativo policial en Rio de Janeiro contra bandas organizadas. Foto EFE

Un operativo policial en Rio de Janeiro contra bandas organizadas. Foto EFE

Pero, ¿Por qué hoy en día las milicias ocupan mayor territorio que el narcotráfico en Rio, según informe de varias instituciones brasileñas, incluyendo universidades y áreas especializadas?

"Las milicias están más preparadas que el narcotráfico, por su pasado y presente policial. Basadas en la extorsión de pequeños y medianos empresarios, en la cobranza por servicios privados o públicos, las milicias, formadas por ex policías, pasaron a ocupar terrenos y hasta departamentos de barrios populares. Y pasaron también a cooptar grupos de narcotraficantes".

“Las milicias fueron, progresivamente, tornándose más importantes y más graves que el narcotráfico para la seguridad pública. Ellas incorporaron acciones del narcotráfico y la ampliaron por su osadía política. Los policías son de mayor edad que los narcotraficantes y, en lugar de hacer campaña para otros, se lanzaron ellos mismos a la política”.

En la Baixada Fluminense, al menos dos candidatos en las próximas elecciones municipales de noviembre han sido asesinados. Las milicias ya han generado una Comisión Parlamentaria de Investigación en Rio, pero sus tentáculos –o metástasis, como dijo Soares– son amplios. El ex secretario nacional de Seguridad enfatiza que no todos los policías son corruptos o involucrados con las milicias. Pero, a los más honestos se les hace difícil denunciar a los colegas “conociendo el hecho que los milicianos no tienen limites”.

PB