El diagnóstico de Boca: impotencia

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“Que tensión que hay en el ambiente/ cuando empieza la función/ si las papas están calientes/ ¿por qué tengo que ser yo/ el del primer mordiscón?”, cantaba David Lebón en una

vieja canción compuesta con Charly García para Serú Girán. La función empezó el jueves, entre Boca y Palmeiras, con toda la tensión de una semifinal, pero sin mordiscón: la impotencia de Boca para hacer goles ya es más que preocupante, y pasa a ser directamente bizarra. Hay algo del orden de la deformidad, del producto mal terminado, de la tara que hace que ya no sea solo asunto de mala suerte, falta de definición o déficit en el último toque, todos eufemismos para decir que, al menos hasta aquí, lo que tiene Boca en relación al gol es impotencia.

Cavani, como todo gran 9, apunta siempre, con el pie o de cabeza, al último metro. Como crack, el arco para él mide apenas dos metros, entonces si la pelota entra, va a entrar siempre cerca del palo. Y cerca del palo van sus cabezazos y tiros, solo que del lado de afuera… ¿será una mala racha o el principio del ocaso de un gran jugador? No obstante, la distancia en jerarquía con Merentiel o incluso con este Benedetto es tal, que su titularidad no tiene discusión.

Barco, como de costumbre, de lo mejor en Boca, tuvo una pelota picando mansita a metros del punto de penal… dos metros arriba del travesaño. Menentiel apuntó al segundo palo, besando el poste, afuera. Y así, así, así. Párrafo aparte para Medina, que volvió a jugar mal, intrascendente, como viene sucediendo en los últimos partidos. Cuando pasa tres cuartos Medina comienza a nublarse, como si una neblina espesa se apoderara de él. Y el área se le vuelve directamente tierra incógnita. Es que no es solo un tema de los delanteros, los volantes tampoco llegan al gol. El goleador de Boca en esta Libertadores hasta ahora es, chan chan…. ¡Advíncula, con 3 goles! (y el segundo es Weigandt, con 2).

De los últimos cinco partidos mano a mano de Boca, cuatro terminaron cero a cero. En el primero contra Racing y mucho más en este contra Palmeiras, Boca mereció ganar, por lejos. ¿Se estará convirtiendo Boca en campeón moral? ¿Le espera una derrota digna? (categoría espantosa si las hay). Por ahora no, porque viene ganando. Por penales. ¿Y si empatan también en San Pablo –incluso otra vez cero a cero– y pasa Boca por penales? No hay por qué descartarlo. Por supuesto (¡el vaso medio lleno!) se dirá que tampoco recibe goles (solo dos en los últimos 5 partidos de la Libertadores). Pero con eso no alcanza. O sí, tal vez: de nuevo si van a los penales. Mientras tanto, allá los espera Palmeiras en su campo de pasto sintético. Esta es la quinta semifinal consecutiva a la que llega, y de las cuatro anteriores ganó dos Copas. Tal vez esta quinta vez tenga menos que los otros años, pero sigue siendo un equipo de un pragmatismo impecable, feo de ver, pero duro de jugarle y que sabe aprovechar, a diferencia de Boca, sus oportunidades. Pero quién sabe, tal vez el Boca bizarro dé el batacazo y pegue el mordiscón.

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