"Cuando el perito examina a un niño presunta víctima, realiza una entrevista con una actitud neutral, donde las preguntas formuladas deben ser abiertas para no inducir las respuestas porque el niño
es sugestionable. El menor víctima suele verse abrumado por un sentimiento de irrealidad con efecto disociativo. Si nos precipitamos en esta brecha y le sugerimos, mediante la duda o la intimidación, que está mintiendo o inventando, el niño se retracta porque desea, sobre todo, haber hecho algo malo, antes que creer que quienes debían protegerlo lo agredieron. La memoria del niño, al igual que su cerebro, se encuentra en fase de construcción. El recuerdo de los hechos puede evolucionar y siempre se metaboliza en dirección a la minimización".