Fútbol SA en un Estado ausente

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Arrecia la campaña por la privatización del fútbol, bajo la alusión a las “sociedades anónimas deportivas”. Cuando se trata de negocios –de los suyos, sus testaferros, sus amigos y aliados–, Mauricio

Macri no se rinde nunca. Milei acompaña en la misma dirección, y por supuesto, y sobre todo, también opera toda la potencia del aparato mediático macrista, tanto en los medios deportivos como en los generalistas. Las redes también son un lugar de la misma campaña. A los clubes, como Talleres, que apoyan la iniciativa (o que ya forman parte de ella de modo solapado), se le suma la ambivalencia (o no tanto) del Estudiantes de Verón, y de al menos un par de equipos más que, en voz baja, aducen no saber cuánto tiempo más podrán resistir.

El asunto reside en saber qué se hace del otro lado. Muchos de los que defendemos las sociedades civiles sin fines de lucro (probablemente la mayoría de los hinchas) al mismo tiempo tomamos distancia de las formas en que se conducen los clubes e incluso la AFA en la actualidad. Clubes con altísimos niveles de corrupción, con baja profesionalidad, carentes de proyectos a mediano y largo plazo, posicionados únicamente como vendedores de commodities (léase jugadores de fútbol) al extranjero lo antes posible, sin la mínima mirada integral sobre el espectáculo (mantenimiento de los estadios, campos de juego, iluminación, confort mínimo, etc.) que es finalmente lo que vemos fecha a fecha. Así, se hace cada vez más difícil defenderlos, más aún frente a una campaña tan brutal. Todo tiene una lejana (o cercana) reminiscencia a lo que pasó en las elecciones generales. De un lado, un discurso que, claro, nos aparecía como cercano y amigable: el del Estado presente. Pero ese supuesto Estado presente terminó, en los hechos, como un Estado muy ausente: el día antes de que ganara Milei la pobreza del Estado presente era del 40% y del 50% entre los más jóvenes, la inflación de más del 200% anual, los salarios muy a la baja contra la inflación, la deuda externa atroz que dejó Macri (y que aún condiciona la economía y nuestra vida cotidiana y que tuvo mucho que ver con el triunfo de Milei) muy mal negociada, una sensación de falta de futuro, un internismo escalofriante, etc., etc. y etcétera. El discurso del Estado presente dejó muy poco de donde agarrarse frente al ascenso del fascismo neoliberal, hoy en el poder.

Otro tanto, entonces, podríamos decir del estado del fútbol argentino. Quienes no nos comemos el verso de que con la privatización, clubes como Platense se van a convertir en el Manchester City, sino en grandes blanqueadores de dineros oscuros (como son todos esos clubes europeos manejados por “magnates”, “jeques” y otros eufemismos) debemos, al mismo tiempo, tener una mirada crítica frente al funcionamiento de la AFA y de la mayoría de los clubes y sus dirigencias. De lo contrario, puede pasar muy pronto en el fútbol lo mismo que a nivel nacional.

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