El pase sanitario entró en vigor en Francia este lunes, por lo que los ciudadanos se ven obligados a adaptarse a una nueva normalidad -al menos hasta el próximo
15 de noviembre- y deberán presentar un documento que acredite su vacunación o una prueba negativa del coronavirus para entrar en bares y cafés, entre otros.
En la mañana del lunes, algunos ciudadanos hacían cola ante la puerta de una farmacia en el norte de París, que preparaba a primera hora el acceso a las pruebas de antígenos, cubiertas de momento por la seguridad social.
"El sábado fue un día muy tranquilo, pero hoy parece que habrá más gente para el diagnóstico", comentó a la agencia de noticias EFE el gestor de esta farmacia, en el barrio de Montmartre.
Las pruebas de diagnóstico, que deben datar de las 72 horas anteriores, valdrán también como certificado para poder acceder desde hoy a cafés, bares, restaurantes pero también trenes, aviones y otros transportes de larga distancia. También para hospitales, residencias de ancianos y otros lugares que acogen público.
Esto se debe a la promulgación el pasado viernes de la nueva ley sanitaria del Gobierno francés, que busca incentivar la vacunación, estancada desde finales de junio por la pasividad u oposición de una parte de la población.
"El objetivo del pase sanitario en el transporte es incitar a la vacunación y preservar la libertad", defendió este lunes el ministro delegado de Transportes, Jean-BaptisteDjebbari, que confiaba en que la gente se adhiera a la norma.
En algunos bares, los camareros se quejaban de tener que actuar como policías, pero se resignaban. "No tenemos alternativa", coincidían.
Hubo protestas en Francia contra el pasaporte sanitario. Foto Sebastien Salom-Gomis/AFP
En la entrada, antes de tomar asiento, el personal se acerca a los clientes que deben presentar un código QR que muestre una pauta de vacunación completa, un documento médico que acredite haber pasado la enfermedad en los seis meses anteriores o una prueba negativa de las 72 horas anteriores.
En teatros, cines, museos y otras salas de cultura y deporte, el pase era ya obligatorio desde el 21 de julio.
El pasado sábado, más de 230.000 opositores al pase, según cifras del Ministerio del Interior, salieron a las calles del país para protestar contra la medida, que califican de liberticida y acusan al Gobierno de imponer prácticas dictatoriales.
El texto fue aprobado en las cámaras parlamentarias y después pasó por el filtro del Consejo Constitucional, que vela por el respeto de la legislación a la Carta Magna.
Actualmente 44,7 millones de personas han recibido en Francia al menos una dosis de la vacuna desde el inicio de la campaña a finales de diciembre, el 66,4% de la población total, y 37,2 millones tienen ya la pauta completa, el 55,2%.
Con información de EFE
DB
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