Donald Trump no es el primer expresidente en enfrentar problemas legales

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Donald Trump ha hecho historia muchas veces.

El primer presidente sin experiencia de gobierno ni militar. El primero en ser sometido a juicio político dos veces. El primero en cuestionar

Donald Trump ha hecho historia muchas veces.

El primer presidente sin experiencia de gobierno ni militar. El primero en ser sometido a juicio político dos veces. El primero en cuestionar

agresivamente el triunfo de su sucesor.

Ahora agrega otra originalidad: aun cuando espera regresar a la Casa Blanca en 2025, es el primer expresidente en ser acusado.

La última línea que ha cruzado Trump vuelve a poner en duda el aura de la presidencia estadounidense, basada en la infalibilidad de George Washington pero humanizada una y otra vez mediante escándalos nacidos de la codicia y el abuso de poder, la corrupción y la ingenuidad, el sexo y las mentiras sobre el sexo.

Trump no es el primer presidente, dentro o fuera del cargo, que enfrenta problemas legales.

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En 1974, Richard Nixon bien pudo haber evitado los cargos penales por obstrucción de la justicia o soborno relacionados con el escándalo de Watergate sólo porque el presidente Gerald Ford lo indultó pocas semanas después de que Nixon renunciara a la presidencia.

El presidente Richard Nixon en 1971. Foto: AP
El presidente Richard Nixon en 1971. Foto: AP

La licencia de abogado de Bill Clinton en su Arkansas natal fue suspendida durante cinco años después de que llegara a un acuerdo con los fiscales en 2001, al final de su segundo mandato, por acusaciones de que mintió bajo juramento sobre su aventura con la pasante de la Casa Blanca Monica Lewinsky.

Algunos historiadores se preguntan sobre el destino del presidente Warren Harding si no hubiera muerto en el cargo en 1923.

Numerosos funcionarios de su entorno habrían estado implicados en varios delitos, incluido el secretario del Interior, Albert B. Fall, cuyas transacciones corruptas con tierras se conocieron como el "escándalo del Teapot Dome".

“Los muros se estaban cerrando sobre él”, dijo el historiador presidencial Douglas Brinkley sobre Harding.

Según los informes, la acusación de Trump en Nueva York está relacionada con la forma en que se tergiversaron los registros comerciales en relación con el pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels en 2016.

El pago fue poco antes de que Trump derrotara a la demócrata Hillary Clinton en las elecciones presidenciales, para evitar que Daniels hiciera público un encuentro sexual que, según ella, había tenido con él años antes. Trump niega haber tenido sexo con la actriz.

Trump también está siendo investigado por supuestamente intentar cambiar los resultados de la votación de 2020 en Georgia, estado que perdió por poco ante el demócrata Joe Biden, y por su papel en los disturbios en el Capitolio de EE. UU. el 6 de enero de 2021, cuando los partidarios de Trump intentaron impedir que el Congreso confirmara a Biden como presidente. Trump ha negado haber hecho algo indebido y calificó la investigación de Nueva York como “una caza de brujas”.

Mientras estuvo en el cargo, Trump adoptó la postura de la opinión legal del Departamento de Justicia de que un presidente no podía ser procesado. Sin embargo, una vez que un presidente deja el cargo, esa protección desaparece.

La vida de los ex presidentes


La mayoría de los expresidentes del último medio siglo han llevado una vida pública relativamente tranquila: crear fundaciones, pronunciar discursos lucrativos o, en el caso de Jimmy Carter, realizar abundantes obras de caridad.

La desgracia de Nixon lo marcó durante años, aunque eventualmente resurgió para hablar sobre asuntos mundiales y aconsejar a los aspirantes a políticos y posibles presidentes, incluido Trump.

La causa inmediata de la renuncia de Nixon fue el descubrimiento de la "pistola humeante": grabaciones de la Oficina Oval iniciadas por el propio Nixon que revelaron que había ordenado encubrir el allanamiento de 1972 de la sede del Comité Nacional Demócrata en el complejo Watergate de Washington.

Para 1974, el escándalo se había extendido mucho más allá del delito inicial. Muchos de los principales asistentes de Nixon habían renunciado y finalmente fueron encarcelados. El propio Nixon era un posible blanco del fiscal especial de Watergate.

“Había partidarios en el Congreso y entre el personal del fiscal especial a quienes les hubiera gustado ver a Nixon acusado después de la renuncia, o al menos creían que el indulto era prematuro”, dijo John A. Farrell, autor de “Richard Nixon: The Life”, una biografía ganadora de un premio publicada en 2017.

“Pero el fiscal especial, Leon Jaworski, siempre había optado por tratar con Nixon mediante el proceso constitucional de juicio político”.

Farrell señala que el indulto de Ford se produjo tan poco tiempo después de la renuncia de Nixon que la oficina de Jaworski no tuvo tiempo de analizar a fondo los cargos.

El propio Ford diría que una “acusación, un juicio, una condena y cualquier otra cosa que sucediera” habría distraído al país de problemas más inmediatos.

“Se puede decir esto: el propio Nixon estaba muy preocupado por la posibilidad (de ser procesado), hasta el punto de que se viera afectada su salud”, dijo Farrell, refiriéndose a las batallas de Nixon con la flebitis, una inflamación de las venas de la pierna.

“Reflexionó en voz alta sobre cómo algunos de los mejores escritos políticos de la historia se habían elaborado en celdas de la cárcel. Su familia, muy preocupada, se acercó a la Casa Blanca y alertó a los colaboradores de Ford sobre el deterioro del estado de salud del expresidente”.

Las administraciones de Nixon y Harding fueron dos de varias definidas por el escándalo, sin que el presidente fuera acusado.

Ulysses Grant, el general de la Unión y héroe de la Guerra Civil, era ingenuo respecto de quienes lo rodeaban. Numerosos miembros de su administración presidencial estuvieron involucrados en delitos financieros, desde extorsión hasta manipulación del mercado.

Grant mismo fue acusado por una falta más trivial. En 1872, durante su primer mandato, fue detenido dos veces por ir demasiado rápido en su carruaje.

“La segunda vez Grant tuvo que pagar una multa de 20 dólares, pero nunca pasó una noche en la cárcel”, dice el historiador Ron Chernow, cuya biografía de Grant se publicó en 2017.

La tragedia quizá haya salvado a un futuro presidente.

En el otoño de 1963, el vicepresidente Lyndon Johnson estaba en desgracia en la administración Kennedy y en posible peligro legal porque su principal asesor, Bobby Baker, estaba bajo investigación por maniobras financieras y tráfico de influencias. Johnson, con su propio historial de finanzas cuestionables, negaba cualquier vínculo cercano con un hombre al que alguna vez dijo amar como a un hijo.

En la mañana del 22 de noviembre de 1963, la revista Life planeaba una investigación y las audiencias en el Congreso apenas comenzaban. Pero en cuestión de horas, Kennedy fue asesinado, Johnson juró como su sucesor y el interés en los asuntos de Baker básicamente había terminado.

Associated Press​

Traducción: Elisa Carnelli

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