“Mis abuelos comían una entrada, un plato principal, queso y postre en cada comida, dos veces al día, los siete días de la semana, todas las semanas del año. Siempre bebían
vino tinto”, dijo. “Mis hijos se pasan el día mordisqueando. Beben vino como aperitivo, cuando la gente suele preferir el blanco al tinto”.