En ese sentido, el cese el fuego es un respiro para el devastado enclave, sumido en la peor catástrofe humanitaria de su historia, donde ya suman más de 14.500 muertos -más
del 70 por ciento mayoría niños y mujeres-, y más de 6.800 están desaparecidos bajo los escombros o sus cadáveres tirados en calles y carreteras, por lo que la cifra de víctimas mortales podría ser mayor, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.