El Papa confirmó a su biógrafo Austen Ibereigh, que había decidido castigar a uno de sus peores enemigos conservadores en la Iglesia, el cardenal norteamericano Raymond Burke, 75 años, quitándole el
sueldo y la concesión gratuita de un lujoso departamento de 417 metros cuadrados en el Vaticano, unas medidas insólitas y en el fondo inútiles que revelan el nivel del choque entre los tradicionalistas y el pontífice.