El silencio entre Javier Milei y Mauricio Macri y la orden de Cristina a Máximo

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Las maldiciones juveniles K apuntaron a la actitud de los armadores de Kicillof, (como "Carli" Bianco) de poner al gobernador bonaerense como referente nacional ineludible del peronismo. "Le cuesta el liderazgo,

no armó una comida posterior ni nada de esas tertulias tan habituales del peronismo. No la siente”, dijo mientras se marchaba de la reunión peronista un dirigente que escucha a Cristina. Ese mismo exfuncionario supo de una discusión entre CFK y Kicillof respecto de Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda que cobija a Amado Boudou en su distrito y que pasó de manejar el Instituto Patria a apuntalar la idea de secesión interna. El duro alcalde avellanedense es señalado por hacer un acto en los pagos de Mayra Mendoza (la mimada de Cristina), de sacarse una foto con Néstor Grindetti (en un desaire al intendente actual de Lanús, Julián Álvarez) y las miradas van hacia su gente. Como la responsable del poderoso CEAMSE, Mónica Cappellini, celosamente seguida de cerca por el todoterreno Claudio "Chiqui" Tapia: el titular de la AFA sigue siendo (de modo invisible) vicepresidente de la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado, y en línea con Cristina y Massa. “Ocupate de este tipo”, le pidió Cristina a Kicillof, quien respondió: “Pero si era de ustedes, yo no soy el jefe de él”. Mientras los intendentes peronistas con distritos de mucha población señalan (en voz baja) que el gobernador cometió el error de pelearse con el Gobierno demasiado temprano, con la pérdida de chances de negociar obras o partidas para sus municipios-, en el cristinismo circuló la especie de que Kicillof puede tener el destino de ser Larreta: esto es, tener una administración que le dé recursos y "fierros" para una candidatura presidencial, pero que termine quedándose manco en el camino. Todos unidos...