El fútbol no es para vivos, es para inteligentes

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¿Puede existir una serie de acontecimientos, o mejor dicho, errores puntuales? Es casi una pregunta no solo de fútbol, sino de otras disciplinas, tal vez científicas. A saber: una serie es

una especie de conjunto, una constelación formada por hechos relacionados unos a los otros, hechos que tienen puntos en común entre sí o que, inclusive, son similares, hechos similares. Pero si, en cambio, esos hechos son singulares, son únicos, ¿cómo se podría armar una serie? ¿Hechos únicos que en realidad son similares? ¿Es eso posible? ¡Pues en Boca todo es posible!

Desde hace ya tiempo, tiempo y tiempo, Boca tiende a perder, o a no ganar, como resultado de errores puntuales, por lo general de un nivel de precariedad en la inteligencia futbolística que asombra. El más grave fue la cachetada de Fabra en la final de la Libertadores, que le valió la expulsión, cuando el resultado estaba abierto y Boca venía mejorando. Ese solo acontecimiento condensa toda la falta de inteligencia que los jugadores de Boca vienen mostrando hace años, plantel tras plantel. Como decía Bianchi, “para ganar cosas hace falta jugadores inteligentes”.

Pero la serie de acontecimientos puntuales tuvo otro pico en la semifinal contra Estudiantes, cuando Boca iba ganando, jugando mejor, no faltaba mucho para el final y parecía tener todo encaminado, hasta que Lema decidió dedicarse a tirar patadas voladoras, sin que la jugada exigiera esa acción en absoluto, lo que le costó la expulsión (eso es lo de menos), pero sobre todo el penal que igualó injustamente el partido. Boca terminó aguantando con 10 y perdiendo en la tanda de penales. Sigue la serie en el partido contra Fortaleza, una a cero de local, otra vez jugando mejor, en el minuto 90, otra vez Lema y el resto de los defensores: córner a favor, van a cabecear al área contraria, en lugar de hacer el córner corto y control de pelota, con los defensores bien paraditos en su lugar. Romero no les gritó que no subieran, el DT ni nadie tampoco, y la historia es conocida: Boca se come un contragolpe con todo el equipo mal parado, Romero sale lentísimo y le empatan sobre la hora. Corto acá esta serie, pero se podría incluir expulsiones tontas de Rojo contra River a los 15 minutos del primer tiempo, faltas innecesarias cerca del área propia cuando el partido ya está por terminar, etc., etc., etc.

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Todo ocurre como si la frase de Bianchi no hubiera cuajado en este Boca, en el Boca de los últimos tiempos. Y, sin embargo, es una de las más grandes frases de la historia de fútbol. Es tan inteligente esa frase sobre la inteligencia que, por momentos, es hasta difícil de entender. Porque ser inteligente dentro de un campo de juego no significa hacer expulsar a un rival, sacar ventajitas, chamullar al referí o cosas por el estilo. Eso no es ser inteligente, sino apenas vivo. Y a pesar de lo que dice otra frase (esta muy tonta) el fútbol no es para vivos. Es para inteligentes. Ser inteligente en el fútbol es saber pensar el partido, entender los momentos y los contextos, abolir los errores bobos. Boca está en el nivel preescolar de esa materia.

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