Extractivimo futbolístico, un modelo sin regulación

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Es casi un lugar común decir que el fútbol argentino es básicamente exportador de jugadores. Pero ¿cuánto representa ese mercado? El fútbol se integra a esas otras instancias de la economía

argentina que funcionan como commodities con poco valor agregado, como la soja, la minería u otras actividades que se basan en una política extractivista para la exportación. Por extractivismo se entiende un modelo económico basado en la primarización de las exportaciones, o la venta al exterior de recursos naturales poco transformados, como la minería, la agricultura o el petróleo. Es decir, se exporta harina de trigo, que es barata, y en cambio no se exportan fideos hechos con esa harina, lo que implica mayor valor agregado (más mano de obra, más industrias que intervienen, mayor ganancia). Le exportamos harina a Italia por dos mangos, y a ellos les compramos los fideos, por mucha más plata. Eso es la política extractivista. Pues bien: no es muy diferente a lo que sucede en el fútbol. O dicho de otro modo: es imprescindible poner en la agenda de discusión futbolera al fútbol argentino como parte de la actividad económica.

En España, por ejemplo, el deporte (en todas sus categorías y actividades) representa cerca del 3% del PBI. ¿Cómo es en el caso argentino? No lo sabemos. Volviendo al principio: el fútbol argentino es exportador. Pues bien, ¿cuánto facturó el año pasado? Tampoco es fácil acceder a esa información. Sin embargo, en esas transacciones participan no solo los clubes y los jugadores, sino (y sobre todo) representantes, fondos de inversión, cuentas offshore, abogados, escribanos y contadores, gestores, empresarios. Sabemos perfectamente cuánto se exportó el año pasado de soja, cuál fue la liquidación, pero no tenemos ni idea de cuánto factura el fútbol en tanto exportador.

Una política estatal progresista (algo que hoy parece tan lejano como un viaje a Venus) debería generar acciones activas en ese campo. El fútbol argentino, como exportador, factura notoriamente más que muchas pymes importantes, por ejemplo. No es posible que el Estado no fije políticas frente a esa actividad (políticas que incluyan incentivos, pero también impuestos). Los clubes básicamente viven de algo que bien podríamos llamar “extractivismo futbolístico”, y sin embargo ese tema no parece estar en la discusión. Igual que con la soja, primero se “siembra” (las inferiores), luego se “cosecha” (los que llegan a primera), y finalmente se “exporta” (las ventas al extranjero) a través de grandes “acopiadores” (los agentes, representantes, fondos de inversión, etc.).

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¿Cómo semejante actividad económica no es tenida en cuenta por el Estado en tanto política y por el mundo futbolero, en tanto discusión? Se discute caso por caso (si tal jugador fue bien o mal vendido) pero no la exportación como sistema, como política, como algo general que toca directamente a la economía a gran escala. El fútbol, como sabemos, es un gran negocio. Y como gran negocio amerita también una gran discusión.

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