La benévola pena para un femicida y el ruego desesperado del papá de la víctima a los jueces

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“Les pido a los jueces que reflexionen”. Carlos Bernhardt es el papá de Antonella, la joven de 27 años que el 4 de abril de 2019 fue asesinada a golpes y

puñaladas en un departamento de la ciudad de Posadas, en la provincia de Misiones. El caso provocó un gran estupor cuando se viralizó el video en el que el asesino salía de la escena sin inmutarse y saludando desde una ventana a la víctima, a la que acababa de matar a golpes y cuchilladas.

Cristian Daniel Vargas (37), un fotógrafo y estudiante de la carrera de turismo, con quien Antonella trabajaba y aparentemente mantuvo una relación sentimental, llegó a juicio acusado por el delito de “homicidio agravado por femicidio”, pero en un polémico fallo terminó condenado a veinte años de cárcel por un delito menor: “homicidio simple”.

El sorpresivo veredicto, cuyos fundamentos todavía no se dieron a conocer, despertó polémica en Misiones y un profundo dolor entre los familiares de la víctima. En una entrevista con PERFIL, el papá de Antonella aseguró estar “decepcionado” con la resolución que tomó el Tribunal Penal N° 1, integrado por los jueces Gustavo Arnaldo Bernie, Ángel Dejesús Cardozo y Viviana Gladis Cukla.

“No lo tomé con bronca porque eso ya es una etapa superada, pero sí con decepción”, reconoció Bernhardt en diálogo con este diario. “El tribunal estaba, entre otros, integrado por una mujer. Aquí hace mucho tiempo que se viene trabajando el tema de la violencia de género, el tema de la violencia en general contra la mujer, y que se considere esto un homicidio simple, sin ningún tipo de consideración de las pruebas que se presentaron, como mínimo me hace ruido”, amplió el hombre.

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Su hija vivía en un edificio del barrio El Brete, en la ciudad misionera de Posadas. La tarde en la que Antonella fue asesinada los vecinos escucharon su grito desesperado. De hecho, una mujer se acercó y enseguida filmó todo con la cámara de su teléfono celular. No sabía lo que había sucedido puertas adentro. “Usted es un violento, no lo quiero acá”, le dijo mientras le reclamaba las llaves.

Cristian Vargas, el homicida, no se ofendió ni reaccionó. Se acercó a la ventana y le habló a la chica como si estuviera viva, con total frialdad. “Compro el almuerzo y vuelvo”, le dijo. Y se fue.

El femicida llevaba un morral y el manojo de llaves que la propietaria le reclamaba. En el video se lo ve salir por la escalera, acelerando el paso hasta desaparecer del cuadro.

“Entré al departamento (cuando el agresor ya se había retirado) porque Antonella no me contestaba. Era muy raro que no contestara porque la relación que teníamos con ella era muy buena”, contó la misma mujer.

Hacía tres años que Antonella alquilaba ese departamento. “Entré llamándola porque pensé que él la había atado para que no gritara. Fui a la cama y no había nadie. Pero después la vi tirada en el piso, totalmente desnuda y toda ensangrentada”, recordó con detalle.

En la escena, la Policía secuestró un cuchillo marca Tramontina, un celular y una notebook de la habitación en la que fue asesinada. Vargas fue arrestado pocas horas después.

“Antonella iba a representarlo en instituciones educativas porque él era fotógrafo de eventos, en escuelas, y cosas por el estilo. Además, iba a posar con ropa deportiva”, explicó el papá de la víctima sobre el vínculo entre ella y su victimario.

Bernhardt señala que el femicida les “pidió perdón”. “Sí, a nosotros, a la familia, pero sinceramente, y de manera muy personal, no le creo. Para mí esa es una figurita o un papel que le asignó el defensor, quien obviamente tiene que ejercer la mejor defensa posible y se lo habrá recomendado. No creo definitivamente en la sinceridad de ese pedido de perdón. Eso no es cierto. Si lo dijo es por recomendación y no porque lo sienta”, entendió.

Sobre su hija recuerda que Antonella “era cariñosa, preocupada por su futuro”. “Era dependiente económicamente de nosotros, pero siempre hemos tratado de inculcarle que cada uno busque su propio camino, con la menor intervención posible nuestra. A veces se puede, otras veces no se puede, pero era alguien muy querida por todas aquellas personas que la conocieron. No sé, era mi hija, la amo. Una persona muy llena de ganas, de empuje, divertida. Siempre tenía alguna salida con la que nos hacía sonreír, reírnos a carcajadas”.

Bernhardt también destaca que los jueces nunca hablaron con él ni con su familia. Ni antes del juicio ni después de haber dado a conocer el fallo. “¿Qué les diría a ellos ahora? Que reflexionen, porque con decisiones así echan por tierra años de trabajo en lo que tiene que ver con la violencia de género, con darle a la mujer la importancia que tiene”.

“Tenía la cara destrozada”

Un punto importante que critica el papá de Antonella es que los jueces desestimaron la figura de ensañamiento o alevosía como agravante. “En su declaración, él mismo (por el femicida) reconoce que le dio un par de tapes. Para ustedes, que son de otras zonas, les cuento que el tape es algo así como una bofetada, un chirlo, un golpe con la mano abierta. Básicamente, la bofetada es lo que mejor describe al tape, pero mi hija tenía destrozada la cara. Tenía cortes profundos en el cuero cabelludo. Le destrozó la cara y la cabeza sin llegar a romperle el cráneo, pero por una cuestión de casualidad nomás. Y no fue un golpe o dos, se notaba que había sido terriblemente golpeada. Y eso, para saberlo, no necesito los informes de los peritos, porque fue evidente desde que vimos el cadáver”.

“Hasta la gente que preparó el cuerpo en el sepelio le puso una rejilla para disimular un poquito, por los terribles golpes que tenía”, recordó.

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