La plaza que está frente a la Ruta 123, la General San Martín, no tiene niños jugando, salvo a una pequeña de dos años llamada Bianca que está con su abuela,
Teresa. Juegan en el sube y baja mientras Teresa le explica a Clarín: “La verdad es que tenemos mucho miedo, antes teníamos tranquilidad. Por ahora es todo terror, miedo, más por los chicos, y hasta por los grandes”.