Burlando pone el foco en la tapera. Es una casita abandonada, sin terminar, que tiene una entrada y dos ventanas diminutas. En su interior, hay una base para una cama, una
heladera tendida en el piso con un avión de juguete, un paquete de sal, otro de polenta y, en el freezer, un panal de abejas. Sobre el suelo, un paquete de fideos, una olla y un vaso infantil de plástico.