"No hay ninguna duda de que, como con cualquier innovación tecnológica, la inteligencia artificial se convierte progresivamente en una herramienta que facilita el trabajo de los traductores, acorta los tiempos, aumenta
la productividad y ayuda a resolver problemas simples. Y en ese sentido es un hecho también que tiene un impacto directo y negativo en la demanda por la traducción, y en las instituciones y organizaciones de enseñanza, como traductorados o escuelas, aunque aún no se perciba una reducción mensurable en las matrículas", agrega Guitta.