Giras presidenciales: el Milei World Tour

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Javier Milei cree ser una especie de Mesías. Alguien que recibió una “misión” de parte de Dios, quien le encomendó la tarea de abandonar la arena mediática e

ir hacia la política. Esa condición de moderno profeta parecería que acaba de subir un peldaño: ahora el Presidente se declara el “máximo líder de la libertad a nivel mundial” y también “el político más popular de todo el mundo”. Esa nueva categoría que dice integrar viene de la mano de uno de los costados más llamativos y polémicos de su flamante mandato: la del presidente viajero. ¿Qué busca el libertario con tantos periplos por el mundo?

Millas. Milei completó ocho viajes al exterior desde que ganó las elecciones. Cinco fueron a Estados Unidos, y también visitó Israel, el Vaticano, España, El Salvador y Suiza, mientras que tiene un regreso a España planeado para el final de este mes. Con todo este peregrinaje logró un récord llamativo: es el mandatario argentino que más veces salió del país en su primer semestre de toda la historia democrática. En total, registra 144.610 kilómetros recorridos, lo que serían 3,6 vueltas al mundo. Y no sólo eso: ninguna de todas estas aventuras fue a un vecino de la región, y sólo la de Israel y la del Vaticano incluyeron reuniones bilaterales con líderes políticos de esos países.
El grueso de las expediciones internacionales de Milei tienen un foco disruptivo. Viajó a reunirse con megaempresarios (como Elon Musk, Mark Zuckerberg, o los dueños de Apple o ChatGPT), asistió a eventos internacionales de la nueva derecha (como la Conferencia Política de Acción Conservadora, en la que conoció a Trump, o el festival Viva Europa de Vox) y también participó de cumbres religiosas, como cuando fue a visitar la túmba del último rabino de los Jabad Lubavitch en Nueva York o cuando lagrimeó en el Muro de los Lamentos en Isreal. A este curioso fenómeno de un presidente recorriendo el globo por motivos tan particulares NOTICIAS lo llamó “la caprichosa geopolítica de Milei”. Esa tapa retrataba la singular lógica del libertario para relacionar a la Argentina con el mundo, guiado por sus principios ideológicos -su alianza con la nueva derecha global- o por los religiosos, ligados a su carácter de líder mesiánico.
En total, los viajes un increíble número: entre todos los periplos, Milei completa un mes fuera del país. De hecho, la cifra se hizo tan abultada que las críticas comenzaron a llegarle al Presidente, cuya gestión empieza a atravesar los primeros nubarrones entre el escándalo de alimentos en el área de Sandra Pettovello y la galopante crisis económica. La manera de defenderse fue curiosa. “Si lo criticaban a Moisés, ¿cómo no me van a criticar a mí? Los que dicen eso tienen la visión diminuta de los liliputienses. Me dan pena. No tienen altura para poder entender la magnitud de lo que estoy haciendo. Critican porque son miopes, seres ínfimos, no entienden la lógica de lo que está pasando”, dijo en una conversación radial, dejando expuesto su carácter de líder mediánico. Moisés y Milei juegan, parece, en otra liga. De cualquier manera, todavía los resultados de tantas fotos con empresarios top no se pueden ver. Habrá que confiar en las fuerzas del cielo.
Trastienda. Hay, sin embargo, otras explicaciones para los continuos viajes de Milei que sostienen algunas personas que conocieron mucho al libertario. Entre ellas destacan dos. Una es la de un ex funcionario que ocupó un lugar importante en este Gobierno hasta hace poco. “Javier no viaja al exterior. Está mal leerlo así. No viaja: huye”, dice esta persona.
Otra fuente, que en su momento tuvo un vínculo muy estrecho con Milei, opina lo mismo. “Los viajes de Javier al exterior hay que leerlos en tres planos. Uno es el del ego, que necesita que lo aplaudan, cosa que es mucho más fácil allá que acá. La otra es el encierro. En esos viajes se encierra en una habitación de hotel gran parte del día, que es algo que siempre le encantó hacer a él. Por último también está el escape. Allá se olvida de los problemas”, dice esta persona, que cierra con la idea de que “nota agobiado” al Presidente.
Hay varios elementos para sostener estas tesis. La primera es la comitiva que suele acompañar al mandatario, que es muy reducida y no suele superar las diez personas (incluyendo a tres custodios, un médico y un intérprete). A ese dato se le suma el encierro en la Quinta de Olivos. Como publicó Pablo Blanco en Clarín, 21 de los 30 días que tiene abril nadie entró a la residencia presidencial. Los ministros tampoco tienen mucho trato con él: Patricia Bullrich, Guillermo Francos y Sandra Pettovello fueron en ese plazo sólo una vez a visitarlo.
En mayo la situación no mejoró: entre los viajes a Estados Unidos, El Salvador y España que hizo ese mes, pasó 15 días fuera del país. El Presidente, al menos por ahora, vive aislado y con poco contacto incluso con su propio Gabinete, mientras que la agenda cotidiana del mandatario (que por ley debería informarse) es un completo misterio.
La lógica del viaje como un escape perfecto a los problemas de la gestión cotidiana también tiene cierto sentido. En su último periplo a Estados Unidos se subió a un avión cuando la expulsión de Nicolás Posse de la jefatura de Gabinete (su otrora amigo, al que ahora califica ya como “historia”) todavía era un tema de debate nacional.
Y cuando volvió, el 31 de mayo, la situación estuvo lejos de mejorar: en esos días estaba comenzando el escándalo que involucra a Pettovello y el no reparto de alimentos de primera necesidad entre los comedores populares.
En ese cruce hay otra tangente para comprender el momento presidencial: como demuestra el registro de visitas a Olivos, en los meses que van desde enero a marzo la ministra de Capital Humano pernoctó cinco noches en la residencia presidencial. ¿La negativa a removerla de su cargo tiene que ver con su condición de una especie de acompañante terapéutica del Presidente? Y si esto es así, ¿por qué Milei necesita de tanta contención, incluso a costa de darle el ministerio más grande de su gobierno a una persona que carecía de experiencia en el ámbito privado y público y que se mueve de un escándalo a otro?

Los viajes de Javier Milei al exterior, entonces, cruzan todos los aspectos del laberinto que es su intrincada personalidad. Tocan la fibra mesiánica y la alimentan, a la par que lo sacan de los dramas cotidianos de una gestión empantanada. Se sabe que ninguno es profeta en su propia tierra.

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Javier Milei y Mark Zuckerberg | Foto:CEDOC

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