Las historias sigue, son todas igual o peor de humillantes y paralizantes. Las mujeres contaron que dejaron sus carreras, o se mudaron, o cambiaron de estudios. "Decidí no dedicarme a la
política internacional, algo que me apasionaba, para nunca volver a verlo”, dijo una de ellas. "Yo dejé la Maestría", dijo otra. "No entré al doctorado", siguió alguien más. Vidas afectadas, proyectos que caen, futuros distintos, y el dolor, los ataques de pánico, la sensación de culpabilidad, asco y soledad.