Rodolfo Di Sarli era el cerebro por detrás del Campeón del Mundo. Su relato significaba el 50% del espectáculo. Desde su voz no sólo transmitía la acción, sino que también oficiaba
de coreógrafo. Paulina da fe de esto regalándonos una infidencia: sin que el público lo notara, y a falta de la cucaracha, “Rodolfo era una guía a lo largo de todo el programa”. Relataba mirando el monitor y cuando sentía que la lucha se ponía pesada, reclamaba acción. “Ellos, mientras peleaban, tenían la obligación de escucharlo”.