No es un escenario nuevo, pero no por eso deja de ser llamativo. Arranca un Gran hermano, pasa un tiempo hasta que los personajes más picantes, polémicos o sencillamente televisivos se
dejan ver, sus escenas -peleas, gracia, estrategias, histrionismo, carácter- se meten en boca de medio mundo (del mundo de los seguidores del programa y de algún otro ajeno también), eso coquetea con el rating, van a placa y la gente los deja adentro. Pero se acerca el final y los va sacando de a uno.