Julio Ferraris denuncia que lo llevan a juicio oral y público, sin pruebas y con el defensor público rechazado

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La policía lo acusó de ser “El Cocinero de la droga envenenada”

Se trata del primer detenido por el sonado cado de la cocaína envenenada, se desempeñaba como diligenciador judicial, lo metieron en una causa de

La policía lo acusó de ser “El Cocinero de la droga envenenada”

Se trata del primer detenido por el sonado cado de la cocaína envenenada, se desempeñaba como diligenciador judicial, lo metieron en una causa de

narcotráfico donde hubo muertos, lo allanaron de noche cuando estaba cenando, entró la policía lo tiró al piso y los esposó, fue detenido y desde el 2022 se encuentra preso, denunció el hecho desde el primer día pero nadie le hizo caso, ni los organismos de Derechos Humanos, denunció también que la policía le

robó todas las cosas de su casa, denunció que el defensor público que le asignaron no ejerció su trabajo eficientemente y lo rechazó para su defensa, hoy permitió que lo eleven a juicio oral y público, una historia más de las tumbas humanas que subyacen en la cárceles, túneles oscuros, deposito de personas que son olvidadas por la burocracia judicial que los invisibiliza sin posibilidad de acceder a una defensa justa donde pueda probar su inocencia, Julio Ferraris se encuentra atrapado y sin salida, es un muerto que se encuentra tirado en una celda estigmatizado como narcotraficante, hoy cuenta su historia en Reporte24, mirá el video de la Red Digital de Noticias.

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Las cárceles están llenas de pobres, la historia de Julio Ferraris, la lucha por vencer al olvido

En el oscuro pasillo hacia dónde conduce el sistema carcelario de nuestro país se ve transitar personajes disímiles que cayeron en las garras la ley justa solo para ricos, está llena de pobres, sin respaldo, sin dinero, sin poder, encerrados, muchos con justa causa y otros tantos con causas inventadas que sirven solo para lograr una medalla, una mención o solo para que el fiscal cobre el famoso “monto del estado asignado a los reclusos”, cobrado y administrado por él, entre los presos con causa justa y los de causas armadas solo hay una coincidencia: son pobres, personas que pierden su capiti diminuti sus familias y todo lo que lograron materialmente en la vida, amontonados en un deposito humano sin derechos ni justicia, olvidados por el sistema. No hay abogados que se ocupen de visibilizarlos, los Defensores Oficiales no se ocupan de garantizar sus derechos ni posibilidad de pelearlos, nadie, ni los organismos de Derechos Humanos no se ocupan de esas personas que ya dejaron de serlo, las decisiones políticas no llegan a esos lugares oscuros, no se los ve ni se los quiere ver, son pobres, los funcionarios solo ven a los ricos y poderosos, ellos merecen toda su atención, ellos sí son personas, hay que verlos y hacer valer sus derechos, la “ley” sí tiene un valor stricto sensu (La expresión se abrevia s. s. o s. str., y es empleada cuando para una palabra, nombre o expresión son posibles dos interpretaciones y una de ellas abarca a la otra, para indicar que el término que acompaña debe interpretarse en el más estrecho o limitado de sus significados) los derechos de los pobres o vulnerables solo merecen ser visibilizados si sirven de alguna manera a los poderosos o al poder de turno. Bueno, aquí en este mojón en el que nos encontramos, traigo una historia de esos pasillos oscuros, de ese depósito de personas sin ningún recurso que se encuentran condenados al olvido, Julio Ferraris, de oficio diligenciador judicial, encerrado hace más de dos años por haber sido sindicado como el “cocinero de la droga envenada”, detenido por haber contestado desde su auto a la pregunta de otro automovilista, le sacaron una foto de un ademán y a las pocas horas fue allanado mientras cenaba junto a su familia en su domicilio, tirado al piso, y perdió su libertad, su familia y todas sus cosas, quedó literalmente a la intemperie, el nos relata que nunca existió la tan promocionada “cocaína envenenada”, que él no tenía conocimiento de nada de esa operación, que no sabe como termino preso y con la acusación de “cocinero de drogas”, pide que los escuchen y ni con el defensor oficial pudo lograrlo, escribió un requerimiento al Consejo de la Magistratura para que puedan escuchar sus argumentos pero la burocracia dilata meses el trámite y el continúa preso cada día con menos esperanza de probar su inocencia, nosotros contamos esta historia muchas veces sin lograr repercusión en los estrados donde se toman las decisiones, insistimos, hoy le publicamos un audio con la solicitud de publicación de Julio Ferraris, con la esperanza que caiga en el lugar correcto y pueda sortear la burocracia y vencer al olvido.