Cardiólogos alertan que hay médicos habilitados para operar sin un certificado clave

Sociedad - RDN
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del profesional no es mayor que la nuestra.

Contra ese relativismo popular existen instituciones científicas que evalúan, certifican y supuestamente aportan su cuota de transparencia, tanto para tranquilidad de los pacientes como para asegurar que el sistema sanitario en general goce de “buena salud”.

Pero hoy el peso de estos colegios y asociaciones médicas tiende a flaquear bajo condiciones para el ejercicio de la medicina que en la medida de su laxitud pueden resentir la excelencia: la llamada “certificación profesional” no es exigida por el Estado como requisito para que un médico con matrícula se desempeñe como especialista.

Ante este panorama, el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) acaba de emitir un alerta que manifiesta preocupación ante el riesgo de que las instancias de control disponibles para mitigar eventuales casos de mala praxis estén siendo subutilizadas.

Cabe aclarar que existe una “certificación legal” que el Ministerio de Salud extiende al médico como “autorización para anunciarse como especialista”, válida en la Ciudad de Buenos Aires e instituciones médicas nacionales de todo el país (luego cada provincia tiene su propia certificación).

Recreación esquemática de la colocación de un stent en una arteria. Foto: Shutterstock.
Recreación esquemática de la colocación de un stent en una arteria. Foto: Shutterstock.

Pero éste es un trámite administrativo sin examen, que exige la presentación del título y matrícula o el certificado de la residencia realizada, instancia esta última que en ocasiones -explican desde el sector- también puede completarse en instituciones no certificadas, lo que vuelve aún más complejo el problema.

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Una vez que el médico consigue la inscripción en la especialidad, la misma debería renovarse cada 5 años, según la Resolución 1463 publicada en septiembre de 2017. En ciertos casos (como los titulares, adjuntos y asociados de cátedras universitarias) la modalidad de revalidación es automática.

En ese contexto, la "certificación profesional” aparece sólo como una de las opciones que el Ministerio de Salud ofrece a los médicos para validar el título de especialista. Es decir que para el Estado la regulación existente satisface los requerimientos que ampararían la idoneidad profesional.

Sin embargo, desde el CACI creen lo contrario. Consideran que la herramienta de la "certificación profesional" debería ser, por su naturaleza, la garantía de aptitud en el tiempo, al ser ponderada por pares a los que -se presume- les preocupa que lacalidad de la especialidad no se quebrante.

Los médicos que logran ese sello de prestigio de manera voluntaria suelen darle visibilidad en sus consultorios junto con el título universitario habilitante, lo que se supone los imbuye de mayor confianza y credibilidad frente al escrutinio de sus pacientes.

El CACI es, precisamente, el colegio que otorga esta certificación en el caso de los cardioangiólogos intervencionistas, que son los médicos que realizan procedimientos cardiovasculares mínimamente invasivos por cateterismo. La angioplastia coronaria es la práctica más habitual.

Se estima que en la Argentina se realizan más de 35 mil angioplastias por año. Foto: Shutterstock.
Se estima que en la Argentina se realizan más de 35 mil angioplastias por año. Foto: Shutterstock.

Estas intervenciones para despejar arterias estrechadas u obstruidas fueron ganando terreno. En 2010 se realizaban 24 mil angioplastias por año en el país y hoy superan las 35 mil, sobre un total de 240 mil cateterismos. Un tendencia que, según el alerta de los expertos, no fue acompañada por un ojo avizor.

Desde el CACI denuncian la “falta de preocupación por la calidad” y la “desjerarquización de la medicina”. En un fuerte comunicado enumeran una serie de puntos que -consideran- ponen en jaque la salud de los argentinos y el tema de la calidad encabeza la lista.

“Existen proyectos de acreditación obligatoria de instituciones y profesionales de la salud, debiendo respetar determinados recursos tecnológicos, capacidades y conocimientos del personal, que revalide sus títulos y se sistematicen procesos alineados con los consensos actuales de cada especialidad”, dicen.

Luego aclaran que ellos, como institución, certifican profesionales y centros de hemodinamia a partir de un convenio con el Ministerio de Salud de la Nación, pero que, “llamativamente, no es una práctica mandatoria para el ejercicio de la profesión”.

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Martín Cisneros, presidente del CACI, habló con Clarín: “Sin dudas, un paciente estará más seguro si la práctica médica la realiza un profesional certificado y en nuestro caso, también, en una sala acreditada por el colegio, de manera de garantizar los estándares de seguridad y actualización de equipamiento”.

“Pero -agregó- en nuestro país no es obligatorio tener especialidad para ejercer la medicina. Con el simple hecho de tener matrícula como médico se puede ejercer, o sea que depende de cada médico la voluntad de estar certificado o no”.

Cisneros explicó cuál es la importancia de la certificación: “La medicina está en constante avance, por lo que los profesionales necesitamos estar en lo que denominamos ‘educación continua’ y la mejor forma de estar actualizado en cada especialidad es a través de los distintos colegios de especialidades médicas”.

“En nuestro caso, el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas es el que otorga el título de médico especialista, y además organiza diversas jornadas y cursos de actualización para garantizar este proceso”, detalló el presidente de la entidad.

El comunicado del CACI abunda en que “si algo no debería resignarse en el ejercicio de la medicina es brindar una atención de la mayor calidad posible. Para ello, un camino es mejorar los procesos de auditoría, pudiendo recabar y analizar más datos de todo lo que sucede en la práctica médica”.

Agrega que en cardioangiología, esto se traduce en “poder medir información sobre la utilización de dispositivos y de equipamiento, los resultados de cada práctica y las tasas de mortalidad de cada uno de los centros, de rehospitalización a los 10 y 30 días, entre otros indicadores”.

Los expertos manifiestan que esos “son algunos de los datos que deberían recabarse y generar políticas concretas a partir de los resultados, pero es algo que sólo se hace muy parcialmente en un número muy reducido de centros asistenciales”.

"A veces hay mucha ignorancia"

Ricardo Iglesias, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y asesor de los hospitales de alta complejidad de San Luis y Formosa, coincidió en el diagnóstico. Marcó dos instancias críticas: la debilidad en materia de recertificación médica y en la certificación de las residencias.

“No se están acreditando las residencias desde hace un par de años. Y las sociedades científicas no tienen capacidad de veto. Lo único que pueden hacer es no dar su aval. Pero estos centros de salud que abren residencias pueden seguir funcionando sin el auspicio de una sociedad científica”, advirtió.

Iglesias lo atribuyó también a que “a veces hay mucha ignorancia de los muchachos que terminan la carrera de Medicina, se anotan en esos lugares porque quieren hacer la residencia y terminan siendo mano de obra barata, en centros que no cumplen con pautas que son la esencia de la residencia médica: aprender, perfeccionarse, mejorar. No cumplen con las horas del staff, la supervisión, los ateneos, tener una biblioteca y la tecnología necesaria”.

El cardiólogo atribuyó este escenario a la "falta de control del Estado". Y dijo que el déficit “es un problema que excede a la cardiología". A lo que sumó que "el primer implicado en el error médico es el paciente. Su seguridad depende mucho de la condición del que lo atiende”.

¿Cómo saber entonces si un médico es idóneo? “En primer lugar, averiguar dónde hizo la residencia. Y después ver si tiene hecha la recertificación. La gente puede googlear al profesional o entrar a su Linkedin y darse cuenta”, recomendó Iglesias. Y apuntó que “hoy son pocas las obras sociales y prepagas que reconocen la recertificación”.

La conclusión es un escenario de potenciales contrastes. Trabajos publicados en diferentes países demostraron a través de datos objetivos lo que a priori rayaría el sentido común: la instancia legitimante que lleva a la recertificación médica mejora la atención y la calidad asistencial, lo que redunda en una visión más satisfactoria de los usuarios del sistema.

PS

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