Coronavirus: el corazón de la semana Santa, en total soledad por primera vez en la historia

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Comienza este jueves el Triduo Pascual, el corazón de la Semana Santa que la epidemia del coronavirus impone sea sin pueblo presente, por lo que será ampliamente televisado. Una

novedad extraordinaria, una experiencia nunca vista en su historia que dejará huellas en la vida de la Iglesia. El Papa​ presidirá las ceremonias que ya el domingo de Ramos anticipó será en la soledad que dominará la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Este jueves no habrá lavado de pies y el Viernes Santo será aún más tétrico porque a las tinieblas que dominarán el templo mayor del catolicismo, para recordar la muerte de Cristo, se agregará la soledad aplastante que hará vivir la ausencia de fieles.

El Viernes Santo faltará el silencioso bullicio de la multitud que todos los años se agolpa en el Coliseo para seguir las estaciones del martirio de Cristo en Jerusalén presidido por el Papa. El esplendor del Sábado de Gloria será amortiguado por el espectáculo de Francisco solitario aunque las imágenes y sus palabras multiplicadas “ad infinitum” por la televisión y los otros medios de comunicación.

Triste también la Pascua de Resurrección del domingo en la plaza de San Pedro, cuyo centro vital ha siempre sido la extraordinaria multitud que se reúne a saludar y ovacionar al Papa que lanza la bendición Urbe et Orbi, a la ciudad de Roma y al mundo.

Otros tiempos. El rito del lavado de pies en una imagen de abril de 2019. / AFP

Otros tiempos. El rito del lavado de pies en una imagen de abril de 2019. / AFP

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El Papa dijo que sigue esta situación "con intensa incertidumbre", porque la tragedia mundial del coronavirus hace vivir en una dimensión nueva, inquietante, que dejará profundas huellas a la Iglesia y a todos. El 13 de marzo, séptimo aniversario de la elección de Francisco a Papa, pasó casi desapercibido por los acontecimientos que se viven en Roma y en el mundo a raíz de la tragedia que esta haciendo una marca lacerante en estos primeros veinte años del siglo XXI.

La cuarentena rígida que sufren los italianos no podía dejar de afectar profundamente la vida de la Iglesia, que se vió obligada a aceptar la ausencia de las misas feriales y de celebración de los grandes acontecimientos litúrgicos, como esta Semana Santa, sin la presencia del pueblo de fieles.

Postales de ayer. Francisco realiza el Vía Crucis rodeado de fieles en el Coliseo, en una imagen de 2018./ AP

Postales de ayer. Francisco realiza el Vía Crucis rodeado de fieles en el Coliseo, en una imagen de 2018./ AP

Rebeliones, misas con gente y ultraconservadores

La decisión del Papa la debieron aceptar muchos cardenales y obispos en el Vaticano y en la Iglesia italiana. Era inevitable que algunas rebeliones en nombre de la sacralidad y la fe sacudieran la estructura porque inevitablemente apuntaban en nombre de la tradición contra las decisiones inevitables del pontífice.

En Frascati, cerca de Roma, el obispo Raffaello Martinelli, dijo que compartía las restricciones impuestas pero mañereó todo lo que pudo ante la evidencia que un centenar de los fieles forzaban la entrada en la celebración de este domingo de Ramos. Cuando llegó la policía que impuso una multa salada y pretendió apurar la dispersión del grupo, el obispo mostró cómo estaba empeñado en separar a los feligreses a las distancias de seguridad para evitar contagios.

Salvo algunas rebeliones de sectores ultraconservadores, las iglesias no ofician misa con fieles. / Reuters

Salvo algunas rebeliones de sectores ultraconservadores, las iglesias no ofician misa con fieles. / Reuters

Hubo otras rebeliones en casi todas las regiones italianas y los ultraconservadores demostraron su propósito de desafiar y envenenar el clima señalando una pretendida debilidad del Papa y las altas cumbres vaticanas.

Confirmó el propósito de emponzoñar aún más el clima el ultraderechista líder de la oposición Matteo Salvini, que entró en abierto choque con la cúpula de la Iglesia italiana. Salvini, que siempre tiene a mano biblias y relicarios para exhibir su catolicismo tradicional con el añadido de besos a cruces que muestra en televisión, afirmó que "no solo la ciencia es suficiente para frenar el coronavirus, sino que también se necesita al buen Dios".

El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, cardenal Gualterio Bassetti, le respondió que "esta es hora de responsabilidad y las iglesias no pueden abrirse a los fieles para los ritos de Semana Santa".

"Es la primera vez que se celebra la Semana Santa de esta manera, sin una contribución de lo files, pero esto no significa renunciar a vivir estos días. La imposibilidad de poder asistir a las misas de Pascua este año es un acto de generosidad. Es nuestro deber respetar a aquellos que, en una emergencia, están en la línea del frente y con un gran riesgo de seguridad”, comentó el cardenal Bassetti, retrucando con fastidio a la propuesta de Salvini destinada a poner en apuros al propio Papa.

El Papa televisado, durante una audiencia en el Palacio Apostólico. / AFP

El Papa televisado, durante una audiencia en el Palacio Apostólico. / AFP

Desde la ultraderecha que apoya a Salvini el único desafío concreto lo hizo Fuerza Nueva, que convocó para el domingo una procesión que debería concluir en la plaza de San Pedro. Es imposible que los dejen llegar. Pero implica otra vuelta de tuerca contra Francisco en nombre del tradicionalismo conspirador.

Jorge Bergoglio contestó indirectamente. En su homilía diaria de la misa cotidiana en la Casa de Santa Marta donde se aloja, que oficia sin fieles invitados pero que tiene ahora más difusión que nunca por la televisión mundial, Francisco dijo: "Rezo al Señor para que toque el corazón de aquellos que aprovechan de quien tiene grandes necesidades en esta crisis causada por la pandemia de coronavirus”.

El miércoles santo está dedicado a evocar la traición de Judas. Partiendo de Judas, pidió la conversión de tantos “que hacen comercio con los necesitados, se aprovechan de ellos y los venden, como son los mafiosos, los usureros y tantos”.

En lo que pareció una alusión a la prédica del ultraderechista Salvini, el papa dijo que pensaba “a los tantos Judas institucionalizados que explotan a la gente y que, como Judas, venden al Maestro”.

Cómo vive Franciso la pandemia

¿Como esta viviendo Francisco la crisis causada por el coronavirus y como cree que hay que prepararse para lo que venga después?

Francisco celebra misa solo en la Casa de Santa Marta. / DPA

Francisco celebra misa solo en la Casa de Santa Marta. / DPA

El Papa argentino dijo que la Curia vaticana vive la tragedia “tratando de continuar trabajando, vivir normalmente, organizándose en turnos para que no estemos nunca demasiadas personas todas juntas”.

En una entrevista que concedió al escritor y periodista británico Austen Ivereigh, publicada en varios medios internacionales, Jorge Bergoglio contó que la organización del trabajo interna en las actuales condiciones difíciles “es una cosa bien pensada”.

“Aquí, en la Casa de Santa Marta se han fijado dos turnos para el almuerzo que ayudan a atenuar el flujo de gente”. El Papa en realidad no consume ninguna de sus comidas en el restaurante del hotel interno vaticano donde vive, sino que sus colaboradores le traen el desayuno, almuerzo, cena y un imprescindible café que le gusta saborear por la tarde, a su suite de tres ambientes en el segundo piso de Santa Marta.

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Francisco dijo que vive espiritualmente la crisis “rezando más, porque creo que debo hacerlo. Pienso a la gente. Me preocupa esto: la gente. Pensar en la gente me hace bien, me sustrae del egoísmo. Pienso en mis responsabilidades actuales y en lo que vendrá. ¿Cuál será mi servicio como obispo de Roma como jefe de la Iglesia. Ese después de la pandemia ha ya comenzado a mostrarse trágico, doloroso, por eso conviene pensar ahora de lo que será el futuro. A través del dicasterio (“ministerio” del Vaticano) del Desarrollo Humano, ha sido organizada una comisión que trabaja la cuestión y que se reúne conmigo”.

El Papa destacó que “mi preocupación más grande, al menos la que advierto mientras rezo, es como acompañar al pueblo de Dios, estar más cerca de él. Este es el sentido de mis intervenciones difundidas por televisión en los últimos tiempos, para acompañar situaciones de hambre y enfermedad. Estoy viviendo este momento con mucha incertidumbre. Es un momento de gran inventiva y creatividad”.

Vaticano, corresponsal