Coronavirus en Argentina: misas online y ceremonias por WhatsApp, la apuesta de las religiones para no alejarse de sus fieles

Sociedad
Lectura

Los católicos siguen las misas por Facebook o Instagram. Los pastores evangélicos imitan a sus colegas teleevangelistas para difundir sus prédicas. Los judíos compartirán su Séder de Pésaj por WhatsApp. Y

los musulmanes participarán de la ruptura del ayuno de Ramadán por Zoom. El aislamiento para evitar la propagación del coronavirus está cambiando las prácticas de las grandes religiones monoteístas. Por si hacía falta, el caso de una ceremonia en una iglesia cristiana de Seúl que disparó la expansión del virus en Corea obró como una advertencia. Es cierto que para conectarse con Dios no hace falta salir a la calle, pero lo cultual es relevante para la vida religiosa. Por eso, la sustitución de su observancia ante la crisis sanitaria se convirtió para las confesiones religiosas en un gran desafío.

Con el COVID-19 en el país, las nuevas tecnologías se transformaron en un recurso muy valioso. La Iglesia católica rápidamente se volcó a la transmisión de sus ceremonias por streaming y a las redes sociales. El hecho de que Italia fuera uno de los países donde el virus se diseminara más ampliamente llevó más temprano que tarde al Papa Francisco a mudar sus oficios al ciberespacio. Su ruego por el fin de la pandemia en una Plaza de San Pedro vacía tuvo una enorme repercusión, que trascendió a su feligresía. Y así como El Vaticano “subía” su misa diaria, sacerdotes de todo el mundo lo fueron imitando. Claro que se trata de un paliativo que no resuelve todo, porque vía web no es posible recibir la comunión, que es un alimento espiritual fundamental para los católicos.

El presbítero Guillermo Marcó, a cargo de la Pastoral Universitaria de Buenos Aires, celebra una misa que se emite por Instagram.

El presbítero Guillermo Marcó, a cargo de la Pastoral Universitaria de Buenos Aires, celebra una misa que se emite por Instagram.

De pronto, muchos curas debieron convertirse en camarógrafos y sonidistas aficionados con el asesoramiento a distancia de expertos amigos. Y no solo transmiten la misa que ofician en sus parroquias, también meditaciones varias de pocos minutos acordes con los usos y costumbres de las redes.

BANER MTV 1

En realidad, las misas a distancia no son una novedad. Desde su irrupción, la televisión las transmite para aquellos impedidos de asistir al templo, como los enfermos. Pero la novedad ahora es que cada sacerdote puede hacerlo para los fieles de su parroquia.

Otro desafío para el culto católico será llegar a los fieles con los oficios solemnes de la Semana Santa​, el tiempo litúrgico más importante de los cristianos, en el que se evoca la pasión, muerte y resurrección de Cristo. "Surgió, no solo con la misa, una gran creatividad para sostener la cercanía espiritual con todos y especialmente con los que más lo necesitan”, dijo a Clarín el jefe del prensa del Episcopado, padre Máximo Jurcinovic.

Como funciona un respirador

La prédica a distancia tiene su antecedente en los llamados “teleevangelistas”, que desde fines de los ’50, sobre todo en los Estados Unidos, comenzaron a difundir sus sermones por TV y potenciaron su repercusión. En esa línea, pastores como Billy Graham, Pat Robertson y el argentino Luis Palau cobraron gran fama. Ese recurso les permitió potenciar su penetración en muchos países, especialmente en América Latina, y complementar su labor misionera. No es casual que en Brasil la Iglesia Universal —una de las más grandes junto con Asamblea de Dios— sea dueña de una de las tres grandes cadenas de televisión del país. Tampoco lo es que haga un uso intensivo de ese medio en otros países, como en la Argentina, a través del conocido programa de medianoche “Pare de Sufrir”.

“Estamos sorprendidos por la masiva respuesta de la gente que ahora sigue nuestros servicios a través de los sitios y las redes”, señaló el pastor Osvaldo Carnival, de la iglesia Catedral de la Fe, con sede central en el barrio porteño de Caballito. Y remató: “Estamos frente a un verdadero fenómeno que vino para quedarse”.

El Islam también debió adaptarse a las restricciones de la cuarentena general​. La decisión más relevante se produjo en Arabia Saudita —una suerte de gran Vaticano musulmán—, que cerró sus fronteras y prohibió el acceso a La Meca, el lugar más sagrado de los musulmanes, al que peregrinan anualmente millones de fieles.

Sin embargo, el aislamiento “no ocasiona grandes dificultades al musulmán en su práctica cotidiana”, dijo a este diario el dirigente islámico Omar Abboud. Señaló que “si bien se recomienda que el rezo del viernes —día sagrado— sea en comunidad en una mezquita, se puede hacer en la casa”. Y completó que tampoco debería verse afectada la vivencia del Sagrado Mes de Ramadán —que empieza el 24 de abril—, ya que el ayuno diario es individual.

En el judaísmo “las cosas no tendrían que complicarse más que en el caso de las otras religiones”, consideró el rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet El. “Porque —señaló— también nosotros podemos apelar a las nuevas tecnologías para las oraciones y las meditaciones hasta que se vuelva a la normalidad”. No obstante, admitió que el problema se plantea con los judíos más observantes, los ultraortodoxos, que evidenciaron en Israel una resistencia a renunciar a sus prácticas en comunidad, aunque luego fueron flexibilizando su posición. En la Argentina, una comunidad ultraortodoxa del barrio porteño de Belgrano obtuvo la autorización para seguir realizando el “baño ritual” de las mujeres (mikve), bajo ciertas restricciones.

Convocatoria a una misa de Pascua.

Convocatoria a una misa de Pascua.

Más allá del grado de adaptación de los diferentes cultos a las restricciones, una pregunta que comienza a surgir entre los líderes religiosos es cómo impactarán los cambios en las prácticas religiosas luego de que se levanten las medidas. Es muy posible —pronostican algunos— que los recursos tecnológicos se utilicen mucho más que antes, lo cual conllevaría una relación más fluida con mucha gente que concurre muy poco al templo. De hecho, habitualmente la asistencia al culto —con matices— es baja en todas las religiones. El riesgo —advierten— es que se expanda una vivencia de la fe más individual, lo cual sería un contrasentido. Las grandes tradiciones monoteístas consideran fundamental la experiencia en comunidad, no solo a nivel cultual, sino sobre todo en el encuentro con el otro.

El alcohol en gel, entre los elementos relacionados a la celebración de una misa.

El alcohol en gel, entre los elementos relacionados a la celebración de una misa.

El Papa, días pasados, ante el avance del coronavirus dijo: "Nadie se salva solo”. Una expresión que sintoniza con el respeto de las normas solidarias promovidas por los Estados. Las prácticas religiosas se adaptaron a las exigencias de la crisis sanitaria, más allá de las excepciones, como las concedidas en la Argentina, donde se autorizó a los ministros religiosos de todos los cultos a brindar asistencia en situaciones muy fundadas.

Habrá, pues, que crecer en el sentido de comunidad —“Todos estamos en la misma barca”, dijo también el Papa— en un mundo cada vez más individualista. ¿Será esta una de las grandes enseñanzas que dejará esta pandemia?

LGP