Coronavirus: costumbres perdidas regresan en tiempos de cuarentena

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Remendar ropa. Cortar el pelo. Arreglar una puerta que chirría o una canilla que gotea. Hornear pan...

Hace una o dos generaciones, habilidades hogareñas como estas eran comunes

Remendar ropa. Cortar el pelo. Arreglar una puerta que chirría o una canilla que gotea. Hornear pan...

Hace una o dos generaciones, habilidades hogareñas como estas eran comunes

y se aprendían en casa y en la escuela. Después se hizo más fácil tirar las cosas que arreglarlas, más rápido llamar a un profesional.

Ahora, en una época inquietante de quedarse en casa sin saber de qué se podrá disponer mañana, las viejas costumbres están siendo desempolvadas y reaprendidas.

Desde que el coronavirus​ cerró muchas pequeñas empresas que hacen nuestro trabajo y nos proveen cosas, millones de personas que tratan de quedarse en casa se ven impulsadas por la necesidad –o el aburrimiento- a dedicarse más a cocinar, limpiar, arreglar, acicalarse y otras habilidades prácticas por sí mismas.

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“Es durante tiempos inciertos como estos cuando evaluamos todas las habilidades básicas que hemos olvidado, o nunca aprendimos, porque sin duda podrían venir bien en este momento”, dice Erin Bried, editora de revistas de Brooklyn y autora de How to Sew a Button: And Other Nifty Things Your Grandmother Knew (Cómo coser un botón: Y otras cosas geniales que sabía hacer nuestra abuela).

“¡Hoy logré hacer algo real!”, dijo Maria Kernahan, agente de bienes raíces y autora de libros infantiles, después de instalar por sí misma un nuevo termostato en su casa de Castle Park, Michigan. Siguió instrucciones online para entender cómo era la instalación eléctrica de su vieja casa. Su marido, entretanto, ha empezado a cortar leña. “Vamos viendo a medida que avanzamos”.

Bill Hughes, asesor de empresas de University Place, Washington, tuvo que lavar algunas camisas y no quería guardarlas arrugadas.

Ponernos a planchar./ Bill Hughes vía AP

Ponernos a planchar./ Bill Hughes vía AP

“Cuando era estudiante de posgrado, me planchaba las camisas para ahorrar. Era tedioso y esperaba con ansiedad el día en que pudiera permitirme dejar las camisas en una lavandería”, dice Hughes, de 59 años. “Desde que la lavandería está cerrada, desempolvé la plancha y la tabla de planchar, puse unas canciones de Huey Lewis y el noticiero y manos a la obra”.

Janice Simonsen, que trabaja en comunicaciones empresariales en Filadelfia, ayudó a coser barbijos para el personal médico siguiendo las instrucciones de un video de YouTube. “No he sacado la máquina de coser en años. Nunca tenía tiempo”, dice. “Esas clases de costura de la escuela secundaria sirvieron para algo”.

Planea no guardar la máquina y ensayar algunos proyectos, como fundas de almohadones, que ha postergado durante años. “Me sentí bien creando algo útil”, dice Simonsen.

Sí, uno aún puede hacer pedidos de comida en la mayoría de los lugares y llamar al plomero o al electricista. Pero más personas están tratando de hacerlo sólo cuando es absolutamente necesario. Las ferreterías han visto una alta demanda de herramientas para reparaciones hogareñas y el jardín. Los medios sociales de todas partes están llenos de posteos de novatos que siembran huertas, se cortan el pelo y hornean pan.

Erin Bried y sus hijas cosen barbijos. / Holly Bemiss vía AP

Erin Bried y sus hijas cosen barbijos. / Holly Bemiss vía AP

Especialmente masa madre. Mucha masa madre.

En YouTube, desde el 15 de marzo, hubo un aumento de más del 100% en las vistas diarias promedio de videos con “Cocina conmigo” en el título en comparación con el resto del año, dijo la portavoz Verónica Navarrete. “Vemos esta tendencia en varios rubros”, entre ellos el de la limpieza, señaló.

Para su libro, Bried entrevistó a mujeres que habían vivido la Gran Depresión y daban clases sobre cómo arreglárselas.

“Ahora me siento más cerca de todas sus historias”, dice. “Fue una época difícil y a todas les dejó una marca. Creo que esta pandemia también dejará su marca en nosotros de la misma manera. Ha hecho que todos detengamos nuestra vida y reevaluemos, quizá por primera vez, qué es lo verdaderamente importante y qué cosas estamos preparados para afrontar”.

Jeanne Huntley, que enseñó economía doméstica en escuelas secundarias durante 35 años en Sault Ste. Marie, Ontario, cree que la sociedad perdió algo importante cuando las escuelas eliminaron las clases de economía doméstica y compras para incluir computación, robótica, ciencia, tecnología, ingeniería y matemática.

Para muchos, esto no es nuevo. Siempre hay una contracorriente de personas que añoran volver a las cosas elementales.

En los últimos años, ha florecido un movimiento de “hazlo tú mismo”, y mucho antes del coronavirus habitantes de zonas urbanas que buscaban autoabastecerse experimentaban con gallineros en el jardín, tinturas de fabricación casera, juguetes de madera y alimentos orgánicos. La preocupación por el cambio climático puso en marcha un fuerte movimiento de reducir las compras y dejar una huella menos profunda en el medio ambiente: “Reducir, reutilizar, reciclar”.

Hermanos adolescentes se cocinan "bacon" para sandwiches, en Dublin./ David Bowers vía AP

Hermanos adolescentes se cocinan "bacon" para sandwiches, en Dublin./ David Bowers vía AP

Ahora, en un momento en que se teme que haya escasez y de movilidad limitada, este énfasis en la autosuficiencia se ha extendido.

Sharon Bowers, que con su marido David escribió un libro sobre habilidades cotidianas titulado The Useful Book (El libro útil), apoya esa tendencia. Pero le advierte a la gente que sea inteligente y consulte libros y videos de YouTube antes de lanzarse a hacer algo.

“Los exhorto a ser audaces y probar algo nuevo, pero no algo que ustedes sepan que excede su capacidad… Probablemente puedan cablear una lámpara pero no metan mano en el tablero eléctrico de su casa”, dice. “Si hacen algún lío –suponiendo que no hayan roto nada realmente necesario-, siempre pueden llamar a un profesional”.

Hasta los Bowers, profesionales de los arreglos que viven en las afueras de Dublín con sus dos hijos adolescentes, “tienen un problema de instalación eléctrica que es complicado” de resolver. “Y”, dice ella, “vamos a tener que esperar”.

Por Julia Rubin, The Associated Press