La masacre de Coronda: 14 presos asesinados por "romper códigos" de la cárcel

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Los audios, primero, se viralizan en la cárcel. Uno salió desde uno de los pabellones de santafesinos de la Unidad 1 de Coronda: "Habla el delegado del sector (...) queríamos dejar

en claro las cosas... porque la gorra viene para acá y nos dice 'ahí reventaron los rosarinos, vienen para acá...' y altera a mi gente. ¿Me entendés? Lo mismo hacen allá; les dicen que los santafesinos estamos rompiendo todo para irlos a buscar. Y nada que ver; no es contra ustedes. Lo que pasó en su momento, por algo habrá pasado. Ahora hay todos pibes nuevos y ni cabida a eso. Si pueden reenvíen el audio a los pabellones de rosarinos...".

Otro salió desde otro pabellón. Uno de rosarinos, de la misma unidad: "...así como se escuchan rumores allá, se escuchan acá. Pero nosotros como guerreros de Dios, transmitimos paz. Te pido para que puedas difundir: que se queden tranquilos; no queremos llegar allá. No tenemos nada contra ustedes. Simplemente estamos peleando para que la Policía tenga un mejor trato con toda la cárcel. Planteando que hay gente que ya debería estar en libertad, que no nos dan artículos de limpieza ni comida. No estamos para tener pensamientos malos. Buscamos otras cosas. Ya pasó lo que tenía que pasar. Hoy es todo distinto...".

Con el correr de los días esos audios salieron de la cárcel y llegaron a organismos de DDHH y redacciones de diarios. También hay fotos y videos de lo que comenzó el lunes 23 de marzo último: un motín para reclamar, entre otras cosas, "descomprimir la cárcel por el coronavirus", enviando con prisión domiciliaria a internos mayores de 60 años, o parecientes de otras enfermedades y ya en condiciones de beneficios como la libertad condicional.

Durante la protestas, que dejaron como saldo un muerto y varios heridos, también se pidió el cumplimiento de medidas de protocolo por el COVID-19 y por la entrega de elementos de limpieza y comida.

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En ese contexto, los audios buscan aclarar que no hay más nada que una protesta en común. Cuando dicen "ya pasó lo que tenía que pasar..." o "lo que pasó en su momento, por algo habrá pasado. Ahora hay todos pibes nuevos y ni cabida a eso..." se refieren al 11 de abril de 2005. Ese día, en la misma Unidad, fueron asesinados 14 presos (dos de ellos murieron quemados). Todos eran de Rosario. Fue la masacre más grande de la historia de todas las cárceles de la provincia de Santa Fe.

La tapa de Clarín al día siguiente de la masacre de Coronda.

La tapa de Clarín al día siguiente de la masacre de Coronda.

Lo primera versión habló de una disputa de territorio: presos santafesinos contra rosarinos. La segunda, que se había tratado por una venganza a partir del asesinato de un interno santafesino. Pero con el tiempo se descubriría una tercera versión, la que se comprobó en el juicio.

El hecho en sí comenzó el martes 11 de abril. Pero las causas de esa emboscada, mucho antes.

Los alojados en el pabellón 7 (de santafesinos) tomaron de rehenes a dos celadores. Se estima que los presos que corrieron por los pasillos de la Unidad eran, en un principio, unos 50. Se dirigieron al pabellón 11, de rosarinos. Ingresaron y con una supuesta lista con los apellidos de los presos que buscaban, seleccionaron a 10. “Te iban diciendo, ‘con vos salí que está todo bien’. Ya sabían a quién buscar. Y ninguno de nosotros dijo nada porque sabíamos qué tipo de presos estaban buscando. Como que nadie los quería”, recordaría uno de los internos en una entrevista con Rolando Graña.

Los diez fueron asesinados en menos de ocho minutos. A uno lo degollaron y patearon su cabeza como simulando jugar al fútbol. A dos, mientras agonizaban por heridas cortantes, los metieron en una celda con cuatro colchones incendiados y murieron quemados.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Al salir se encontraron con un grupo de choque de penitenciarios. Pero como tenían a dos de ellos de rehenes, los guardias no avanzaron. Por su parte, los presos del pabellón 3, también de santafesinos, lograron salir al pasillo. Se unieron a los otros 50. Y juntos, cruzan toda la cárcel y llegaron al pabellón 1, también de rosarinos. Y lo mismo: los buscaron, los encontraron y asesinaron a cuatro presos más. Luego, exigieron la presencia de sus abogados y cámaras de televisión. Se entregarían a las horas.

Tres años después, durante una de las audiencias, uno de los imputados declaró ante el Juez: "Mire señor, se trató de motivos personales. Es de público conocimiento, tanto por parte de los celadores como de las autoridades del penal, que los rosarinos se estaban portando mal en el patio de las visitas. Molestaban a la visita y nosotros tenemos un código: a la visita no se la molesta. Le afanaban cosas, por ejemplo. Así no se podía convivir y las autoridades lo sabían”. Incluso se llegó a decir que abusaron de mujeres familiares de los detenidos.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

El que habló es Juan José Alzugaray, de 36 años en aquel entonces. Su apodo era “Gareca” y tiene una condición que confirma que la masacre no solo se trató de una rivalidad territorial: es rosarino, y estuvo con los santafesinos. Aunque la actitud le implicaría grandes problemas a futuros con internos paisanos.

La rotura de códigos no era algo nuevo en las cárceles nacionales. En abril de 1996, luego de un intento de fuga, un grupo de internos de la cárcel de Sierra Chica asesinó a 8 presos. Eran de “la banda de Agapito Lencina”, señalado por las mismas causas que los rosarinos: molestar a las visitas, robar a los presos y violar a hermanas, esposas y madres de otros detenidos en los baños de los patios de visitas.

Años después, en cárceles federales, nacería una banda llamada “La Chocolatada” que terminó de romper con los pocos códigos que quedaban: según la política que implementaron, un preso por robar un camión de reparto de soda podía ser más que un ladrón de bancos. Los delincuentes que más dinero recaudaban eran golpeados en grupo, y robados, por detenidos que estaban por robos menores. Les sacaban hasta lo que les traían las familias en cada visita.

Desde la misma unidad sale otro audio. Es de un interno que fue testigo de la masacre. Cuenta que la mayoría de los muertos, hasta marzo de 2005, habían estado en el pabellón 12, que es de máxima seguridad. El Servicio Penitenciario de Santa Fe les dio la oportunidad y los trasladó a un pabellón de buena conducta. Eso, en términos generales, es muy valorado por los presos. Estar allí les permite generar un buen concepto ante sus jueces. Pero hicieron todo lo contrario: arrasaron con muchísimos de los internos que los recibieron. Los robaron, los lastimaron y echaron a muchos de los más de 120.

“Ellos vendían droga, eran barrabravas y fiolos: hacían entrar mujeres a las visitas y querían cobrarles a los presos por tener relaciones con ellas”, asegura el interno que envía un audio a Clarín. “Les tenían miedo: eran los únicos rosarinos que salían al patio. El resto se quedaban adentro, para no cruzarlos”.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Del sector de conducta fueron enviados al 11. Seis días antes de la masacre, el interno cuenta que el pabellón de los rosarinos conflictivos fue allanado por el cuerpo de requisa. Les habrían secuestrado facas de todo tipo. Y los guardias, siempre según la versión que sale de Coronda, le avisaron a los internos santafesinos más conflictivos: “No tienen nada para defenderse”.

“La rivalidad es histórica”, recuerda Sergio Naymark, periodista de la sección Policiales del diario La Capital, de Rosario. “Eran como dos cárceles en una: el ala sur, para internos del centro de la ciudad hacia el sur. O sea los rosarinos. Y el ala norte, para los del centro hacia el norte. O sea, los santafesinos”.

Aún hasta el día de hoy los rosarinos y santafesinos tienen distintos días de visita, para no cruzarse en patios o talleres de trabajo. Aunque la rivalidad ya no es como antes: hay pabellones en los que hay internos de los dos. “En la mayoría de las unidades de la provincia existía esa diferencia de identidad a partir de la procedencia. El tema es que Coronda era la unidad en la que la población estaba más pareja en cantidad de rosarinos y santafesinos”, aclara Federico Garat, que en aquel entonces formaba parte de la “Coordinadora de Trabajo Carcelario”. Esa “rivalidad” solo forma parte del contexto de la historia. Los santafesinos no los asesinaron por ser rosarinos. Sino por haber roto los códigos de la cárcel.

Un mes después de la masacre, el penitenciario Oscar Yosviak, que fue uno de los rehenes, habló. Lo hizo para la revista Entre Líneas. Contó que su colega Eduardo Marchesín “permitió todo para que hicieran lo que querían”. Hasta recordó que podría haberse liberado de los presos y no lo hizo, y que nombró a algunos de ellos, a pesar de que estaban con la cara tapada. Pero los únicos penados serían los presos.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Masacre de Coronda. Foto Archivo José Almeida.

Oscar Gutiérrez, Luis Romero, Carlos Aranda, Ariel Rojas, Rodrigo Romero y Juan Pablo Massa fueron condenados a prisión perpetua. Se los acusó de"privación de la libertad coaccionante, agravada por haberse logrado el propósito y homicidio calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas por cada una de las muertes". Otros tres internos recibieron diez años de condena. Los 11 penitenciarios imputados, si bien algunos llegaron a ser procesados, terminaron absueltos.

EMJ