Coronavirus en Argentina: es docente desde hace medio siglo y dio su primera clase virtual

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El coronavirus ​llegó a la educación argentina para transformarla, reinventarla y ajustarla a sus alumnos nativos digitales y ultra tecnológicos. Los docentes, sin otra alternativa, se han

puesto el desafío al hombro. Aquellos maestros que pasan la barrera de los 60 años, han tenido que dar un salto de siglo en apenas unos días y sumergirse en aplicaciones y herramientas del aula virtual para continuar enseñando.

Con esa intensidad arrolladora lo está viviendo el profesor Antonio Gutelli, licenciado en Ciencias Políticas y Sociales que acaba de cumplir –en plena cuarentena- sus jóvenes 72 años. Enseña en la carrera de Comunicación Social de una universidad privada de Mendoza y lleva 52 años ejerciendo como docente secundario y universitario. Este Viernes Santo superó el desafío de su primera clase por teleconferencia, y no hubo feriado ni restricción que limitara su entusiasmo: “La vida es siempre un aprendizaje”, asegura.

El profesor comenzó este año los trámites jubilatorios en la docencia y, de todos modos, sigue incorporando conocimientos. “No estaba preparado para dar clases virtuales, jamás pensé que iba a hacerlo”, admite. Y recuerda haber vivido otras experiencias traumáticas, como los años sombríos de la dictadura cuando fue docente en un colegio secundario de jóvenes y adultos. “Tenía 30 años y mis alumnos pasaban los 50. Cursábamos de noche. Eran ferroviarios, empleados de comercio y agentes públicos que ansiaban ingresar a una carrera universitaria en un futuro en democracia".

De su larga trayectoria como profesor, dice que ha disfrutado mucho los momentos de charla, debate y conexión en el aula: “Me gusta cuando los alumnos participan de la clase. La magia de la mutua transferencia de conocimientos y sensaciones. Esas miradas atentas”, dice.

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Ahora, ante el desafío de la virtualidad por la pandemia del Covid-19, revela quién ha sido su fiel colaborador: “Por fortuna, mi hijo menor, Franco, es estudiante universitario y está cursando de modo virtual. Ha sido inestimable su apoyo”. Y, a pesar de la ayuda de este hijo centennial, que “nada como un pez en esas innovadoras tecnologías”, Antonio explica: “Aún con esa enorme ayuda, me cuesta el intercambio digital”.

A las 10 de la mañana en punto, el profesor aguardaba a sus alumnos, futuros comunicadores, frente a su computadora personal. La clase transcurrió en el comedor de su casa y a través de la aplicación Zoom.

"Buenos días. ¿Cómo están?", arrancó el profesor, previo al envío de un video en el que resume los temas que abordará su cátedra de Historia de las Ideas Políticas Modernas y Contemporáneas.

La clase duró dos horas. Participaron seis alumnos y todos preguntaron. “Parecía una conversación en la mesa del buffet”, describe. El docente preguntó si tenían dudas con los materiales que les habían enviado. Y la primera respuesta fue: “¡Es mucho material, profe!”, cuenta Antonio, risueño. La charla continuó por el pensamiento de los filósofos Sócrates, Platón y Aristóteles y las diferencias de la concepción del mundo que tenía cada uno. “Los alumnos se interesaron por la cultura romana y el ocio de los griegos, que era considerado un momento de reflexión y creación”, detalla.

Aula virtual. Desde el living de su casa en el Gran Mendoza, el profesor Gutelli mantuvo una charla de dos horas con sus alumnos de la cátedra Historia de las Ideas Políticas.

Aula virtual. Desde el living de su casa en el Gran Mendoza, el profesor Gutelli mantuvo una charla de dos horas con sus alumnos de la cátedra Historia de las Ideas Políticas.

En los últimos minutos de la clase, surgió la preocupación del grupo por la pandemia del coronavirus, los miles de muertos cada día y el impacto en la economía mundial, incluidos los países más poderosos. “Están sorprendidos por la amenaza planetaria que implica este virus y reflexionaron sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, y cómo tratamos el ambiente donde vivimos”, comenta.

Casi sobre el final, el profesor tuvo un inconveniente tecnológico. Quería tomar una fotografía del curso para luego compartir la experiencia cibernética pero su teléfono móvil se había quedado sin carga: “No preví ese detalle y me quedé sin foto final del curso. Tampoco sabía cómo hacer la instantánea desde la computadora”, confiesa. Su hijo ya no estaba a su lado para socorrerlo.

Sobre la experiencia de su primera clase virtual, Antonio dice que ha sido extraño salir del mundo "tangible", donde están los alumnos, los pupitres, las múltiples formas y expresiones que llegan e impactan con visión panorámica de quien está frente al aula. En cambio, le ha parecido que navegar en "lo virtual", con una pantalla, imágenes y sonido, significa “una participación y pertenencia minimizadas”, sin perjuicio de la enorme información que en cantidad y calidad puede encontrarse en el ciberespacio.

Si le dan a elegir, el profesor prefiere imaginar un mundo donde no se pierda el contacto humano: “El desafío es intentar la integración de aquellas prácticas y métodos presenciales con las virtuales, sin que se reste humanismo”. Y se muestra crítico: "Me preocupa el uso desmadrado de muchas tecnologías cuyo propósito se acerca más a la muerte de la especie humana que a la defensa de la vida”. “La ciencia y la condición humana tienen que ir de la mano siempre”, subraya.

Este profesor que en su vida profesional ha sido legislador y administrador de entidades de salud y cooperativismo, cree que su presente es su verdadera vocación. “Creo que nunca perderé la condición del que disfruta estar frente al aula”, dice. Y con sentir tanguero, concluye: “Seré docente hasta el día en que me vaya de gira”.

Mendoza. Corresponsal.