El relato de un joven argentino que vive en Irlanda y fue diagnosticado con coronavirus desde Buenos Aires

Sociedad
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En septiembre de 2019 llegué a Irlanda con la intención de perfeccionar el idioma inglés en Dublin. Además vine a trabajar, a conocer su cultura e historia. Todo eso me inspiró a

venir a vivir una experiencia, con el propósito de crecer como persona y saber más sobre los irlandeses.

Así comencé mi curso de inglés en un Instituto, cinco veces por semana, y también empecé a trabajar en mi tiempo libre para poder mantener mi estadía.

Hace un mes, cuando anunciaron la cuarentena, los pubs, escuelas, universidades, restaurantes y bancos tuvieron que cerrar. La mayoría de las personas perdieron sus trabajos y eso significó un gran trastorno para cada uno de ellos. En mi caso, por suerte, pude mantener mi trabajo, aunque con menos horas semanales. De esta forma, al ir a trabajar, corría el riesgo de infectarme en el colectivo que me trasladaba desde mi casa.

El viernes 3 de abril, en la madrugada tuve 38 grados de fiebre. Cuando me levanté, me sentía tan cansado como si no hubiera dormido; con intensos dolores en el cuerpo y pérdida total del olfato y del gusto. Ese mismo día avisé en mi trabajo que tenía esos síntomas, por lo que mi jefe me dijo que no fuera a trabajar y que les avisara cómo iba evolucionando.

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El mismo viernes, empecé a intentar contactar a algún médico del seguro que había contratado a través del Instituto donde tomo las clases de inglés, sin obtener ninguna respuesta.

El sábado 4, llamé a la Embajada Argentina para informar lo que me estaba pasando. De inmediato me contestaron que no fuera a los hospitales porque estaban colapsados, y que cumpliera con los catorce días de aislamiento, mientras ellos me ayudaban a encontrar un médico que me pudiera atender.

Ese fin de semana sentí una gran incertidumbre, porque no conseguía ayuda ni del Instituto, ni del seguro médico, ni de los hospitales. Yo ya había avisado en mi trabajo que tenía que hacer los catorce días de aislamiento, y que seguía buscando algún médico que me pudiera atender.

Después del fin de semana, con la desesperación de no haber logrado ser atendido por un médico, el lunes 6 de abril mi padre en Buenos Aires se puso en contactó con un amigo de su infancia, el doctor Martin Lombardero -jefe de Cardiología del Sanatorio La Trinidad- a quien le consultó por mi situación y le trasmitió cómo me sentía.

El médico indicó que mis síntomas eran los del Covid-19. También destacó que al ser un joven de 21 años, sano, deportista, ex rugbier, no fumador, que no consume drogas ni alcohol, y teniendo en cuenta la fiebre que no llegaba a los 39 grados, lo normal sería que me iba a curar de la misma manera que si hubiera tenido una típica gripe. El médico indicó que tomara mucha agua y paracetamol las veces que fueran necesarias para bajar la fiebre. Después de conocer la opinión del doctor Lombardero, me quedé muchísimo más tranquilo.

Ese mismo día, la Embajada me había pasado un número de un centro médico. Al comunicarme, me informaron que tenía que completar un formulario por internet, donde dejé mis datos y describí los síntomas que padecía. Seguidamente envié el formulario y en menos de media hora me llamó un médico a quien le hice la consulta en concreto. Su respuesta fue en los mismos términos que lo aconsejado por Lombardero, ratificándome que los hospitales no me iban a atender, ya que mi temperatura no superaba los 40 grados, ni tenía falta de oxígeno, y no me encontraba dentro de los grupos de riesgo. Tampoco el médico consideró necesario hacerme el test, que sería suficiente con cumplir con la cuarentena.

Finalmente me sentí contenido. Tomé conocimiento y conciencia plena de lo que me estaba pasando, y con la tranquilidad de que si seguía el protocolo indicado, iba a superar este mal trance sin secuelas.

Tomás Cloppet, el joven argentino infectado con coronavirus en Irlanda.

Tomás Cloppet, el joven argentino infectado con coronavirus en Irlanda.

Sin embargo, no es fácil estar solo en un país que no es el tuyo, a mi edad (21 años), lejos de tu familia y de tus amigos, y tener que enfrentar este virus tan inesperado para mí y para el mundo entero, que se está llevando tantas vidas.

Estoy muy agradecido con la señora embajadora y el señor cónsul de la Embajada Argentina en Irlanda, quienes me asistieron y me siguen acompañando en la evolución de mi enfermedad. No quiero dejar de agradecer a mis compañeros y amigos latinoamericanos (mejicanos, brasileños y compatriotas) quienes me hacen las compras, me cocinan, y están pendientes de mi estado de ánimo y salud, a cada momento.

Por último, quiero agradecer con todo mi corazón a mi familia, que a pesar de estar muy lejos, siento que los tengo a mi lado, y su apoyo permanente me ayuda a seguir de pie. La fe en ellos y en Dios me dan fuerzas para seguir luchando, con el deseo y entusiasmo de volver a mis actividades, cuando la enfermedad y los médicos lo dispongan.

Mi mayor deseo es que todos los infectados con Covid-19, puedan recuperarse de la misma forma que yo, y que este testimonio que estoy compartiendo, sea un mensaje de esperanza.