“Lilita” Carrió tenía relaciones carnales con la sangrienta dictadura militar

Julio Molisano
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Abr 16, 2018 | Berazategui, Nacionales

La web ‘Realpolitik’ de la provincia, dio a conocer un documento que involucra a la actual diputada nacional Elisa Carrió, y que la liga directamente a la Dictadura Militar.

Corrían los últimos días de abril de 1976, cuando el general de brigada salteño Antonio Facundo Serrano asumió como gobernador de facto del Chaco. Militar de carrera, manejaba su vida privada con absoluto hermetismo y poco y nada se sabía de él. Tan solo que su figura era uno de los baluartes del Proceso de Reorganización Nacional en el norte del país, y que pronto recibiría con brazos abiertos a Jorge Rafael Videla, que había accedido a hacer una visita protocolar gracias a las buenas migas de Serrano con el joven ministro del Interior Albano Harguindeguy.

Tan poco se conocía del gobernador de facto del Chaco, que solo sus más cercanos camaradas conocían a fondo la apasionada relación que mantenía con María Elisa Rodríguez, quien asumiría como subsecretaria de Educación en diciembre de 1978. María Elisa era, ni más ni menos, que la madre de “Lilita” Carrió.

Las dotes literarias de la “amiga” del gobernador le permitieron forjar una estrecha relación con otro militar de carrera, el coronel y ministro de Gobierno Oscar Zucconi, quien estaba a cargo de toda la Región Norte del país. Juntos, escribieron un libro sobre los beneficios de la dictadura que ellos mismos protagonizaban. Fue justamente en aquellos aciagos años cuando Zucconi se vio envuelto en la Masacre de Margarita Belén, entre el 12 y 13 de diciembre de 1976, cuando el ejército y la policía del Chaco torturaron, ejecutaron y desaparecieron a quince militantes de las Juventudes Peronistas.

Ajena a estos acontecimientos de poca importancia en su carrera política, María Elisa gestionó un nombramiento firmado por el mismo Antonio Serrano para que su hija, una muy joven Elisa Carrió, asuma como funcionaria de la procuración del Chaco. En tiempos en los que las fiscalías se inundaban de pedidos de hábeas corpus y reclamos por desapariciones de personas, “Lilita” se dedicaba a hacer la vista gorda en los juzgados.

Afecta a victimizarse para justificar sus decisiones menos decorosas, años después la líder del ARI aclararía que aceptó aquel cargo “porque padecía una severa afección y necesitaba una obra social que la asista”. Una excusa que en los oídos de la sociedad resuena tan débil como la esgrimida para quedarse con los más de 800 mil pesos por el canje de pasajes aéreos del Congreso Nacional.

Durante los años en los que ejerció la carrera judicial, bastantes más de los que le duró la afección, “Lilita” Carrió acompañó al coronel Oscar Zucconi en numerosas ocasiones. Incluso él mismo, en las pocas apariciones públicas que realizó luego del retorno de la democracia, deslizó que “la dejaba moverse libremente dentro del partido radical, porque su padre era dirigente y ella era amiga de Raúl Alfonsín”. Los tentáculos políticos de la dirigente que, por entonces, recorría sus veintitantos, se habían adentrado peligrosamente en la estructura militar. Tanto, que el director del diario La Razón, José Pirillo, aseguró que “Lilita” se opone a que se conozca la verdadera identidad de los hijos de Ernestina Herrera de Nobleporque ella misma le habría conseguido los hijos al todopoderoso Héctor Magnetto a través de un juzgado del Chaco.

Tanto poder habría acumulado la familia de Elisa Carrió a través de la dictadura, que su padre compró una estación de servicio en un humilde pueblito llamado Quitilipi, para luego acordar con el teniente coronel Héctor Rodolfo Ormaechea, jefe del Regimiento del Chaco, en transformar a la misma en la principal proveedora de combustibles de la provincia.

Conveniencia o temor, codicia u omisión, libertaria o dictatorial. Las razones que llevaron a “Lilita” Carrió a ser parte activa de la dictadura cívico-militar que asoló al país entre 1976 y 1983 será un misterio que ella, por el momento, prefiere ocultar. Para sus seguidores más acérrimos, los insistentes “lilitos”, quedará por siempre la duda, doliente como una supurante llaga. (www.REALPOLITIK.com.ar)

Abr 16, 2018 | Berazategui, Nacionales

La web ‘Realpolitik’ de la provincia, dio a conocer un documento que involucra a la actual diputada nacional Elisa Carrió, y que la liga directamente a la Dictadura Militar.

Corrían los últimos días de abril de 1976, cuando el general de brigada salteño Antonio Facundo Serrano asumió como gobernador de facto del Chaco. Militar de carrera, manejaba su vida privada con absoluto hermetismo y poco y nada se sabía de él. Tan solo que su figura era uno de los baluartes del Proceso de Reorganización Nacional en el norte del país, y que pronto recibiría con brazos abiertos a Jorge Rafael Videla, que había accedido a hacer una visita protocolar gracias a las buenas migas de Serrano con el joven ministro del Interior Albano Harguindeguy.

Tan poco se conocía del gobernador de facto del Chaco, que solo sus más cercanos camaradas conocían a fondo la apasionada relación que mantenía con María Elisa Rodríguez, quien asumiría como subsecretaria de Educación en diciembre de 1978. María Elisa era, ni más ni menos, que la madre de “Lilita” Carrió.

Las dotes literarias de la “amiga” del gobernador le permitieron forjar una estrecha relación con otro militar de carrera, el coronel y ministro de Gobierno Oscar Zucconi, quien estaba a cargo de toda la Región Norte del país. Juntos, escribieron un libro sobre los beneficios de la dictadura que ellos mismos protagonizaban. Fue justamente en aquellos aciagos años cuando Zucconi se vio envuelto en la Masacre de Margarita Belén, entre el 12 y 13 de diciembre de 1976, cuando el ejército y la policía del Chaco torturaron, ejecutaron y desaparecieron a quince militantes de las Juventudes Peronistas.

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Ajena a estos acontecimientos de poca importancia en su carrera política, María Elisa gestionó un nombramiento firmado por el mismo Antonio Serrano para que su hija, una muy joven Elisa Carrió, asuma como funcionaria de la procuración del Chaco. En tiempos en los que las fiscalías se inundaban de pedidos de hábeas corpus y reclamos por desapariciones de personas, “Lilita” se dedicaba a hacer la vista gorda en los juzgados.

Afecta a victimizarse para justificar sus decisiones menos decorosas, años después la líder del ARI aclararía que aceptó aquel cargo “porque padecía una severa afección y necesitaba una obra social que la asista”. Una excusa que en los oídos de la sociedad resuena tan débil como la esgrimida para quedarse con los más de 800 mil pesos por el canje de pasajes aéreos del Congreso Nacional.

Durante los años en los que ejerció la carrera judicial, bastantes más de los que le duró la afección, “Lilita” Carrió acompañó al coronel Oscar Zucconi en numerosas ocasiones. Incluso él mismo, en las pocas apariciones públicas que realizó luego del retorno de la democracia, deslizó que “la dejaba moverse libremente dentro del partido radical, porque su padre era dirigente y ella era amiga de Raúl Alfonsín”. Los tentáculos políticos de la dirigente que, por entonces, recorría sus veintitantos, se habían adentrado peligrosamente en la estructura militar. Tanto, que el director del diario La Razón, José Pirillo, aseguró que “Lilita” se opone a que se conozca la verdadera identidad de los hijos de Ernestina Herrera de Nobleporque ella misma le habría conseguido los hijos al todopoderoso Héctor Magnetto a través de un juzgado del Chaco.

Tanto poder habría acumulado la familia de Elisa Carrió a través de la dictadura, que su padre compró una estación de servicio en un humilde pueblito llamado Quitilipi, para luego acordar con el teniente coronel Héctor Rodolfo Ormaechea, jefe del Regimiento del Chaco, en transformar a la misma en la principal proveedora de combustibles de la provincia.

Conveniencia o temor, codicia u omisión, libertaria o dictatorial. Las razones que llevaron a “Lilita” Carrió a ser parte activa de la dictadura cívico-militar que asoló al país entre 1976 y 1983 será un misterio que ella, por el momento, prefiere ocultar. Para sus seguidores más acérrimos, los insistentes “lilitos”, quedará por siempre la duda, doliente como una supurante llaga. (www.REALPOLITIK.com.ar)