Madres bomberas de Córdoba: viven su día poniéndole el cuerpo a la lucha contra el fuego

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A Marta Santillán Vera (28) un llamado de alerta de la Central de Bomberos de Carlos Paz le hace dejar todo para salir rápidamente hacia el cuartel desde su

casa o el negocio familiar. Marta tiene un hijo, Gael, de tres años, que está orgulloso de su mamá “bombera” y aparece en las fotos de los actos oficiales con su pequeño casco en los brazos de su heroína.

La temporada de incendios forestales en Córdoba es la peor de la historia provincial. Se calcula que desde mayo a estos días se quemaron más de 300 mil hectáreas. Y este domingo, en el Día de la Madre, el fuego no cesa en el norte de Punilla, un valle en el que el paisaje es una síntesis entre el monte autóctono, los arroyos, los ríos y los lagos entre las sierras.

Marta supo que tenía que hacer algo con su vocación de servicio, había un llamado que no cesaba de latir en su interior. Y un día se inscribió en los cursos de ingreso del Cuartel de Bomberos de Villa Carlos Paz. Esperó un tiempo largo hasta que la llamaron y cuando eso pasó ya había nacido Gael.

Marta Santillán Vera, es bombera del cuarte de Villa Carlos Paz. Está luchando contra los incendios que afectan a Córdoba. Foto: gentileza Marta Santillán Vera

Marta Santillán Vera, es bombera del cuarte de Villa Carlos Paz. Está luchando contra los incendios que afectan a Córdoba. Foto: gentileza Marta Santillán Vera

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Y en este año de desastres monstruosos, estuvo en varios de los incendios de las sierras, cubriendo a compañeros, esperando que todos llegaran sanos y salvos, y peleando contra el fuego en la primera línea.

“Cuando me llaman casi siempre estoy en casa o en el trabajo. Y yo dejo todo y salgo hacia el cuartel”, dice la mujer; y asegura que aunque para ella es fuerte ese último beso que le da a su hijo antes de salir, es la familia la que sufre más.

Marta Santillán Vera, con su hijo Gale. "La familia es la que más sufre mientras espera que yo llegue y esté bien", cuenta. Foto: gentileza Marta Santillán Vera

Marta Santillán Vera, con su hijo Gale. "La familia es la que más sufre mientras espera que yo llegue y esté bien", cuenta. Foto: gentileza Marta Santillán Vera

“En estos últimos incendios pude constatar que es la familia la que sufre más mientras me espera que llegue y que esté bien”, dice.

Florencia es bombera en el Cuartel de Bialet Massé y no quiere aparecer con su nombre completo ni en fotografías. Es parte, quizás, de su modo de entender el servicio desde una posición de sencillez y anonimato. Tiene un hijo pequeño, es divorciada y cuenta con la ayuda permanente de su madre para poder llevar adelante su trabajo como bombera.

“Desde muy chica tuve una inquietud de ayudar a los demás. Nunca pude quedarme quieta si me enteraba o veía que alguien necesitaba algo”, cuenta.

Florencia, de espalda, participó en la lucha contra la mayoría de los incendios que vienen afectando a Córdoba.

Florencia, de espalda, participó en la lucha contra la mayoría de los incendios que vienen afectando a Córdoba.

Florencia dice que para servir hay que capacitarse y por eso ingresó al Cuerpo de Bomberos Voluntarios y se instruyó en todo lo necesario para llevar a cabo un trabajo en el que es riesgo es algo permanente.

Participó en casi todos los incendios forestales que en los últimos meses acabaron con miles de hectáreas de monte y se llevaron la vida de dos vecinos.

“Tengo un hijo varón y no es fácil salir cada vez que lo tengo que hacer”, asegura y agrega: “Por eso este domingo tengo festejo doble, el de ser madre y el de tener una madre que es un pilar principal en la crianza de mi niño”.

Yasmin Reyna, en plena acción, luchando contra los incendios en Córdoba.

Yasmin Reyna, en plena acción, luchando contra los incendios en Córdoba.

Yazmín Reyna (24) también es bombera en Bialet Massé, uno de los cuarteles serranos que trabajó en los distintos focos que se dieron este año en la región.

La idea de las mamás bomberas es pelear en cada frente como si defendieran a su propia familia, a su casa. Y en el caso de Yazmín se agiganta por ser un legado familiar. Su papá y sus dos hermanos mayores son bomberos.

“Entré al cuartel en 2009, cuando tenía 13 años y me convertí en aspirante en 2012”, relata.

Hace un año y cuatro meses fue mamá de Joaquín y su vida cambió, pero no en torno a su vocación.

“Ahora, cada vez que voy a un siniestro o un incendio me preocupo por los más débiles que son los niños”, cuenta y afirma: “Parece que eso me da un plus de fuerzas”.

En cada “salida” hacia el peligro, a Joaquín lo cuida la abuela o las amigas de Yasmín. “Cuando escuchan la sirena, mis amigas me llaman para ofrecerse y cuidar a mi hijo”.

“Entre los bomberos, saber que hay gente en peligro o que se quema nuestra montaña es algo que nos mueve a querer colaborar y dejar todo para salvar vidas, bienes y a nuestra naturaleza”, dice.

Córdoba. Especial.

DD