Soldados, bomberos, estudiantes y jubilados: en Europa Central convocan a todos para luchar contra el coronavirus

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En Polonia, hay soldados que hacen tests de coronavirus. Tropas de la Guardia Nacional estadounidense con capacitación médica se dirigen a la

target="_blank">República Checa para trabajar junto a los médicos locales. Un estudiante universitario checo lleva muestras de sangre a los laboratorios y el alcalde de la capital hace guardias en un hospital.

Mientras se multiplican los casos en muchos países de Europa central, se les pide a los bomberos, los estudiantes y los médicos jubilados que ayuden a apuntalar sistemas de salud tambaleantes.

“Es aterrador”, dijo el Dr. Piotr Suwalski, director del pabellón de cirugía cardiovascular de un hospital polaco, el día en que los casos de COVID-19 aumentaron 20% en todo el país. “Creo que si seguimos con un aumento diario de 20%, ningún sistema puede soportarlo”.

Ya antes de la pandemia, muchos países de la región sufrían una escasez trágica de personal médico debido a años de desfinanciación del sector de la salud pública y al éxodo de médicos y enfermeras a empleos mejor pagos en Europa occidental, después que sus países se incorporaron a la Unión Europea en 2004. Ahora, en tanto el virus se extiende velozmente por sus hospitales, muchos trabajadores sanitarios se han enfermado, agravando ese déficit.

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Más de 13.200 miembros del personal médico de toda la República Checa se han contagiado, entre ellos 6.000 enfermeras y 2.600 médicos, según el sindicato de médicos.

Praga, con restricciones nocturnas. Foto EFE

Praga, con restricciones nocturnas. Foto EFE

No son sólo clínicos lo que necesitan estos países. Tanto Polonia como la República Checa están construyendo hospitales de campaña conforme se ocupan todas las camas de las salas, y las autoridades dicen que sólo quedan doce respiradores en los hospitales que reciben pacientes de COVID-19 en la región que rodea a Varsovia, la capital polaca.

Puede que esto resulte familiar, pero no para estos países. En la región, muchos impusieron severas restricciones en la primavera boreal –como sellar las fronteras y cerrar las escuelas, los comercios y los restaurantes- y tuvieron tasas de contagio muy bajas mientras el virus mataba a decenas de miles de personas en Europa occidental.

El alcalde voluntario

Pero ahora muchos países de Europa central se enfrentan a un embate similar al experimentado por sus vecinos occidentales… y las mismas sombrías advertencias.

Al anunciar nuevas restricciones la semana pasada, el primer ministro checo Andrej Babis reveló la fecha en que el sistema de salud del país colapsará si no se aplican las nuevas normas para frenar la difusión del virus: entre el 7 el 11 de noviembre.

Los hospitales de la República Checa, país que tiene una de las tasas de contagio más altas de Europa, buscan voluntarios en forma desesperada. El gobierno está enviando a miles de estudiantes de medicina a los hospitales y los lugares de testeo.

En Praga, la capital, el alcalde Zdenek Hrib, que tiene título de médico, se ofreció como voluntario para ayudar a realizar los primeros análisis de los posibles pacientes de coronavirus en un hospital universitario. Se prevé que en breve 28 integrantes del personal médico de las guardias nacionales de Nebraska y Texas llegarán al país para ayudar en el tratamiento de los pacientes del hospital militar de Praga y un nuevo hospital de campaña ubicado en el centro de exposiciones de la ciudad.

Croacia ha pedido a médicos jubilados que ayuden en los hospitales, mientras que Eslovenia ha puesto a médicos retirados y estudiantes de medicina a la espera de instrucciones en caso de que la situación se deteriore.

Entretanto, Polonia está movilizando soldados para que realicen análisis de COVID-19 con el propósito de que los profesionales médicos puedan dedicarse a ayudar a los pacientes, mientras el Estadio Nacional de Varsovia y otros espacios están siendo convertidos en hospitales de campaña. Tres veces en esta semana, el país informó nuevos récords de contagios diarios y el jueves también anunció un número récord de muertes diarias, 301.

Otras enfermedades

En Polonia, las muertes entre las personas con cáncer y otras enfermedades también están en aumento porque los médicos y las enfermeras sencillamente no pueden estar al día con su tratamiento, dijo Suwalski, el director de cirugía cardiovascular del Hospital del Ministerio del Interior de Varsovia, el principal nosocomio de coronavirus de la capital.

“Las cifras de víctimas de esta pandemia no son sólo los pacientes que mueren directamente de COVID-19”, dijo Suwalski. “También hay pacientes que mueren debido al cambio de situación e incluso el colapso del sistema médico”.

El problema se hace sentir especialmente en los hospitales de las ciudades pequeñas que no tienen los recursos de los centros médicos universitarios, como el de Kyjov, un pueblo del sudeste de la República Checa con 11.000 habitantes.

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki en un hospital de Varsovia. Foto EFE

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki en un hospital de Varsovia. Foto EFE

El director del hospital local, Lubomir Wenzl, dice que la escasez de personal se tornó crítica en octubre, cuando el número de pacientes de COVID-19 se duplicó en tres semanas hasta llegar casi a los 60 y 75 miembros del personal médico se enfermaron.

Pidió voluntarios en las redes sociales y recibió tantos ofrecimientos que el hospital pudo elegir a quienes necesitaba. En general, el hospital seleccionó a personas que tuvieran cierta formación médica. Tienen una lista de otras personas que pueden ser convocadas de ser necesario.

“Tengo manos y piernas fuertes, y esto es algo que, como bombero, puedo hacer”, dijo Antonin Kuchar, vicealcalde y bombero voluntario que ayuda a trasladar pacientes por el hospital.

Vojtech Coufal, estudiante de ingeniería mecánica en la universidad de Brno, también respondió al llamado. Este joven de 20 años tiene capacitación en primeros auxilios y lleva muestras de sangre de un lado al otro del hospital.

Si bien la ayuda de los voluntarios es vital, su papel obviamente es limitado, dijo el Dr. Jiri Vyhnal, jefe de la unidad de terapia intensiva de Kyjov que trata a los pacientes de COVID-19 en estado grave.

“Es imposible reemplazar a esos médicos por otra persona, porque se necesita mucho tiempo para adquirir experiencia y llegar a ser un buen especialista en terapia intensiva”, explicó Vyhnal. “El problema es que un pequeño grupo de médicos y enfermeras tendrá que ocuparse de una gran cantidad de pacientes con respirador”.

Con el aumento del número de pacientes de coronavirus, el hospital ha cerrado varios pabellones: los de nariz, garganta y oído, neurología, rehabilitación y ortopedia.

“Nos hemos visto obligados a suspender las operaciones programadas, pero tenemos que continuar con las urgentes”, dijo Wenzl, el director del hospital.

Entretanto, la unidad de terapia intensiva tiene once pacientes y puede recibir hasta 18, según Vyhnal.

Dijo que él y su personal están dispuestos a trabajar en sus días libres “para evitar que se dé un escenario como el italiano”, refiriéndose a la forma en que los hospitales se vieron colapsados.

“Haremos todo lo necesario”, dijo. “Pero, obviamente, tenemos miedo. ¿Quién no lo tendría?”

​Karel Janicek y Vanessa Gera. Agencia AP

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