El repunte del dólar y el miedo a endeudarse dejan al consumo sin aire

Economia
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Los trabajadores argentinos llevan 30 meses viendo como sus salarios pierden mes a mes contra la inflación. Los datos del INDEC muestran que de enero a agosto de este año el

derrumbe llega al 6%. Y no hay expectativas de que la situación mejore en el resto del 2020. Así, diciembre el mes que tradicionalmente es el más alto en ventas, se perfila a ofrecer unas fiestas apagadas, con distanciamiento social y tapabocas.

La cuarentena marcó el ritmo del consumo en 2020. Todo entró en pausa con el inicio de la pandemia, excepto las ventas de los supermercados que en el arranque de la pandemia treparon 15% interanual según los datos de Kantar Wordpanel, impulsadas por la necesidad de stockear en medio de la incertidumbre.

La consultora Ecolatina consigna que al inicio de la pandemia las ventas de bienes durables se desplomaron. Los patentamientos de autos y motos se derrumbaron 70% y en el bimestre marzo-abril. En la misma línea, las ventas de electrodomésticos retrocedieron 35%. Pero con el correr de la cuarentena la situación fue cambiando. Según el índice de Nielsen Express, el consumo en supermercados cayó 3,3% en agosto y 2,5% en septiembre.

Al mismo tiempo "la escasez de opciones de ahorro en un escenario de exceso de liquidez, los temores devaluatorios y las posibilidades de comprar dólares oficiales mediante el acceso a bienes importados impulsaron el consumo de productos durables", apunta Ecolatina. "La mejora se explica más por factores asociados al consumo reprimido y a compras atrasadas de la primera parte del año que a una mejora genuina y sostenible".

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Maximiliano Doff es líder de Analytics de Nielsen Argentina. "El consumo en el acumulado hasta septiembre cayó 6,8% en todos los canales de ventas minoristas del país, incluyendo bares y restaurantes. Por factores estacionales es posible que diciembre sea mejor que los meses anteriores, pero contra la base del consumo no se ve un cambio en la dinámica muy fuerte. Nada indica que el consumo vaya a revertir lo que está pasando hasta ahora".

"Con incertidumbre y sin acceso al dólar, se busca ahorrar a través del consumo. Aparece el expertise en crisis de esta sociedad, que si hay algo que sabe hacer muy bien que es ahorrar consumiendo", consigna Guillermo Oliveto, presidente de la consultora W.

Esta fruición por ahorrar comprando apuntala la venta de bienes durables, como motos, un segmento repuntó 50% en septiembre. Pero también beneficia al mercado de las refacciones. "El costo blue de la construcción es el más bajo desde 2008. Crecen las ventas de pinturas, ladrillos huecos, cemento, pisos cerámicos. La gente invierte en mejorar su casa y transforma pesos en bienestar", dice Oliveto.

Aún así, Oliveto remarca que "tener un boom de consumo de fin de año sería bastante ilógico. Vamos a una caída del PBI del 12%, la peor de la historia. Es ilógico pensar que no va a afectar al consumo".

"En la cuarentena hubo una ilusión de poder adquisitivo porque un 40% de los gastos promedio del hogar estuvieron fuera de la agenda. No hubo gasto en recreación, cultura, viajes, gastronomía ni en transporte. Y se gastó poco en ropa y cuidado personal. Cuando la economía se empieza a abrir se rompe esa ilusión: la gente se da cuenta de que su poder adquisitivo es 75 u 80 y no 100 como pensaba", sostiene Oliveto.

La merma del poder adquisitivo no es el único freno que encontrará el consumo. "Hoy la gente está priorizando sanear finanzas personales y cancelar deudas. Un relevamiento que hicimos muestra que el 65% cree que lo peor está por venir", cuenta Victoria Giarrizzo, directora de la consultora CERX. "Pero hay un efecto que compensa: las personas que ante el temor a la devaluación anticipan compras. El consumo va a ir mucho de la mano de lo que va a pasando con el dólar. Si hay inestabilidad se va a retraer".

"No se espera un diciembre que explote de consumo, se espera un diciembre muy tranquilo", señala Giarrizzo. Otro elemento decisivo es que "la gente le está escapando al consumo con tarjeta y compra más con débito. No quieren volver a endeudarse y prefieren ir cancelando deudas".

Pese a este diagnóstico, la apuesta del Gobierno sigue siendo que el consumo sea el año próximo el eje de la reactivación. "El consumo como motor se queda muy corto por tres razones: la caída de los ingresos, las expectativas negativas y el cambio de hábito. Con la  experiencia de la cuarentena mucha gente se dio cuenta de que puede vivir con menos consumo y no sienten que por eso pierdan bienestar", plantea Giarrizzo.

"Bombear una economía de consumo con costos altos de financiamiento a mediano plazo es una trampa. Todavía quedan varias cuotas por pagar de las refinanciaciones que se hicieron con tarjeta de crédito. Si no mejoran los ingresos de las familias es muy difícil que mejore el consumo", advierte Giarrizzo.

La consultora LCG no espera que haya una considerable mejora en los salarios reales. "El incremento en el desempleo en el segundo trimestre y las restricciones que aún existen para operar, combinado con registros inflacionarios que se espera que se ubiquen por encima del 3% mensual en los meses que restan, seguirán sosteniendo un ajuste del mercado laboral vía precios".

Para Ecolatina el consumo no se movilizaría en la última parte del año. "La situación del mercado cambiario enciende señales de alerta: si se llegara a disparar el dólar oficial, habría un salto inflacionario que agravaría la caída de ingresos de las familias, impactando negativamente sobre el consumo en el corto plazo. En este escenario, la percepción de dólar barato que alentó la compra de bienes durables en los últimos meses se terminaría, volviendo a ubicar al rubro en terreno negativo. En la misma línea, el consumo masivo sufriría la caída del poder adquisitivo".

"Proyectamos una caída del PBI no menor al 12% en promedio para 2020, lo que generaría que la actividad vuelva a niveles similares a los de 2009 y el PBI per cápita sea el menor desde el año 2004", señalaron.

AQ