Expertos argentinos desmienten que haya una relación causa-efecto entre el coronavirus y el Parkinson

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La relación de causa-efecto entre el coronavirus y la enfermedad de Parkinson es un puente imaginario, ficcional; por ahora nadie tiene pruebas sólidas para afirmar su existencia. Palabras más,

palabras menos, esta es la tesis de una publicación liderada por el neurólogo Marcelo Merello (centro FLENI) en la prestigiosa revista The Lancet. Fue en respuesta a una hipótesis que en las últimas semanas circuló por el mundillo científico. Para describirla, sobran las palabras que lanzó el médico estadounidense Patrik Brundin, en diálogo con la revista Medscape: “Si la relación es real, podríamos estar frente a una epidemia de Parkinson”.

En las antípodas -y seguros de que esa fue una afirmación aventurada y sensacionalista-, los expertos que firman el estudio “SARS-CoV-2 y el riesgo de la enfermedad de Parkinson: hechos y fantasía” ponen paños fríos a la cuestión y ofrecen un análisis detallado, caso por caso, de los pacientes que supuestamente padecieron la enfermedad neurodegenerativa como consecuencia de la infección viral.

Eso les representó una tarea sin dudas compleja, pero no muy agotadora: son solamente tres los casos de "parkinsonismo" reportados en el mundo.

Los adultos mayores son los más propensos a tener consecuencias severas por la infección de coronavirus.

Los adultos mayores son los más propensos a tener consecuencias severas por la infección de coronavirus.

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Parkinsonismo es un término que alude a la presencia de signos similares a los de la enfermedad de Parkinson, sin ser necesariamente ésa la patología detrás. Se liga a causas variadas: desde traumatismos y reacciones a un medicamento hasta trastornos metabólicos, entre muchos otros. 

Los tres pacientes reportados eran más o menos jóvenes y (repasan los autores en el paper) presentaron parkinsonismo post Covid. Hablamos de dos hombres de 45 y 58 años, y una mujer de 35.

Si uno mira el detalle en los tres informes correspondientes (que salieron en distintas revistas científicas), las conclusiones son más o menos parecidas: estiman, a juzgar por la historia clínica, que el SARS-CoV-2 entró de algún modo al Sistema Nervioso Central y generó un daño que podría relacionarse con Parkinson.

Pero el informe dirigido por Merello, lo discute. Asegura que “la evidencia de estos tres casos es demasiado limitada para vincular la infección por SARS-CoV-2 con el desarrollo de la enfermedad de Parkinson”.

Si bien admite que “no se deben subestimar las posibles secuelas neurológicas de este nuevo coronavirus”, apunta que son preocupantes “las afirmaciones injustificadas que anticipan una alta incidencia futura de la enfermedad de Parkinson, secundaria a la pandemia del SARS-CoV-2".

Y reclama "un esfuerzo internacional coordinado para investigar los efectos virales", basado en "datos sólidos", para evitar caer en "especulaciones".

Casualidad y causalidad

Clarín habló con Marcelo Merello, que además de ser el primer autor del trabajo de The Lancet, es médico neurólogo, investigador del Conicet y jefe de Movimientos Anormales de FLENI. ¿Se puede hablar de fake news en un caso así?

“No me parece que sea una noticia falsa sino una noticia mal interpretada. No creo que haya una mala intención sino una mala lectura de los datos. En ciencia muchas veces decimos que es mejor no tener datos que tener malos datos, lo que lleva directo al miedo”, analizó.

Sin embargo, admitió “cierto oportunismo de algunos profesionales". Es fácil, aclaró: "Juntás cinco casos que se reportaron por separado e intentás que te publiquen un paper. Reside en el editor la responsabilidad de poner límites para que no se difunda información forzada, sin evidencia suficiente".

En este caso, se tendrían que hacer “estudios prospectivos, seguir un grupo control... es decir, hay una serie de medidas para no hacer medicina fundada en lo anecdótico. Porque todas las revistas tienen una sección que se llama 'case reports'. A veces vale la pena contar un caso aislado, pero se abusa de ese recurso. La evidencia no es la suma de los casos aislados. Trescientos case reports no tienen la fuerza de un estudio de casos”, sentenció.

Y apuntó a una sutil diferencia que vale la pena considerar: "Casualidad y causalidad no son la misma cosa. Las casualidades existen. Una publicación científica debe demostrar causalidad y descartar la casualidad”.

Buen olfato

Según Merello, “son cuatro hechos los que dispararon la teoría de que el Covid podría derivar en Parkinson. En primer lugar, que se trata de un virus neurotrópico”. Es decir, que el coronavirus afecta las células neuronales, algo que “no pasa con todos los virus”. Desde ya, no es una condición suficiente para desprender un vínculo con el Parkinson.

En segundo lugar, “hay una teoría que tiene muchos años y que no está probada, según la cual, múltiples infecciones por virus respiratorios (incluyendo los resfríos comunes) podrían generar activaciones cerebrales, como si fueran golpes que se van sumando, que en última instancia podrían dar Parkinson como consecuencia”. Se la conoce como “hit and run”. Cauteloso, el médico enfatizó: “Es una hipótesis no probada”.

En tercer lugar está la evidencia de la Gripe Española de 1918, que, según algunos reportes, derivó en casos de Parkinson. Sin embargo, tampoco sería una prueba concluyente, dijo él, considerando que en muchos casos se fue desenmascarando que “el Parkinson era previo a la influenza”.

Por último, está el argumento de la hiposmia (dismunición del olfato) y de la anosmia (pérdida total del olfato), que, se sabe, es un síntoma probado de Covid y también está relacionado con el Parkinson.

Pero, dijo Merello, “una cosa es que exista la posibilidad y, otra, que existan los hechos. La anosmia que produce el Covid es reversible. Las personas que padecen Parkinson no recuperan al olfato. Además, que el virus entre por la nariz, por el bulbo olfatorio, como hacen muchos virus, es una realidad posible y no existe una vía directa entre el bulbo y la materia nigra del cerebro. No hay fundamento científico”.

“Es obvio que van a ir a apareciendo personas que tengan enfermedad de Parkinson y que hayan tenido coronavirus, pero, seguramente tenían Parkinson desde antes o, eventualmente, pasar por el Covid les pudo haber hecho manifiesta la enfermedad”, explicó.

Lo más importante, concluyó, es que "estamos todos tan preocupados y angustiados que no sabemos dónde terminan los problemas de salud... crear más incertidumbre sin datos certeros es terrible. La sociedad se merece algo de tranquilidad, sin mensajes alarmistas”.

DD