Calor, home office y apagones: cómo prepararse para el peor verano

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La ciudad hierve. Pablo, un vecino de Belgrano, agradece no tener que viajar 35 minutos en subte o 50 en colectivo para ir a la oficina de siempre, en el Microcentro.

Desde marzo, cuando el coronavirus llegó al país, trabaja desde su casa. Usa su PC. Pone el aire en 23°. Y todo le parece ideal hasta que, a poco de iniciar su jornada laboral, un corte de luz lo deja fuera de combate: a oscuras, sudoroso, sin heladera, sin Internet y sin poder cumplir sus tareas hasta que el suministro -quién sabe cuándo- regrese.

Situaciones como esta, letales para el teletrabajo, podrían repetirse a gran escala en el verano. Y el primero en advertirlo fue el propio Gobierno. Ya en octubre, el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, sorprendió al avisar que "va a haber muchos" cortes de luz en el Área Metropolitana, algo que atribuyó a la falta de inversiones y a que muchos, por la pandemia, no viajarán.

"Hay un problema. El presupuesto no resiste resolverlo de acá al verano todo, va a llevar como mínimo dos años", había indicado el funcionario, en diálogo con Econojournal. Y, sin advertirlo, sus palabras tuvieron un efecto fuerte e inmediato.

El tema se instaló en el debate público, la preocupación sobre el "peor verano" caló en familias y empresas, y muchos empezaron a ocuparse. ¿Cómo? Haciendo grandes y pequeñas inversiones para que los apagones, al llegar, alteren lo menos posible la vida cotidiana.

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Apenas el Gobierno admitió que habrá cortes de luz, algunos salieron a comprar generadores hogareños. En este local de Ituzaingó, Energía Global, ya vendieron 30% más que en 2019. Foto Juan Manuel Foglia

Apenas el Gobierno admitió que habrá cortes de luz, algunos salieron a comprar generadores hogareños. En este local de Ituzaingó, Energía Global, ya vendieron 30% más que en 2019. Foto Juan Manuel Foglia

Se trató de armar una suerte de kit de supervivencia que incluyó desde grupos electrógenos, luces de emergencia y baterías de refuerzo hasta el alquiler de escritorios en oficinas cercanas con generador.

Pero, realmente, ¿se cortará la luz?

Un cóctel de motivos inducen a los expertos en energía, y al sentido común, a sospechar que podrían producirse importantes apagones.

1) Hará mucho calor. El Servicio Meteorológico Nacional pronosticó que, entre diciembre y febrero, las temperaturas medias serán "superiores a las normales" en Capital y toda la provincia de Buenos Aires, además del Litoral, Santa Fe, Córdoba, el este de La Pampa y el oeste de Patagonia". "Existe una alta probabilidad de registrar una mayor frecuencia de temperaturas máximas extremas, especialmente en la zona central y norte del país", agregaron.

2) Habrá menos viajes. En un sondeo reciente de la consultora Kantar, el 61% de los argentinos expresó que este verano no se tomará vacaciones, ya sea por la situación económica o por el coronavirus. Los viajes al exterior serían mínimos y el turismo interno, escaso. En Capital y el GBA, más de medio millón sólo se irían a quintas del mismo AMBA. Mientras que tanto la Costa como Bariloche, Iguazú y otros destinos prevén a lo sumo una ocupación del 50%.

3) Sigue a pleno el teletrabajo. Con la vacunación recién comenzando, trabajadores que son de grupos de riesgo y también muchos otros seguirán sin ir a las oficinas. Y pasarán los días agobiantes haciendo "home office", cada uno con su aire acondicionado encendido. Al tiempo que en los inmuebles corporativos, los sistemas de refrigeración central igualmente deberán activarse, para enfriar amplios ambientes donde ahora hay mucha menos gente.

Grandes grupos electrógenos frente a los edificios, una postal repetida en tiempos de cortes de luz. Foto Maxi Failla

Grandes grupos electrógenos frente a los edificios, una postal repetida en tiempos de cortes de luz. Foto Maxi Failla

Cuestión de demanda

En conjunto, proyecciones iniciales del sector habían estimado que el consumo eléctrico residencial podría ser un 30% mayor que lo habitual. Un indicio es lo que pasó en los meses fríos. Según datos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico, frente a iguales períodos del año anterior, la demanda residencial creció en el país 6,5% en mayo pasado, 17,8% en junio, 13,7% en julio, 3% en agosto y 11% en septiembre.

"Se consumió 15% a 20% más porque la gente salió menos e hizo más frío. Ahora, en verano, uno esperaría un incremento similar o incluso mayor, que puede traer inconvenientes", indica a Clarín Salvador Gil, director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Universidad de San Martín (Unsam).

"Pensemos que, en invierno, aunque se usan aires acondicionados en modo calor, la mayoría calefacciona con gas. Pero en verano, el consumo de climatización se concentra sólo en la electricidad. Y el sistema no está preparado para que todos prendan sus aires al mismo tiempo, programados en temperaturas bajas. Por eso, será clave insistir para que no se los use por debajo de 25°", agrega.

Tras la cuarentena, muchos siguen trabajando en sus hogares. Otros, ya van algunos días a la oficina de su empresa o a espacios de coworking. Foto Fernando de la Orden

Tras la cuarentena, muchos siguen trabajando en sus hogares. Otros, ya van algunos días a la oficina de su empresa o a espacios de coworking. Foto Fernando de la Orden

En el sector explican que el peligro de cortes se agiganta cuando hay máximas mayores a 30° y mínimas por encima de 20° durante varios días seguidos, ya que los cables no llegan a enfriarse y saltan las protecciones para evitar incendios. Los horarios con mayor consumo -de 12 a 15 y de 18 a 24- son los más delicados en este sentido.

Otro especialista, de los que más conocen la red eléctrica del AMBA, pide no ser nombrado y define así la situación: "Todo dependerá de cuánta gente se quede en la Ciudad". "Normalmente, al irse muchos a la Costa y al extranjero, la red resistía. Pero, sin ese éxodo, es probable que el consumo residencial crezca, con picos complicados para una red que dejó de recibir las inversiones necesarias, en un contexto de tarifas congeladas", agrega.

El boom de los generadores

Un buen indicador sobre cuánto preocupan los apagones es la disparada que se registró, tras las declaraciones del secretario de Energía, en la demanda de los generadores hogareños.

En Mercado Libre cuentan a Clarín que en el último Cyber Monday las ventas de grupos electrógenos "aumentaron cinco veces" respecto de la edición 2019. Mientras que, en noviembre, la demanda estuvo un 113% por encima del mismo mes del año pasado.

"Versus el año pasado, se vendió al menos un 30% más y en algunas líneas tuvimos récord de ventas. Siempre eran comerciantes e industriales los que pedían estos equipos, pero ahora prima el público domiciliario", explica Federico Cajaraville, representante comercial de Energía Global, empresa de generadores con sede en Ituzaingó.

Generadores hogareños de distintos tamaños y capacidades, en exposición en un local de Ituzaingó. Los más demandados son los portátiles nafteros. Foto Juan Manuel Foglia

Generadores hogareños de distintos tamaños y capacidades, en exposición en un local de Ituzaingó. Los más demandados son los portátiles nafteros. Foto Juan Manuel Foglia

"La gente cuenta que lo necesita porque está trabajando desde la casa y necesita poder seguir haciéndolo si se corta la luz", añade. "Hubo más consultas que otros años", detectaron a su vez en Domcel, otra firma del rubro, de San Martín.

Y en Energroup, de Avellaneda, también se sorprendieron: "Cuando salió la noticia de que habrá cortes de luz, fue como una explosión. Por varios días los teléfonos no dejaron de sonar, no dábamos abasto a responder tantas consultas. Ahora esa locura bajó un poco, pero no tanto". "Algunos -detallan- son dueños de carnicerías o heladerías, pero la mayoría pide equipos para su casa. Principalmente los portátiles, nafteros. Vendimos todos los que teníamos."

Para saber qué grupo electrógeno se necesita, los fabricantes aconsejan sumar la potencia (en watts) de todos los aparatos que se pretende usar en simultáneo: el equipo elegido debe tener una capacidad al menos 15% superior al resultado de esa cuenta, como margen de seguridad.

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También se recomienda que se un especialista quien realice estas cuentas y conecte el artefacto a la red del hogar. Los modelos caseros suelen ofrecer entre 2.000 y 10.000 watts, con costos, prestaciones y consumos de combustible muy diferentes, según relevó Clarín tomando marcas intermedias:

  • Un generador básico: de 2.100 a 2.300 watts. Cuesta entre $ 35 mil y $ 55 mil. Pesa menos de 50 kilos. Permite usar al mismo tiempo, por ejemplo, la iluminación (cuatro lámparas LED), la heladera, la computadora, el módem, dos ventiladores y un SmartTV. Un aire ya lo excede. Llenar su tanque de 12 litros con nafta cuesta $ 763 en YPF y eso rinde hasta 15 horas de uso.
  • Un generador intermedio: de 5.500 watts. Cuesta entre $ 70 mil y $ 90 mil. Pesa más de 80 kilos. Se le puede conectar, además de lo anterior, un aire acondicionado de dormitorio. Llenar su tanque de 25 litros cuesta $ 1.590 en YPF y eso rinde hasta 12 horas de uso.
  • Un generador completo: de 7.000 watts. Cuesta entre $ 100 mil y $ 130 mil. Pesa casi 90 kilos y puede soportar, además de los consumos básicos mencionados antes, un aire acondicionado mediano de algo más de 3.000 watts. Llenar su tanque de 25 litros cuesta $ 1.590 en YPF y eso rinde hasta 10 horas de uso.
La demanda de generadores portátiles solía ser mayormente de comercios, pero en este fin de año el mayor interés es llevarlos a los hogares. Foto: Fernando Orden

La demanda de generadores portátiles solía ser mayormente de comercios, pero en este fin de año el mayor interés es llevarlos a los hogares. Foto: Fernando Orden

Se trata, eso sí, de opciones ruidosas. Al funcionar, emiten fácilmente 65 a 80 decibeles, nivel similar al que se alcanza en una avenida con tránsito intenso o en una discusión en voz muy alta.

Una batería de baterías

Sin una inversión tan grande, muchos buscan al menos que un corte no los deje a oscuras, sin Internet y sin computadora. ¿Cómo? Con diversas soluciones basadas en baterías que sacan del paso siempre que el corte dure sólo algunas horas.

Las más populares son:

1) Luces de emergencia. Se instalan en los ambientes clave y, al cortarse la luz, lo detectan y se prenden. De marcas conocidas, por $ 2.100 se consiguen modelos de 60 leds capaces de iluminar durante 10 horas. Y, por $ 2.400, unas de 42 leds que ofrecen 14 horas de autonomía a máxima potencia o 30 horas a media luz.

2) Cargador portátil para el celular. Permite, en medio de un corte, realimentar la batería del móvil o la tablet. Para garantizar una recarga completa de un smartphone top hace falta un modelo de 5.000 miliamperios hora (mAh), que vale entre $ 1.500 y $ 2.000. Los de 10.000 mAh, capaces de revivir dos veces un teléfono y dejarlo a tope, cuestan $ 2.400 a $ 2.900. Y por uno de 20.000 o 22.000 mAh se piden entre $ 4.500 y $ 8.500.

3) Cargador portátil para notebooks. Para las computadoras portátiles también hay baterías de apoyo que logran mantenerlas funcionando, en medio del apagón, por varias horas más. Algunas son específicas para notebooks. Otras se presentan como "arrancadores" para auto, pero vienen con adaptadores universales para recargar también casi cualquier notebook. Cuestan, según marca y capacidad, entre $ 8.000 y $ 22.000.

La opción del coworking

Para empleados o emprendedores que hacen home-office, otra alternativa para seguir trabajando pese a un corte de luz es irse por el día a una oficina cercana con escritorios libres y grupo electrógeno.

Esto es exactamente lo que ofrecen los espacios de coworking (trabajo compartido) en distintos barrios de Capital y el GBA, que reabrieron tras la cuarentena adecuados a los nuevos protocolos de ventilación, distanciamiento y desinfección.

Distanciados, jóvenes trabajan con sus notebooks en A3, un espacio de oficinas compartidas de Palermo. Foto: Fernando de la Orden

Distanciados, jóvenes trabajan con sus notebooks en A3, un espacio de oficinas compartidas de Palermo. Foto: Fernando de la Orden

"El coworking tiene en su esencia la flexibilidad. Así que, en un contexto en el que se prevén dificultades, damos opciones para que las personas puedan usar nuestras oficinas si se quedaron sin luz en su hogar o siempre que deseen trabajar cómodos, con buen Internet y sin ruidos ni interrupciones", explica a Clarín Martín Frankel, fundador y socio gerente de los espacios A3 de Palermo.

Esa firma, por ejemplo, cobra $ 1.200 + IVA ($ 1452 finales) por un día de trabajo en sus livings, con acceso a los espacios compartidos cubiertos y jardines. Y $ 9.300 + IVA ($ 11.253 finales) por un abono que permite ir a trabajar todos los días hábiles del mes que se desee.

Las empresas, preparadas

Contratar espacios de coworking como "back up" fue también una acción adoptada empresas de todo tamaño que empezaron a temer que apagones masivos les impidan de repente contar con buena parte de sus empleados que hacen home office.

"A partir del anuncio sobre cortes de energía, muchas compañías empezaron a planificar cómo asegurar el funcionamiento de áreas esenciales que hoy dependen de personas que están en sus hogares. Por ejemplo, en los últimos días del mes, quienes liquidan haberes", explica Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos del Grupo Adecco en Argentina y Uruguay.

"En nuestro caso -ejemplifica-, el trabajo fue analizar cuáles son las áreas clave para el negocio y en qué días del mes; identificar quiénes podrían salir de la casa, por no ser de riesgo, para ir a la casa central, que tiene grupo electrógeno, o a la oficina más cercana que no esté afectada; y finalmente, tener flotas de vehículos disponibles para buscarlos apenas reporten que se quedaron sin luz."

"Ya desde fines de octubre, las áreas de Capital Humano se pusieron a pensar opciones y nos consultan", coincide Maximiliano Schellhas, director general de Personal de Randstad Argentina.

"Para no perder conectividad ante cortes de 3 o 4 horas, a los empleados que ya cuentan con notebook y celular, se pensó en enviarles baterías portátiles adicionales, junto a una ampliación de los planes de datos. Y para casos más graves, tener espacios de coworking y oficinas-hub acordados a las que se pueda llevarlos", agrega.

Trabajo en equipo, con barbijo obligatorio, en un espacio de coworking de Palermo. Foto Fernando de la Orden

Trabajo en equipo, con barbijo obligatorio, en un espacio de coworking de Palermo. Foto Fernando de la Orden

Para todo esto, la logística será crucial y las empresas también buscan asegurarla. En Grupo Traslada, firma líder en movilidad corporativa, cuentan a Clarín que ante los posibles apagones, varias empresas ya les pidieron "autos a disposición” o "asegurarles capacidad de respuesta y flexibilidad para trasladar a sus empleados a espacios de coworking".

"Sería un plan de contingencia para aplicar ante cortes de luz prolongados", precisa Gonzalo Santander, el CEO. Y ejemplifica, en materia de precios, que una empresa les pidió llevar a un coworking de Vicente López a 11 empleados que viven en Palermo, Belgrano, Barracas, San Telmo y Avellaneda: para asegurar la distancia, se organizó con un minibus a un costo de $ 3.800.

Y si se utilizan remises, toda la logística de ida y de vuelta para llevar a una oficina en Palermo a cuatro trabajadores que viven a entre 12 y 15 km del lugar puede valer entre $ 580 y $ 690 por vez.

Cuidar la energía

Los expertos subrayan que este verano, más que nunca, será clave utilizar la energía sin excesos ni derroches: cuando el suministro está, para evitar perderlo o pagar facturas carísimas; y una vez que se cortó la luz, para estirar al máximo la electricidad que queda en las baterías y costosamente se genera.

Salvador Gil, físico especialista en consumos domiciliarios de energía, considera que lo más importante es cambiar hábitos al usar el aire acondicionado, el artefacto que más consume en verano y el más vinculado a los cortes de luz.

El último corte de luz masivo ocurrió en el Día del Padre de 2019, y todavía se lo recuerda. Foto Maxi Failla

El último corte de luz masivo ocurrió en el Día del Padre de 2019, y todavía se lo recuerda. Foto Maxi Failla

"Muchos tienen la costumbre de llegar a casa y prender el aire, sin evaluar si es necesario. Pensemos que un ventilador, cuando hace menos de 29°, puede dar una sensación de alivio bastante parecida a la de un aire, que consume 10 a 15 veces más", explica.

Según plantea, en AMBA, si se prende el aire cada vez que la temperatura supera los 24°, se lo usaría 100 días al año; al encenderlo únicamente ante marcas mayores a 27°, se activaría 50 días anuales. Y si sólo se lo emplea cuando afuera hace más de 29°, son apenas 10 días por cada 365.

"Además, cuando lo usamos, hay que evitar programarlo en menos de 25°, que ya es una temperatura cómoda. Y en lo posible, tenerlo por encima de esa marca. Subirlo a 27°, por ejemplo, permite ahorrar un 30% de la energía; y subirlo a 29°, ahorrar un 60%", cerró Gil. 

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MG