Gobernar no es solamente emitir papel moneda

Economia
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Pablo Goldin

Director de Macroview

La dirigencia argentina arrastra un problema de fondo muy serio: no toma real dimensión o “mira para otro lado” cuando presupuestos e

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Pablo Goldin

Director de Macroview

La dirigencia argentina arrastra un problema de fondo muy serio: no toma real dimensión o “mira para otro lado” cuando presupuestos e

iniciativas son financiadas por la maquinita de emitir moneda del Banco Central. Cree y actúa como si fuera “plata de verdad”, como si administrara recursos genuinos, como si el BCRA fuera el Banco de Europa.

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Es un problema de todos los partidos políticos (pasa en el PJ, la UCR o el PRO), no tiene ideología (lo padecen estatistas y libre-mercadistas) y trasciende todos los territorios (sucede a nivel nacional, provincial y municipal). Vale tanto para la “vieja política” como para la nueva. Involucra al Parlamento cuando legisla y al Poder Judicial cuando dicta sentencias. Hay por supuesto excepciones a la regla, pero son escasas.

Cuando se libran cheques para terminar un hospital, construir viviendas, multiplicar los planes alimentarios, ampliar la red de agua potable u otorgar créditos a Pymes, no hay clara conciencia política que en la cuenta bancaria no hay “plata de verdad”, que los fondos no surgen de gestionar y recaudar con eficiencia, que el Tesoro Nacional está en rojo y que los pesos faltantes salen del bolsillo de payaso Banco Central. Se confunde gestión con emisión.

Pasa lo mismo cuando un gobernador otorga un bono de fin de año a los empleados públicos o refacciona edificios escolares o cuando un intendente compra móviles policiales o cámaras de seguridad. En su mayoría, se mueven con transferencias de la Nación financiadas en parte por el Banco Central.

O por ejemplo cuando la Nación choca con la Ciudad de Buenos Aires por el reparto de fondos de la coparticipación, o la provincia de Buenos Aires puja por más recursos para volcar al Conurbano, o la ANSeS se queda con fondos que antes iban a las provincias, son pulseadas entre cajas deficitarias. Al final es el BCRA emitiendo el que termina poniendo los pesos en disputa que faltan.

O cuando la deficitaria ANSeS (que paga las jubilaciones con la asistencia del deficitario Tesoro) financia con su stock de inversiones a las provincias u otorga créditos a los jubilados o “invierte” en un proyecto productivo, la mayor parte de esas “inversiones” (manejadas por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad) son tenencias de bonos de un Tesoro Nacional deficitario que acaba de reestructurar su deuda en dólares y con suerte refinancia o paga con emisión monetaria la deuda en pesos. No hay ahorros verdaderos, son sobrantes contables ficticios, asientos macroeconómicamente irrelevantes. Es hacerse trampa en el solitario.

Y como broche de oro del problema, el BCRA que emite los pesos que le faltan al resto pierde plata a lo loco y tiene muchos más pasivos que activos en su balance. Si fuera un banco privado, estaría quebrado hace rato.

Emitir en pandemia (3 billones de pesos en menos de un año) fue un evento inevitable, consecuencia de que la Argentina no disponía de reservas internacionales ni crédito ni superávit fiscal ni fondos de pensión para afrontar semejante crisis. Pero incluso justificada, esta andanada de pesos descompaginó la macroeconomía y ahora se está pagando en términos de inestabilidad cambiaria y aceleración inflacionaria.

Seguir emitiendo al mismo ritmo en 2021 (bajo las premisas de apuntalar el rebote económico y proteger a los más humildes) terminará siendo nocivo para la economía y para la gente. En ciertas circunstancias, la inyección monetaria resulta eficaz para mover por un tiempo el consumo y el crédito sin recalentar los precios. No hay que pecar de monetarismo fanático. Pero por más cepos, regulaciones y controles que se intenten, no hay modelo argentino exitoso sobre la base de emitir moneda y contener el dólar y los precios. Lo avala la historia.

Activar la obra pública, suplementar el ingreso de la población más necesitada, aumentar jubilaciones, abaratar la luz y el colectivo o dar créditos emitiendo recurrentemente moneda no hace crecer la economía, no genera riqueza; todo lo contrario. Reactivar emitiendo es efectivo sólo de corto plazo. Gobernar emitiendo es una decisión cortoplacista: es vender espejitos de colores para la elección más cercana. Pura miopía, cero horizonte, cien por ciento “país chiquito”. Gobernar no es emitir. Hasta que la dirigencia no lo entienda, estaremos “condenados al fracaso”.