Las "Superstars" lideran el capitalismo del siglo XXI

Economia
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A la cabeza del capitalismo se encuentra un conjunto de grandes compañías globales – unas 88.000 con 600.000 asociadas y afiliadas – que constituyen el sistema integrado transnacional de producción (SITP),

que es su estructura básica en el siglo XXI.

La característica de estas empresas es que poseen una mayor participación en las ganancias de capital, revelada por una tasa superior de retorno sobre el capital invertido; y las 6.000 más importantes – que McKinsey Global Institute denomina “superstars” – obtienen más de 65% de las ganancias de capital (antes del pago de impuestos) del conjunto del sistema, en tanto que el 10% de arriba de estas firmas captura 80% de las ganancias de capital del SITP, mientras que el pico del 1% de la pirámide absorbe 36% de las ganancias de capital de las 88.000 compañías que constituyen la producción transnacional, que es el rasgo distintivo del capitalismo de la época.

La tendencia a la disparidad en el sistema se profundiza cada vez más; y las 6.000 “superstars” tienen hoy ganancias que son 1,6 veces mayores que 20 años atrás, mientras que las del 20% de abajo son incapaces de generar ganancias suficientes para cumplir con los intereses de la deuda. Esto significa que se acelera el proceso de consolidación (concentración) en los sectores de punta, que es el rasgo congénito de la acumulación capitalista desde la 1era revolución industrial (1780/1840) en adelante.

El capitalismo es un sistema de acumulación auto-inducido inherentemente dinámico, que supera su tendencia al estancamiento provocado por el aumento de la tasa de capital orgánico (alza del capital fijo en relación al capital variable) a través de sucesivas revoluciones tecnológicas arrastradas por la innovación. Esto implica que en todo momento hay ganadores y perdedores; y de ahí la tendencia a la concentración/consolidación.

BANER MTV 1

El resultado es que casi 50% de las “superstars” cayeron del 10% de arriba al 10% de abajo en las últimas 2 décadas; y recíprocamente, en el 1% del pico de la pirámide, más de 2/3 corresponden a compañías pioneras que no existían 20 años atrás.

Las “superstars” son cada vez más diversas, y provienen de todas las regiones y sectores del mundo, e incluyen tanto a bancos globales como manufacturas transnacionales; y por definición las de más rápido crecimiento se originan en los países emergentes – China, Asia en primer lugar -, debido a que disponen de una tasa de retorno sobre el capital invertido de 60% o más, en tanto que no alcanzan a 40% las del mundo avanzado.

Por eso, el 1% de arriba – unas 575 compañías - incluye a 315 de las de mayor capitalización de mercado, a 280 de las principales titulares de patentes y marcas, y a 53 de las 100 más innovadoras. Esta es la élite del sistema, el sector de vanguardia.

También se han estrechado significativamente los sectores de los que provienen; y ahora lideran el conjunto las plataformas de alta tecnología (Amazon, Microsoft, Alibaba, Tencent, etc.), los sistemas financieros y profesionales, y las industrias farmacéuticas y de equipos médicos.

En términos regionales, las “superstars” automotrices y de fabricación de bienes de capital – el capitalismo manufacturero - se concentran en 4 países: China, Alemania, Japón, y Corea del Sur, mientras que las de producción de recursos naturales – “shalegas” / “shaleoil” – se despliegan fundamentalmente en EE.UU y Canadá.

Las “superstars” destinan lo esencial de su inversión a los “bienes intangibles” (patentes, marcas, “capital humano”), en tanto aceleran vertiginosamente en un efecto combinado la digitalización de sus procesos y sistemas, que es el núcleo de la 4ta revolución industrial.

El cálculo de McKinsey es que las 575 principales “superstars” han percibido ganancias por US$3,5 billones en los últimos 2 años, lo que representa 15% del total de la producción transnacional, y entre 22% y 25% de las del capitalismo globalizado.

Lo esencial de la acumulación capitalista es el aumento sistemático de la productividad (alza del producto por encima de los insumos utilizados); y ésta surge del cruce entre la división del trabajo nacional e internacional, y la especialización; y la regla es que en la medida que la primera se amplía, la segunda se profundiza.

De ahí que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) estime que las “superstars” del 1% de la cima son ahora 3 veces más productivas que el promedio del sistema, con un núcleo de punta en que la productividad es 4/5 veces superior. El capitalismo es inherentemente dinámico y profundamente desigual. Esta es su naturaleza y la razón de su éxito histórico.

El capitalismo, en suma, es estructuralmente heterogéneo; y esto hace que su dinamismo excepcional surja de un proceso constante de “destrucción creadora”, en que la masa de las inversiones y de la fuerza de trabajo altamente calificada se vuelca incesantemente hacia los sectores de superior productividad, y abandona a los que la han perdido o agotado.

Todo tiene en el capitalismo un carácter general, y no hay en él nada de particular. Esta es la razón de ser del sistema, su lógica fundadora.