Rubén Torres: "Cristina Kirchner hizo poco o nada por el sistema de salud en su gestión"

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-Usted conduce la Universidad ISalud, dependiente de una fundación creada por Ginés González García. ¿Cómo es su relación con el actual ministro?

-Con Ginés nos conocemos de la militancia

-Usted conduce la Universidad ISalud, dependiente de una fundación creada por Ginés González García. ¿Cómo es su relación con el actual ministro?

-Con Ginés nos conocemos de la militancia

política y lo considero uno de mis mejores amigos. Hablamos muy seguido. Tenemos una amistad personal, forjada en la política. Esto no implica que coincidamos en lo político, hoy. Considero que es uno de los líderes más importantes que Argentina tuvo en los últimos años en gestión sanitaria. Su capacidad para formar equipos es un dato a destacar. Y su habilidad política. Que haya sido nombrado ministro dos veces habla de eso.

-¿En qué sentido no coinciden en lo político?

-Tenemos el mismo objetivo: lograr una Argentina más justa y equitativa. Por ahí lo que nos diferencia son los caminos para lograrlo. Yo soy peronista y no creo que el kirchnerismo sea parte del peronismo. Pero eso no tiene que ver con Ginés. En los valores coincidimos.

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-Como cirujano de hospital público, ex miembro de la OPS, ex superintendente de Servicios de Salud y con formación en Sociología, ¿qué le hubiera recomendado al Gobierno con los primeros casos de coronavirus?

-Es muy difícil criticar desde la butaca a quienes juegan un partido de enorme incertidumbre. Argentina y muchos otros países no estaban preparados para un desafío así. Fíjese que usamos las mismas herramientas que en la pandemia de 1918: barbijo y distancia social. Hay que innovar y ser creativos, pero relatar con el diario del lunes me parece muy poco ético. En general, creo que se manejó aceptablemente bien la pandemia, aunque posiblemente haya habido algunos errores importantes de comunicación.

Que Argentina no tenga aún una vacuna contra el coronavirus aprobada para mayores de 60 años "es una debilidad importante", señaló Rubén Torres, médico y rector de la Universidad ISalud. Foto: Andrés D'Elía

Que Argentina no tenga aún una vacuna contra el coronavirus aprobada para mayores de 60 años "es una debilidad importante", señaló Rubén Torres, médico y rector de la Universidad ISalud. Foto: Andrés D'Elía

-Carla Vizzotti propuso cambiar el plan de vacunación y el Presidente la desautorizó. ¿Qué pasó?

-Una sola dosis para aumentar el número de inmunizados se discute en todo el mundo, pero, a diferencia de otras vacunas contra el coronavirus, la rusa tiene dosis complementarias. Argentina compró cierta cantidad de esquemas; cualquier cambio de ese tipo requeriría modificar el acuerdo de negociación. El episodio representa cómo en la pandemia hay errores, no de gestión sino de comunicación. Se da en la transmisión de datos e ideas, incluso siendo acertadas. Es un problema porque estas vacilaciones afectan la confianza en la importancia de vacunarse.

-¿A qué atribuye estos errores?

-En lugar de trabajar todos juntos, pareciera que, aun en una pandemia, cada lado de la grieta quiere ensalzar sus éxitos. Además, en el Gobierno parece haber distintas posiciones, considerando que es un frente muy heterogéneo. Estas inconsistencias, por las discrepancias internas en una coalición como el Frente de Todos, afectan al Gobierno no solo en el rubro “salud” sino en otros ámbitos de la gestión: en el conflicto con el campo, en el plano económico...

-También hubo contramarcha en la autorización al aumento de las prepagas.

-Otro error de comunicación. Son temas muy grandes que no se pueden llevar a la discusión pública. Muestran las discrepancias entre los sectores de la coalición de Gobierno. Fíjese que seguramente, el superintendente de Servicios de Salud (Eugenio Zanarini) discutió esto con las prepagas, y lo discutió con la venia del ministro de Salud, que de última es el que firmó el decreto. Pero debe haber otra porción, que no es solo el Presidente (Alberto Fernández), ¿eh? Porque él fue el ejecutor... digo, otro sector en la coalición que no opina esto y que presionó para que se diera marcha atrás con el aumento.

-¿Qué otro sector?

-En el plano de Salud hay pensamientos muy disímiles sobre qué hacer con la reforma. Posiblemente, el Ministro y el Superintendente tengan un pensamiento que claramente difiere de otros grupos sanitarios que intervienen y dan su opinión al Gobierno. Es el caso del grupo “Soberanía sanitaria”, que encabezan los doctores (Nicolás) Kreplak y (Daniel) Gollan (viceministro y ministro de Salud bonaerenses, respectivamente). No hago juicios de valor, pero evidentemente opinan distinto. Y ambos tiene poder político dentro de la conducción. Otro ejemplo es la conducción del PAMI y del IOMA: de muchos temas, no piensan lo mismo que el ministro de Salud.

-¿Cómo evalúa la campaña de vacunación?

-Hay que poner, por un lado, los deseos, y por otro, las posibilidades. Mi deseo es que se hubiera vacunado al 50% de la población. Pero la realidad mundial impone dificultades en la provisión y en la logística. Argentina es el país de América Latina que más personas inmunizó por millón de habitantes.

-Acá la vacuna Sputnik V todavía no fue aprobada para mayores de 60 años.

-Es una debilidad importante. Necesitamos información cuanto antes. Por ahora vamos bien con la protección de los profesionales de la salud, pero siguen los adultos mayores y sin dudas requerimos tener información suficiente para poder avanzar.

-El Gobierno dijo que para febrero llegarán dosis para vacunar a 10 millones de personas. ¿Cómo lo ve?

-Parece difícil. Lo veo como un problema político. Tanto el Gobierno como la oposición toman estos temas como bandería política. La grieta no se pudo superar con la pandemia. Hay que apuntar a eso. La actitud del Gobierno no ayuda. En dos o tres oportunidades se jactaron de ser los mejores.

-¿A qué se refiere?

-Cuando el Presidente hacía esas conferencias en que mostraba cuadros, en ciertas oportunidades recibió quejas de Chile, Suecia, también aludió a Uruguay por su desempeño. La actitud de “soy el mejor” no contribuye. Necesitamos a todos los sectores contra la pandemia. Ni que el Gobierno se jacte ni que la oposición critique virulentamente.

-En estos días se habló de una reforma al sistema de salud. ¿Qué opina?

-Si uno lee todo lo escrito sobre reformas al sistema argentino, desde los radicales hasta el kirchnerismo, en líneas generales estamos todos de acuerdo. El problema es cómo enfrentar los problemas que esa reforma va a suscitar.

-¿Podría describir mejor las diferencias en el "cómo"?

-Hay falta de voluntad política. No necesitamos más diagnósticos: desde hace 40 años, los más destacados sanitaristas plantean cosas similares. Pero mire las últimas tres o cuatro elecciones: la salud desapareció de la agenda pública. Es una de las tres grandes deudas sociales, con la reforma tributaria y la previsional. La propia Vicepresidenta (Cristina Fernández de Kirchner) sacó a la luz la idea de una posible reforma, pero ella y su marido (Néstor Kirchner) gobernaron 12 años y nunca intentaron modificar el sistema de salud. Lo ignoraron.

-¿Hay una actitud oportunista?

-Sí. Hagamos el análisis político. Quien trae el tema es una persona que hizo poco o nada por el sistema de salud. Y lo hace en medio de una pandemia. Nadie discute que la reforma debe hacerse, pero, ¿es esta la oportunidad para discutirla? Hablamos de un sistema que, más allá de las opiniones, resistió bastante bien el embate del coronavirus.

-¿Cómo sería una reforma de salud razonable?

-Acá hay tres sectores. En el sistema público, el problema es de subfinanciamiento. Argentina es uno de los países que más gasta en Salud en la región. No así en cuanto a la inversión en el sistema público de salud, lo que explica la gran ineficiencia del sector.

-El segundo grupo son las obras sociales...

-Sí. Hay 300 obras sociales sindicales, pero solo 15 nuclean el 80% de los beneficiarios. Para el resto es insostenible. Y los monotributistas pagan 1.041 pesos por mes, cuando el Programa Médico Obligatorio cuesta casi el triple. No se pueden dejar de mencionar los dos grandes monstruos de la seguridad social. Uno es el PAMI, históricamente deficitario. No me cierra que infinidad de gobiernos hayan siempre elegido autoridades corruptas. Debe haber -en todo caso, también- un tema de funcionamiento para revisar.

-¿Y el otro “monstruo”?

-Las obras sociales provinciales. Cubren a los empleados de cada jurisdicción con los aportes de ellos y del Estado provincial como empleador. A la vez, los hospitales públicos provinciales se mantienen con plata de las provincias. Fíjese qué sinrazón: en ninguna de las 24 jurisdicciones, la obra social y el sector público actúan juntos, por ejemplo, para comprar medicamentos y tener mayor poder de compra. No es un tema técnico sino político.

-¿Qué rol juega la medicina privada?

-La pandemia mostró que los recursos humanos, en especial en las provincias, son escasos, lo que lleva a una competencia. ¿No sería lógico definir una colaboración público privada si queremos avanzar en una reforma? Se dijo que se quería hacer “desaparecer” a las prepagas, pero deberíamos hablar de cómo lograr que la atención pública y privada se fortalezcan entre sí. La pandemia aunó un poco los esfuerzos. No los acercó el amor sino el espanto.

-Lo de “unificar esfuerzos” seguramente no alegre ni a las prepagas ni a las obras sociales...

-El objetivo de un sistema de salud no es que un sector esté contento sino mejorar las condiciones de salud de los argentinos. Es una decisión política. No le echo la culpa a las prepagas: son resultado del abandono del sector público, que empujó a la clase media y media baja a hacer un esfuerzo para pagar una atención que de otro modo no se les brindaba. Pero se sabe que no hay ningún lugar del mundo en que los sistemas de salud sean equitativos bajo un sistema de seguros privados. Con las obras sociales es igual: dejar contentos a unos y a otros demoró los cambios que requiere el sistema.

-¿Qué cambios son?

-Priorizar las condiciones laborales, salariales y la formación de los profesionales de la salud. Mejorar la atención primaria, actualizar guías y protocolos, el seguimiento de pacientes crónicos y la matriculación de los médicos, que debería ser nacional. Revaluar el rol de los farmacéuticos y no sean solo “expendedores”. Implementar la historia clínica digital unificada para facilitar los procesos. Discutir el precio de los medicamentos. La política distorsionó las prioridades. Se habla de una reforma y salen las prepagas a hablar de aumento y, las obras sociales, a pedir más plata. Yo no escuché a nadie hablar de estos temas.

-Pero, en concreto, ¿cómo sería una unificación público-privada del sistema de salud?

-No coincido con (el dueño de Swiss Medical y director de la UAS) Claudio Belocopitt cuando afirma que los centros privados atienden al 70% de los argentinos, aunque es cierto que el 70% lo hace a través de su mutual, obra social o prepaga. Cumplieron un papel relevante en la pandemia: merecen un reconocimiento, igual que los médicos de los hospitales. Las prepagas tienen 6 millones de afiliados, 7% u 8% de la población, igual que en otros países. Ahora bien: si usted está en Europa o Canadá, el sector público le da al menos el 80% de las prestaciones. Contrata una prepaga como complemento para ítems como atención odontológica o internación en cuarto individual. ¿Cómo es en Argentina? Cuando compra un sistema prepago, usted está comprando todo: desde el nacimiento de sus hijos hasta el cuidado paliativo antes de la muerte.


Cirujano y sociólogo, lejos del statu quo

“Hobbies no tengo. Diría que soy bastante workalcoholic”. Rubén Torres se autodefinió sin mucha pompa. El año pasado, en plena pandemia, cumplió 70. Vive en la provincia de Buenos Aires, pero nació en Capital, en el barrio de Flores. Sus padres, un obrero y una modista, vieron en su único hijo varón el primer profesional de la familia, graduado como Médico con diploma de honor en la UBA. Quiso ser cirujano infantil y lo concretó. Pero en algún lugar, quizás entre la militancia peronista (“todavía estoy afiliado, ¿eh?”) y una sensibilidad social evidente bajo un tono serio que engaña bastante, se fue forjando en Torres un segundo interés: la sociología. “Hice conjuntamente las dos carreras, pero solo hasta el Golpe militar. Me faltaban pocas materias, pero la dictadura cerró la facultad. Así que recién años después, en el 92, pude hacer una maestría en Sociología que dictaba la Academia de Ciencias Checa”, repasó.

Antes, en el 88, se había ido a vivir a Bélgica para hacer una especialización en trasplante hepático infantil. Hay que pasar varias páginas de su vida como médico de hospitales aquí y allá para llegar a la otra etapa que importa: la de la gestión sanitaria, el gran tema que hoy lo apasiona.

Para Rubén Torres, médico y rector de la Universidad ISalud, el coronavirus unificó "algo" a los sectores público y privado de la salud. "No los unió el amor sino el espanto", dijo.

Para Rubén Torres, médico y rector de la Universidad ISalud, el coronavirus unificó "algo" a los sectores público y privado de la salud. "No los unió el amor sino el espanto", dijo.

Luego de estar al mando de la Superintendencia de Servicios de Salud (2002-2006), Torres se fue a vivir tres años a Montevideo, Uruguay, donde trabajó como asesor en seguridad social de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Arranca, así, la etapa cosmopolita de este hombre, ahora “guardado” en su casa por el coronavirus. Siguieron unos años en Chile y, finalmente, en Washington, Estados Unidos, hasta que regresó a la Argentina “por un tema familiar”. “Volví a Buenos Aires y asumí como rector de la Universidad ISalud, cargo que todavía ocupo, el 27 junio de 2013”, recordó. 

En la charla, la política (es decir, el contacto que Torres mantuvo con algunas figuras de la más alta esfera de poder) está siempre ahí, bordeándolo todo: “¿Estar en la gestión pública? Me lo han ofrecido varias veces. No en la pandemia. De hecho trabajé con (Eduardo) Duhalde, (Néstor) Kirchner y (Carlos) Menem. Fui subsecretario de Salud de Santiago del Estero durante la intervención de (Juan) Schiaretti. No tendría ningún problema. El tema de la salud no tiene que ver con la identificación partidaria. Pero debe haber un acuerdo político para impulsar un plan de renovación de mediano plazo, de al menos 15 años. Tengo mis condiciones”.

Es padre. Las hijas son tres mujeres abocadas de uno u otro modo a la atención de la comunidad: psicología, terapia ocupacional y turismo, respectivamente. Y hay en el "lado B" de Torres, un abuelo de cuatro niños: "Me encanta jugar con mis nietos. Es lo mejor que a uno le pasa en la vida".

Tal vez haya en él, además, un docente. Está en esos “fíjese” tal cosa y tal otra, con que introduce buena parte de sus argumentos. Es un erudito, un apasionado del dato. “¿Qué leo? Novelas históricas. Es lo que más me gusta”, resumió. Quizás sea una forma de proceder: evaluar “el todo”, analizar las partes, hallar el problema y operar para resolver. Actitud de cirujano.

Itinerario

Rubén Torres nació en Buenos Aires en 1949. Es médico cirujano infantil (UBA), especialista en planificación de políticas sociales, magister en Sistemas de Salud y Seguridad Social, y en Sociología. Fue Gerente de Sistemas de Salud de la OPS y representante de OPS-OMS en Chile. Superintendente de Servicios de Salud (2002-2006), en su gestión la institución recibió el Premio Nacional a la Calidad. Fue subsecretario de Salud de Santiago del Estero; director del hospital Houssay y de la maternidad Santa Rosa de Vicente López. Fundó y dirigió el Centro de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, presidió el CENAS y es autor de “Mitos y realidades de las obras sociales” y “Política sanitaria en el país de los argentinos”, entre otros. Hoy preside la Federación Latinoamericana de Hospitales y es rector de la Universidad ISalud.

Al toque

Un líder: Son dos. Mariano Moreno, por ser un innovador y un apasionado de la Educación, que creía transformadora de la política. Y Juan Domingo Perón, por cambiar la realidad social argentina.

Un desafío: Lograr un sistema de salud accesible y equitativo para todos los argentinos.

Un libro:“El corazón de piedra verde”, de Salvador de Madariaga.

Un lugar: Uruguay y México. En Argentina, mi casa.

Un equipo: San Lorenzo de Almagro.

Una bebida: Cognac.

Una comida: Pastel de papas.

Un recuerdo: El nacimiento de mis hijas y mis nietos.

Una pasión: La política.