Edith, la mujer que sobrevivió a todos los terremotos de San Juan: "Esta vez no pasó nada, el del 44 fue feo de verdad"

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Edith Guajardo tiene 91 años. Vive en Rawson, a 26 kilómetros de la ciudad de San Juan, con su marido, que ya alcanzó la evangélica edad de 97 años.

Conviven en la misma casita de toda la vida. Allí vivieron los dos terremotos más grandes de esa provincia y, por suerte, sobrevivieron a todos.

Edith cuenta que estaba sentada mirando el noticiero cuando sintió el temblor del sismo de 6,4 escala Richter que el lunes afectó esa provincia y también se sintió en Mendoza y Córdoba. "No sé cuando segundos habrá durado pero era muy fuerte y muy escandaloso. Me puse muy nerviosa como siempre. He vivo tantos terremotos que ya no doy más. ¡Dios mío!. Así es la vida. ¿Qué la vamos hacer?".

Con una lucidez envidiable, y una verborragia olímpica, Edith expresa, llena de palabras y expresiones, que el terremoto de anoche fue como "una explosión que se sintió muy fuerte". "Se han caido algunas cosas pero, gracias a Dios, la casa mía es muy segura. No pasó nada. Igual, a pesar de mi larga experiencia, yo me sigo a asustando como una virgen con los temblores. Se ve como se mueve todo; los árboles y las casas se sacuden. Vivir esto es muy feo. Y además, vivir a los 91 es todo un tema. Yo siempre atino a disparar. Por más que haya vivido los anteriores, mi instinto es salir a la calle. Esa ta vez, como me agarró dentro de casa, me puse en el umbral de la cocina y el comedor. Es el lugar más seguro, porque con los temblores los vidrios suelen estallar".

Edith Guajardo en 1944

Edith Guajardo en 1944

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Cuenta que inmediatamente después del sismo, sus hijos y nietos la visitaron para saber cómo estaban. "Claro, entiendo, estaban preocupados. Somos dos viejitos que viven solos y estos temblores dan mucho disgusto". 

Edith vivió el terremoto del 44. Se acuerda con detalle gracias a su increible memoria fotográfica. "Ese fue muy feo. Era la San Juan vieja. Estaban todas esas construcciones de adobe. Y tenía 12 años. Se caían los techos, los cables de la luz. Fue un desastre. Las personas quedaban atrapadas bajo los escombros. Tengo aún la imagen viva de ver brazos y piernas de personas que habían sido aplastadas en un derrumbe".

Y sigue: "Luego vino del 77. Ese fue bastante largo y feo. Me acuerdo que se habían abierto grieta en la calle del sacudón. En ese momento, yo estaba dentro de mi casa, sola. Eran las seis de la mañana y mi hijo estaba por ir a la escuela. De pronto, las paredes las casas como que ondulaban. Ese fue duro porque fue como un remolino. Hubo muchas víctimas. El susto que uno tiene es enorme porque se siente que se le está cayendo todo encima".

Y antes de cortar, Edith pidió, a modo de rezo... "ya está señor, después de lo que viví. Uno está mirando para arriba por el techo por si cae. Yo ya cumplí. Listo, no más".