Llovió, habrá cosecha y encima tenemos precio

Economia
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Hola, ¿cómo estás? Espero que bien, como yo, que estoy más tranquilo después de la marcha atrás del gobierno con el cierre del registro de exportaciones del maíz. De todas maneras

el aire quedó cargado con un tufillo azufrado, como cada vez que el diablo mete la cola. Esperemos que sigamos buscando soluciones dentro de un clima de sensatez, porque es lo que le conviene a toda la sociedad.

Necesitamos dólares, necesitamos actividad, necesitamos negocios competitivos, que no requieran subsidios ni tengan una balanza comercial negativa. Necesitamos agroindustria. Y buena parte de lo que necesitamos se viene dando. ¡Sorpresa! Cuando todos vaticinaban un verano seco, se largó a llover. El maíz temprano pagó el peaje de la falta de agua, pero hay alivio para la soja de primera, se pudo terminar de sembrar la de segunda, y también los maíces tardíos. Así que tenemos cosecha.

Y encima, tenemos precio. Y en esto me quiero detener. No solo para insistir en que lo mejor que le puede pasar al país en esta instancia crítica es contar con buenos precios agrícolas. “P x Q” (precio x cantidad) es la ecuación que miran los economistas. Bueno, el PxQ este año promete 5.000 millones de dólares más en exportaciones que el 2020. Las mercados de futuros indican que las cotizaciones empezarán a ceder cuando, en octubre próximo, ingrese la cosecha norteamericana.

En el ínterin, habremos vendido todo el trigo, la mayor parte del maíz y de la soja, aprovechando la ventana que se abrió ahora, cuando el Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) avisa que la cosecha de maíz del corn belt será 7 millones de toneladas inferior a la esperada, y que Brasil no tendrá tanta soja ni maíz como se esperaba.

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En China están reconstruyendo sus planteles porcinos que fueron arrasados por la fiebre porcina africana.

En China están reconstruyendo sus planteles porcinos que fueron arrasados por la fiebre porcina africana.

Mientras tanto, los chinos ya no solo arrasan con toda la soja disponible, sino que avanzan sobre el maíz. Están reconstruyendo rápidamente sus planteles de cerdos, diezmados por la fiebre porcina africana, y no pueden sofrenar el apetito carnívoro de su gente. Mondo carne.

Y aquí está lo interesante del “momentum”. La estampida de los precios agrícolas se concentra básicamente en los dos rubros más dinámicos del siglo XXI: los granos forrajeros y la soja. Ambos se destinan a la alimentación de todo bicho que camina y va a parar al asador. Un hecho para tener en cuenta, frente al embate vegano, que estableció una vigorosa tendencia de fondo. Sin embargo, al ir a los papeles, parece que el aspiracional de las proteínas animales tiene todavía más fuerza.

Estamos, claramente, en un cruce de caminos. Es un hecho fundamental para la Argentina, que por historia y estructura se especializó en proveer los insumos básicos para la alimentación animal (maíz y soja). Si el mundo se convierte al veganismo, chau pampa húmeda. Pero a la luz de los mercados, pareciera que la mayor parte de la humanidad está transitando de lo vegetal a lo animal. Y la tendencia inversa, que parece inexorable a largo plazo, se tomará más tiempo. Es un tema apasionante y está bien que todo el mundo esté alerta.

Las grandes compañías de proteínas animales han tomado posición frente al embate vegano. Marfrig, la número uno del mundo en hamburguesas, que en la Argentina reina con la marca Paty, celebró un convenio con la multinacional norteamericana ADM para que le provea los componentes críticos de un medallón vegetal. ADM se especializó en soja texturizada, proteína aislada y otros derivados de este maná que cada día gana más espacio en la góndolas.

Las veggie burguers son tendencia en Estados Unidos y llegaron al mercado asiático.

Las veggie burguers son tendencia en Estados Unidos y llegaron al mercado asiático.

Impossible Food y Beyond Meat se disputan el liderazgo de las veggie burguers. Hay emprendimientos en todo el mundo. En la Argentina, Cesar Belloso, ex presidente de Aapresid, hace un par de meses nos deleitó con sus hamburguesas de arveja.

Y por allí anda avanzando la carne de laboratorio, donde ni siquiera hacen falta las plantas. Pura ciencia, con un producto que posiblemente divida aguas entre “naturalistas” y morfones de lo que haya. Los primeros ya han dicho que la carne de laboratorio tiene toda la tabla periódica de los elementos de Dimitri Mendeleieff. Pero ya llegó a las góndolas en Israel, y hay también emprendimientos por todos lados. Los costos están bajando, por supuesto.

Algunos se ponen nerviosos, pero hay lugar para todos. Es más: no parece sostenible que 1.400 millones de chinos alcancen niveles de consumo de carnes similares a los países sudamericanos, donde pesa la tradición del gaucho que mataba una vaca para comerse el lomo y vender el cuero. El resto, pa los caranchos… Encontrarle la vuelta y darle gusto a los derivados vegetales es acercarse a la fotosíntesis, lo que implica eficiencia económica y ambiental.

Hay para todos los gustos y entonces, habrá mayor competencia. Eso también es una buena noticia: los mercados cumplirán el papel de orientar al consumidor, que decidirá según sus gustos, su conocimiento y su poder adquisitivo.

Los buenos gobiernos son los que dejarán que esto suceda. Los buenos comunicadores son los que apelarán a la ciencia sana. Los buenos consumidores serán los que sepan combinar conocimiento, placer y cultura.

Sí, hay y habrá cada vez más y para todos los gustos. Es el reino de la libertad, estamos cerca y no hizo falta otra cosa que darse cuenta. Como nos enseñó Victor Trucco.