Un viejo fantasma recorre el mundo: ¿vuelve la inflación?

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¿Volverá la inflación?”, se planteaba a principios de diciembre The Economist en su portada. El título alude a los paquetes de estímulo de las economías más avanzadas del mundo para contrarrestar

la pandemia, que contemplan un combo de emisión, deuda y “los déficits fiscales en niveles históricos”, resumió Martín Vauthier, economista jefe de la consultora Eco Go. El riesgo existe, pero en niveles muy por debajo del doble dígito que registra y padece la Argentina desde hace años.

“La tasa de inflación esperada para Estados Unidos este año es de 2,24% y en la Unión Europea, 1,1% para 2021. Representan un salto con respecto a las del año pasado: 1,9% y 0,3%, respectivamente”, grafica el consultor Marcelo Elizondo. Tales indicadores, coinciden los expertos, todavía no generan alarma, pero “no todo es gratis”, advierten.

La mayor liquidez , remarca Elizondo, derrama en varios sentidos y en algunos casos favorece a la Argentina, como la suba de precios en los commodities, pero aclara que “si se mantiene la inyección monetaria sin un programa de desmantelamiento posterior, podrían generarse presiones inflacionarias”. De todos modos, dice que un eventual alza de precios “nunca llegaría a niveles argentinos”: 36,1% el año pasado, con una proyección del 50% para 2021.

Frente a la emergencia, “la capacidad de respuesta monetaria y fiscal de los países fue muy variable. Los más desarrollados, incluso, pueden emitir y depreciar sus monedas sin que repercuta en la inflación”, describe Vauthier. Incluso en la región aprovecharon el exceso de dólares. “Perú colocó deuda a 100 años, México a 50, siempre a tasas muy bajas”, que en ningún caso superan el 4% anual. La Argentina paga 16%.

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“No todo fue emisión monetaria y cada país adoptó su propia estrategia. El punto es que en los Estados Unidos, la base monetaria va por un lado y la inflación, por otro”, distingue el director de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina. Igual, el economista señala que las ayudas estatales generaron un contexto de “mucha liquidez”, lo que repercute en los mercados bursátiles y también de los commodities y “eso nos favorece relativamente”, opina Sigaut.

“Ambas cosas (alza del precio de las acciones y de los commodities) son caras de la misma moneda y están sostenidas por el exceso de dólares”, completa Vauthier. El experto pone de ejemplo el reciente ataque al Capitolio, que en cualquier época hubiese provocado un cimbronazo en las bolsas y en este caso “Wall Street ni siquiera se mosqueó”, dijo. Sin embargo, recalca que la abundancia de dólares impacta en otras áreas, como, por caso, en los mercados financieros y en los precios de los alimentos en países emergentes. “En diciembre de 2020, la inflación en Brasil fue la más alta desde 2003”, ejemplificó.

Queda claro que la emisión de dólares no es neutra, ni para los Estados Unidos ni para el resto del planeta. Para ponerlo en perspectiva, la base monetaria en 2008 (plan de salvataje por la crisis de Lehman Brothers) aumentó 16,8%. El año pasado, trepó 64,6% y “fue una de las más altas de la historia”, detalla José Bano, analista de la consultora Invertir Online. “El gran interrogante es si podrán neutralizarla”, añade Vauthier.

El cajón de herramientas contempla “medidas ortodoxas, como emitir bonos atractivos (deuda) para absorber dólares. Pero eso implica subir las tasas, lo que no es fácil, porque podría complicar la reactivación económica”, señala Bano. Vauthier recuerda que luego de 2008, el gobierno norteamericano lo intentó “y volvió para atrás por el tembladeral que se produjo”, sentencia.

Gustavo Neffa, de Research for Traders, señala que tanto por emisión como por deuda, los 4 principales bancos centrales del mundo (la Reserva Federal de los EE.UU., el Banco Central Europeo, Inglaterra y Japón) “ampliaron 30% la cantidad de activos”. Y que este año prevén hacerlo otro 7%, con el objetivo de estimular las economías mientras los efectos de la pandemia continúen. Todo esto contribuye en “aumentar la presión sobre los precios de los bonos y las acciones”, interpreta.

La Bolsa de Nueva York, donde cotizan las principales empresas del mundo, atraviesa un período de euforia, pero no es algo generalizado: “En el 4° trimestre, el índice S&P 500 (el panel de las empresas más valiosas) cayó 6,8% interanual”, aclaró Neffa. Dentro de ese conjunto, destacan los fuertes crecimientos que registraron las acciones de multinacionales tecnológicas, como Amazon, Apple, Tesla y Netflix. Las empresas argentinas no están al margen de ese contexto, con alzas y bajas según la realidad que afronta cada una.

Según un cuadro elaborado por la consultora GMA Capital , de febrero (un mes antes del inicio de la cuarentena) a la fecha, el ascenso más notable fue el de Mercado Libre. El valor de mercado del gigante de Marcos Galperin creció 223% en ese período, para pasar de US$30.623 millones a US$98.774 millones. La contracara es YPF. Las acciones de la petrolera argentina cayeron 54% y su valuación ronda los US$ 1.700 millones.

El informe destaca la disparidad de rendimientos entre Galicia (-38%), Pampa Energía (-13%), Edenor (-18%), Irsa (-10%), Loma Negra (-5%) y Despegar (-4%). Por su parte Globant, que salió a la bolsa en 2014, duplicó su valor en los últimos 12 meses y quebró la barrera de los US$8.300 millones.

A mediados de 2020, incluso se dio el lujo de posicionarse como la segunda empresa más valiosa del país, cuando superó a Tenaris. Tras el repunte, la empresa del grupo Techint recuperó el puesto (US$9.300 millones) pero es un 13% por debajo de lo que valía en febrero.

“El alto precio de las acciones refleja en parte la abundancia de dólares. ¿Si es una burbuja? Es difícil saberlo hoy por hoy, pero si llega a serlo puede llegar a durar varios años”, explicó Vauthier.