El Madrid se afana en volver a la normalidad

Deportes - RDN
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El traumatizado Real Madrid llegaba a Vitoria tras haber perdido la Supercopa, la Copa y (no se dice mucho) a Jovic y quizás a Odegaard. Una plantilla debilitada por mala gestión en
el momento en que otros se refuerzan. El Alavés le recibía en el día de su centenario y no estaba Zidane, en casa por Covid. Bettoni, de lejos, daba el pego. Era otro observador calvo y tranquilo. El Alavés comenzó con mayor brío y ese brío tuvo su cumbre en el minuto 13, con una ocasión de Martín en el área. El Madrid contestó de inmediato con otra doble de Benzema, con tiro al palo incluido, y desde entonces ya no soltó el partido. Al saque de esquina siguiente, Casemiro marcó de cabeza el 0-1 con una impactante facilidad. La conexión de Modric con Benzema se explotó mucho y bien en esos minutos. Modric también alumbró una jugada de Mendy, que estuvo a punto de dar el último pase letal. El Madrid dominaba el partido desde el mediocampo, según una perfecta división de funciones: Casemiro marcaba y sostenía, Kroos iniciaba el curso de la jugada (a ese paso suyo que no llega ni a trantrán), y Modric desequilibraba dando pases definitivos en la mediapunta, donde tantas veces no hay nadie ni pasa nada. El 4-4-2 del Alavés quizás resultaba demasiado liviano. Su debilidad defensiva, su cremosidad táctica, hizo que el Madrid llegara con una facilidad desconocida, apenas vista esta temporada. Como sería que hasta Hazard comenzó a aparecer. En el 28 ya tuvo una ocasión, un slalom desde la derecha. El Madrid dominaba, tanto que el riesgo mayor, el único riesgo era que esos minutos se le quedaran en nada. Es sabido que el dominio sin gol revive al dominado. Hazard, gol y «asistencia» Tuvo largas posesiones de banda a banda, de área a área. Era como alguien probando el coche en un circuito vacío, vuelta tras vuelta, vuelta tras vuelta... Muchas veces estos partidos se le trasforman al Madrid tras el descanso, pero esta vez no iba a suceder. En el 42, Hazard, entre la espuela y la inhibición, le dejó el balón a Benzema , que fusiló con una contundencia no muy habitual. No era el “faux” nueve, era nueve nueve. El Alavés estaba siendo el equipo más dócil de la temporada, un pequeño gran desastre defensivo capaz de revivir el ataque fúnebre del Madrid. La cosa quedó demostrada poco después, cumplido el 45, con una pérdida de balón que ganó Kroos e hizo llegar a Hazard, que resolvió con un gran control y un toque zurdo para el 0-3. Bettoni no tendría que darles una charla motivacional en el vestuario. Unos y otros se ahorraron ese trance. A la vuelta, el Alavés se aplicó con pundonor, y pronto marcó el 1-3, un remate de Joselu en el 59, a balón parado. El Madrid ya tenía la pelota en la primera parte, y en la segunda la quiso tener aún más, pero en un tener por tener, un tener por no dejar de tener. Necesitaba el estímulo ofensivo, el sentido, el norte de la portería. Al Madrid, el sopor del toque le hace perder la brújula, como si la aguja se le desmagnetizara y la portería estuviese en otro sitio. A Abelardo el gesto se le puso optimista (hay entrenadores de rostro impenetrable, pero no es el caso), y mandó a sus hombres a mayor presión. Los balones que mandaban a Joselu (ya estaba Lucas Pérez para eso) tenían un aroma de posibilidad, pero el Madrid no le dio más oportunidad. La relación Modric-Benzema, quizás la única conexión neuronal no dañana en el Madrid, se activó en el minuto 70. Otro buen pase croata para Benzema, en su vieja posición de extremo izquierdo. Desde allí, jugada exquisita («qué clase tiene», «cómo baja a recibir»…) y gran plasticidad en el gol. Esas cosas de Benzema, que a veces hace exhibiciones de día festivo, un poco gratuitas. Zidane al teléfono El gol le pilló a Bettoni de conferencia telefónica con Zidane y su rostro era como el de Gila hablando con el enemigo. Empezaron los cambios. Se fue Modric, el mejor, pero quedó Benzema. La noche estaba para que el nueve de nuestras vidas engordara los números. También entró Isco, con ese caminar suyo de teckel superdotado que tiene. Con los cambios, los goles y la ausencia de emoción, el partido empezó a sonar como un entrenamiento. Menos que un entrenamiento, y sin las risas y jovialidad de las pachangas. El sonido de este fútbol covidiano lo recordaremos siempre como una de las cosas más tristes del deporte. Suena como debe de sonar el patio de una cárcel. No hubo mucho ya. Lucas aprovechó para hacer notar su constante profesionalidad, y tuvo unos minutos Odriozola, que llevaba tiempo sin salir ni en los cromos. El Madrid sale del temporal dañado pero más ligero y con el paisaje despejado: tiene una vuelta entera para recuperarle siete, quizás diez puntos al Atlético. ¿Se dejará Simeone? ¿Lo intentarán?

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/futbol/liga-primera-division-videos/abci-alaves-real-madrid-liga-santander-202101232007_directo.html