Silvio Berlusconi también se mete ahora en la batalla contra el gobierno de Italia

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La confusión domina este fin de semana el dramático cuadro italiano con el trasfondo de una pandemia que ha costado hasta este sábado 85.162 muertos, en una jornada en la que

se anunció que han llegado a 300 los médicos muerto desde que llegó el coronavirus, hace casi un año. Este sábado los contagiados fueron 13.331 y los decesos 488.

Lo único que no debía ocurrir, y puntualmente arribó es una crisis política a la italiana, de esas que cambiaron 66 gobiernos en la llamada Primera República que se agotó con el fin de la Guerra Fría y la desaparición de los grandes partidos: democristiano, comunista y socialista.

Al centro del escenario llegó un personaje como el multimillonario zar de la televisión Silvio Berlusconi, que dirigió tres gobiernos y varios escándalos con abundante presencia femenina, que todavía arrastran algunos casos judiciales.

Quedan tres días para que el primer ministro Giuseppe Conte elabore una estrategia ganadora. Acaba de salvarse en una votación en la que consiguió mantener una mayoría precaria en el Senado que lo ha debilitado.

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El miércoles 27 su gobierno, que se basa en una alianza entre el partido Democrático de centroizquierda y el populista Movimiento 5 Estrellas, debe afrontar una prueba aún más dura.

El Senado debe tratar una ley sobre las actividades judiciales y el ex premier Matteo Renzi, líder del pequeño partido Italia Viva que causó la primera crisis retirando su delegación parlamentaria del gobierno con 18 senadores, amenaza ahora votar en contra y no abstenerse como hizo hace unos días para mantener su capacidad de negociar un arreglo de poder.

Si esto se concreta, el gobierno se hundirá. Para salvarlo tendrían que acudir presurosos los “constructores”, que son senadores sueltos que deben sumarse a las fuerzas oficialistas. Algunos lo hicieron y así se salvó a medias Conte, pero la estampida de apoyo que se esperaba no se ha producido.

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, superó dos votos de confianza, pero su gobierno sigue en la cuerda floja. Foto: Víctor Sokolowicz

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, superó dos votos de confianza, pero su gobierno sigue en la cuerda floja. Foto: Víctor Sokolowicz

Nervios en el gobierno

Los socios del gobierno están nerviosos. Piden claridad al primer ministro. Le sugieren que arregle sus pleitos con Matteo Renzi y sus seguidores. Conte se niega. Prefiere ir a contarse abiertamente los votos en el Senado. Si pierde, espera formar un nuevo gobierno con nuevos “constructores”. O ir de cabeza a las elecciones anticipadas que ganaría la oposición de centroderecha.

Se barajan alternativas, como un gobierno de unidad nacional. Conte cuenta con otra ventaja concreta. Son los senadores que lo votarían pues si hay elecciones no volverán a sus bancas y se perderán los dos años que le quedan a la Legislatura, que significa abundantes mensualidades y muchos privilegios.

Pero ha surgido otro problema. Candidatos firmes a saltar el foso parecían los senadores de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, conservador liberal, que es la tercera pata que sostiene a la alianza de centroderecha, cuyos partidos principales son la Liga del soberanista Matteo Salvini y de la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, una formación que está creciendo en el apoyo popular.

Berlusconi, que era hostil a las elecciones anticipadas, ahora las mira con gran interés. En enero de 2022 el Parlamento deberá elegir al nuevo Presidente de la República, el cargo más prestigioso que sueñan todos los políticos. Salvini y Meloni prometieron a Berlusconi que él será el elegido por la derecha que ganará las elecciones, según todos los pronósticos.

Al parecer Berlusconi se dedica a impedir que Conte y sus promesas le armen una fuga en masa de senadores de su partido Forza Italia y se mueve con el látigo de la disciplina y promesas que él sabe cómo hacer atractivas.

Escenario complicado

La situación se presenta muy complicada para el primer ministro Conte y los partidos de la alianza oficialista de centroizquerda.

Es muy grande el desconcierto de los italianos, que según los sondeos rechazan por mayoría la idea que se maneje una crisis institucional con semejante pandemia en la que crecen los contagios y los miles de muertos.

La pandemia de coronavirus ha causado además una crisis profunda económica y social, con caída del nivel de vida y pérdidas de cientos de miles de empleos, y millares de empresas que piden ayuda en una situación precaria.

La salida a este intríngulis viene de la Unión Europea, que ha puesto en marcha un plan de 750 mil millones de euros, una cifra casi fantástica, para sostener a los 27 países devastados por la pandemia y la crisis económica y social, con planes de reconstrucción alimentados con subsidios y prestamos a muy bajo interés y largo plazo.

Italia es la más beneficiada, con 209 mil millones, de los cuales 80 mil van de regalo.

Esta crisis luce en Bruselas, sede de la UE, como una tormenta perfecta, que reactualiza los viejos prejuicios y constataciones acerca del estilo político peninsular.

El gobernador de Campania (Nápoles), Vincenzo De Luca, sostiene con un hiriente sarcasmo, que el real problema ahora es discutir la reapertura de los manicomios, cerrados hace décadas, para marcar su desprecio hacia los protagonistas de esta crisis.

La pandemia se expande en Italia y se demora la vacunación. Foto: ANSA

La pandemia se expande en Italia y se demora la vacunación. Foto: ANSA

Demora en la vacunación

El país afronta problemas apremiantes. Por ejemplo con los abastecimientos de millones de dosis de vacunas. El plan de vacunaciones masivas, única esperanza actual para doblegar la pandemia, ha comenzado a trastabillar por los retardos de Pfizer, el principal abastecedor, que ha disminuido en más de un 25% el envío de las dosis.

Se esperaba compensar con la entrada en el escenario, a fines de este mes, de AstraZeneca, vinculada a la universidad de Oxford, pero también este laboratorio anunció que tendrá problemas en el abastecimiento a sus clientes europeos.

Tras haber vacunado a 1.300.000 personas, Italia ha debido frenar porque es necesario aplicar una segunda dosis para completar la inmunidad de los ya vacunados. Pfizer promete regularizar sus entregas en febrero y marzo, pero se difunde un escepticismo creciente entre los 27 países de la UE.

Mientras tanto la pandemia en Europa se agrava, con Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal, España que afrontan una descontrolada expansión del virus.

En Italia, tras una devastadora segunda ola, la epidemia ha entrado en una meseta, estabilizando un alto número cotidiano de contagiados y muertos. Los italianos no se engañan, saben que acecha la Gran Epidemia, la tercera oleada, que ya está castigando a los países vecinos.

Creen que un nuevo período trágico es inevitable, que obligará a concentrar la batalla contra el corona virus en los hospitales, obligando a trasladar a otros escenarios las vacunaciones masivas. Una complicación que puede alcanzar dimensiones más trágicas de las que ya se han vivido.

Roma, corresponsal