Coronavirus: entre la militancia y el algoritmo, por qué Argentina no logra vacunar primero a los que más lo necesitan

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Entre la militancia y el algoritmo debe haber algún camino, aunque no sea fácil de encontrar. La cuestión es políticamente paradigmática, pero tiene especial impacto en el reparto de vacunas contra

el coronavirus. Es decir, para que la distribución que hace el Estado de este bien preciado no deba teñirse con los colores de un partido político ni, en la vereda opuesta, se delegue en la fría disponibilidad de un sitio web.

El problema de base es la escasez de dosis, con la errática llegada de la producción rusa, la promesa de una primera tanda de medio millón de las de AstraZeneca para fines de febrero y un lote del fondo solidario Covax cuyo caudal es un cuarto de lo que se esperaba. A a eso se suma la controversia por los criterios de distribución e inscripción para conseguir la vacuna. En definitiva, quiénes son hoy por hoy los que efectivamente terminan inmunizados.

En las últimas semanas habían llamado la atención en la Provincia mesas de La Cámpora en las que se anotaba a la gente que se quería vacunar. Allí no había discriminación por grupos de riesgo: muchos de los que se acercaban y dejaban sus datos posiblemente no puedan ser vacunados este año, dado que no pertenecen a las poblaciones que prioriza el plan nacional. Sin embargo, hay allí una especie de juego de emociones y expectativas: la ilusión de miles de argentinos que seguramente en algún momento tendrán sus dosis, aunque por ahora no se sepa cuándo.

Del lado porteño de la General Paz, la polémica corre por otro andarivel. No hay funcionarios que se saquen fotos mientras son inoculados, ni búsqueda de famosos para concientizar a la población. Los jefes políticos menores de 60 años ven una vacuna y se alejan. Y el objeto de deseo se canaliza sólo a través de un frío sitio web que centraliza el sistema de inscripción on line.

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En esa Web deben ingresar los profesionales médicos o los mayores de 70 años, por ejemplo, para tratar de conseguir ser parte de la “nueva clase” privilegiada con carnet de inmunidad. Eso sí, es preciso una extrema atención para cazar al vuelo el momento exacto en que se habilita el trámite, una vez que las dosis están disponibles.

Una residente de un geriátrico bonaerense tras recibir la Sputnik-V. Foto: Télam

Una residente de un geriátrico bonaerense tras recibir la Sputnik-V. Foto: Télam

El método exige una suerte de guardia permanente para conseguir una vacuna, que según los médicos provoca ansiedad y estrés. Este escenario determinó la reciente publicación de un comunicado conjunto del Foro de Profesionales de la Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires, integrado por 13 asociaciones entre las que figuran la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. Allí se compara el método para obtener una vacuna con la demanda de entradas para un recital.

"El gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha abierto un sitio web que ofrece unos pocos turnos para la vacunación contra el Covid-19 con una frecuencia irregular y desconocida por la comunidad, comenzando por el personal de salud. Esto exige una vigilancia diaria a horas insólitas, equiparando a la tan ansiada vacuna con las entradas a un recital o cualquier otro bien de consumo escaso. Además de la lógica ansiedad, se ha generado una situación de gran incertidumbre, dado que nadie sabe cuándo ni cómo se producirán esas vacantes, que se agotan rápidamente”, dice el documento difundido por el Foro.

Los profesionales, encabezados por las doctoras Liliana Herrendorf y Victoria Cohen, y las licenciadas Susana Benveniste y Marta Lifschitz, agregan: “Además de lo inaceptable de que se deba competir de modo individualista para obtener insumos relacionados con la salud, dependiendo de quién se entera primero o quién tiene más acceso a recursos tecnológicos, esto impide una adecuada planificación y gestión de prioridades y riesgos. Por ejemplo, no es lo mismo un profesional que puede atender remotamente que otro en contacto estrecho con pacientes. Pero la categoría 'profesionales independientes' no establece distinciones y sólo implica el azar de enterarse a tiempo cuándo se habilitó un turno para ser vacunado, con la consiguiente preocupación y angustia de los trabajadores más expuestos, que siguen viendo afectadas su tarea y su salud".

Uno de los puestos de inscripción de vacunación de La Cámpora en San Martín.

Uno de los puestos de inscripción de vacunación de La Cámpora en San Martín.

Efectivamente, los criterios de inscripción para obtener una vacuna no exigen, por ejemplo, trabajar en un hospital o en una clínica, donde los profesionales transitan sus jornadas laborales con una mayor exposición al coronavirus. Al personal de salud independiente se le exige su número de matrícula, con lo que incluso puede darse el caso de profesionales que no ejerzan y, sin embargo, logren aplicarse la vacuna, mientras otros médicos más vulnerables o la población mayor de 70 años siguen esperando sus dosis.

El mismo problema surgió en la provincia de Buenos Aires, cuando el Colegio de Psicólogos bonaerense ofreció a los profesionales del distrito inscribirse para recibir la vacuna rusa, sin ser determinante si el aspirante cumplía una función de riesgo que exigiera una inmunización inmediata.

Centro de vacunación contra el Covid en el Club Atlético River Plate: Foto: Mario Quinteros.

Centro de vacunación contra el Covid en el Club Atlético River Plate: Foto: Mario Quinteros.

Para completar el cuadro, se suman los “cartoneros de la vacuna”, personas que se presentan en los centros de inmunización para intentar recibir alguna dosis sobrante, que de no ser aplicada debería descartarse: cada ampolla se fracciona en cinco dosis que deben inyectarse en forma casi simultánea, y a veces se sufre la ausencia de candidatos legítimos a recibirla.

Es decir que el déficit de vacunas en la Argentina se ve potenciado no sólo por el abuso de “inoculaciones inspiradoras” protagonizadas por propagandistas de gobiernos tanto provinciales como municipales, sino también por la ausencia de un sistema que optimice los recursos, para que los primeros que se apliquen la Sputnik V o la próxima a llegar de AstraZeneca sean efectivamente aquellos que más las necesiten.

PS