Pánico y depresión: casi 7.000 mujeres se quitaron la vida en Japón mientras la pandemia se extendía

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Poco después de que Japón intensificara la lucha contra el coronavirus la pasada primavera, Nazuna Hashimoto empezó a sufrir ataques de pánico. El gimnasio de

Osaka en el que trabajaba como personal trainer suspendió las actividades, y sus amigos no salían de casa por recomendación del gobierno.

Por miedo a estar sola, llamaba a su novio, con quien tenía relación desde hacía pocos meses, y le pedía que fuera a su casa. Incluso entonces, a veces no podía parar de llorar. Su depresión, que había sido diagnosticada a principios de año, entró en una espiral. "El mundo en el que vivía ya era pequeño", dice. "Pero sentía que se hacía más pequeño".

En julio, Hashimoto no veía salida e intentó suicidarse. Su novio la encontró, llamó a una ambulancia y le salvó la vida. Ahora habla públicamente de su experiencia porque quiere eliminar el estigma asociado a hablar de la salud mental en Japón.

Aunque la pandemia es difícil para muchos en Japón, las presiones se han agravado para las mujeres. Como en muchos países, el número de mujeres que perdieron el empleo ha aumentado. En Tokio, la mayor metrópolis del país, aproximadamente una de cada cinco mujeres vive sola, y las exhortaciones a quedarse en casa y evitar visitar a los familiares han exacerbado el sentimiento de aislamiento. Otras mujeres han padecido las profundas disparidades en el reparto de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos en esta era de trabajo desde casa o han sufrido un aumento de la violencia doméstica y las agresiones sexuales.

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La creciente carga psicológica y física de la pandemia se ha visto acompañada por un preocupante aumento de los suicidios de mujeres. En Japón, 6.976 mujeres se quitaron la vida el año pasado, casi un 15% más que en 2019. Fue el primer incremento interanual en más de una década.

En Japón, 6.976 mujeres se quitaron la vida el año pasado. Foto: EFE

En Japón, 6.976 mujeres se quitaron la vida el año pasado. Foto: EFE

Cada suicidio -y cada intento de suicidio- constituye una tragedia individual que surge de una compleja constelación de razones. Pero el aumento entre las mujeres, que duró siete meses consecutivos el año pasado, preocupa a los funcionarios del gobierno y a los expertos en salud mental que se esfuerzan por reducir una de las tasas de suicidios más altas del mundo. (Aunque el año pasado se suicidaron más hombres que mujeres, lo hicieron en menor número que en 2019. En total, los suicidios aumentaron algo menos del 4%).

La situación se ha sumado a desafíos de larga data para Japón. Hablar de los problemas de salud mental, o buscar ayuda, sigue siendo difícil en una sociedad que valora el estoicismo.

Tensiones

La pandemia también intensificó las tensiones en una cultura basada en la cohesión social y que confía en la presión de los pares para fomentar el cumplimiento de los pedidos del gobierno de llevar tapabocas y practicar una buena higiene. Las mujeres, que a menudo son designadas como cuidadoras principales, a veces temen la humillación pública si de alguna manera incumplen con estas medidas o se contagian el coronavirus.

"Las mujeres cargan con el peso de la prevención del virus", afirma Yuki Nishimura, director de la Asociación Japonesa de Servicios de Salud Mental. "Las mujeres tienen que velar por la salud de su familia y tienen que ocuparse de la limpieza y pueden ser mal vistas si no lo hacen bien".

En un hecho que tuvo amplia difusión, una mujer de 30 años que se estaba recuperando del coronavirus en su casa se suicidó. Los medios de comunicación japoneses tuvieron acceso a la nota que dejó, en la que expresaba su angustia por la posibilidad de haber infectado a otros y haberles causado problemas, mientras que los expertos se preguntaban si la vergüenza podría haberla llevado a la desesperación.

La pandemia también intensificó las tensiones en una cultura basada en la cohesión social. Foto: Noriko Hayashi/The New York Times

La pandemia también intensificó las tensiones en una cultura basada en la cohesión social. Foto: Noriko Hayashi/The New York Times

"Desgraciadamente, la tendencia actual es culpar a la víctima", dijo Michiko Ueda, profesora asociada de ciencias políticas de la Universidad de Waseda en Tokio, que ha investigado el suicidio. Ueda observó en los sondeos del año pasado que al 40% de los encuestados les preocupaba la presión social si contraían el virus.

"Básicamente no te apoyamos si no eres 'uno de los nuestros'", dijo Ueda. "Y si tienes problemas de salud mental no eres uno de los nuestros".

A los expertos también les preocupa que la sucesión de estrellas de cine y televisión japonesas que se quitaron la vida el año pasado pueda haber impulsado una serie de suicidios por imitación. Después de que Yuko Takeuchi, una actriz popular y premiada, se quitara la vida a fines de septiembre, el número de mujeres que se quitaron la vida al mes siguiente se disparó cerca del 90% en comparación con el año anterior.

Poco después de la muerte de Takeuchi, Nao, de 30 años, empezó a escribir un blog para relatar su lucha de toda la vida con la depresión y los trastornos alimentarios. Escribió con franqueza sobre su intento de suicidio tres años antes.

Esta franqueza sobre los problemas de salud mental sigue siendo relativamente rara en Japón. Los suicidios de las celebridades hicieron que Nao, cuyo apellido se mantiene en secreto a pedido suyo para proteger su privacidad, reflexionara sobre cómo podría haber reaccionado si hubiera llegado al fondo de un pozo emocional durante la pandemia.

Aislamiento

"Cuando estás sola en casa, te sientes muy aislada de la sociedad y esa sensación es muy dolorosa", dijo. "De sólo imaginar que estuviera en esa situación en este momento, creo que el intento de suicidio habría ocurrido mucho antes y creo que probablemente habría tenido éxito".

Hablando de sus desafíos, Nao, que ahora está casada, dijo que quería ayudar a otras personas que pudieran sentirse desesperadas, en especial en un momento en el que tanta gente se aísla de sus amigos y colegas.

"Saber que alguien ha pasado o está pasando por algo parecido a lo tuyo -y saber que alguien busca ayuda profesional para ello y que realmente le ha sido útil- animaría a la gente a hacer algo parecido", dijo Nao, que afirmó que quería contribuir a eliminar los tabúes asociados a las enfermedades mentales en Japón.

Durante la pandemia, las mujeres han perdido el empleo en forma desproporcionada. Foto: Shutterstock

Durante la pandemia, las mujeres han perdido el empleo en forma desproporcionada. Foto: Shutterstock

El marido de Nao veía lo duro que era para ella hacer frente a las largas jornadas de trabajo y la brutal cultura empresaria de la consultora donde se conocieron. Luego, cuando renunció, Nao se sintió a la deriva.

Durante la pandemia, las mujeres han perdido el empleo en forma desproporcionada. Constituyen el grueso de los empleados de los sectores más afectados por las medidas de control de la infección, como los restaurantes, los bares y los hoteles.

Alrededor de la mitad de las mujeres que trabajan tienen empleos a tiempo parcial o por contrato y, cuando la actividad se estancó, las empresas despidieron primero a esos empleados. En los primeros nueve meses del año pasado, 1,44 millones de trabajadores de ese tipo perdieron su empleo, más de la mitad de ellos mujeres.

Aunque Nao dejó su trabajo de consultora voluntariamente para buscar tratamiento psiquiátrico, recuerda que la atormentaba la inseguridad, al no poder pagar el alquiler. Cuando ella y su entonces prometido decidieron acelerar sus planes de boda, su padre la acusó de egoísta.

"Sentí que lo había perdido todo", recuerda.

Esos sentimientos, dijo, desencadenaron la depresión que la llevó a su intento de suicidio. Tras pasar un tiempo en un hospital psiquiátrico y continuar con la medicación, su autoestima mejoró. Encontró un trabajo de cuatro días por semana en la empresa digital de un grupo de revistas y ahora es capaz de gestionar la carga de trabajo.

Otras crisis

En el pasado, las tasas de suicidio en Japón se dispararon en épocas de crisis económica, como tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de la década de 1990 y la recesión mundial de 2008.

Durante esos periodos, fueron los hombres los más afectados por la pérdida del empleo y los que se suicidaron en mayor medida. Históricamente, los suicidios de hombres en Japón superan a los de mujeres en una proporción de por lo menos 2 a 1.

"La desesperación de los hombres aumentó cuando perdieron su trabajo o fortuna", dijo Testuya Matsubayashi, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Osaka que se especializa en epidemiología social.

El año pasado, Matsubayashi observó que en las prefecturas japonesas con las mayores tasas de desempleo, los suicidios de mujeres menores de 40 años fueron los que más se multiplicaron. Más de dos tercios de las mujeres que se suicidaron en 2020 estaban desempleadas.

Entre las mujeres menores de 40 años, los suicidios aumentaron cerca de 25% y, entre las adolescentes, el número de chicas de secundario que se quitaron la vida se duplicó el año pasado.

En el caso de Hashimoto, el miedo a la dependencia económica contribuyó a su sensación de desesperanza.

Incluso cuando el gimnasio donde trabajaba como personal trainer volvió a abrir, no se sintió con la suficiente estabilidad emocional como para regresar. Entonces la invadió la culpa por depender de su novio, tanto emocional como económicamente.

Foto: Shutterstock

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Había conocido a Nozomu Takeda, de 23 años, que trabaja en el sector de la construcción, en el gimnasio, donde él la tenía de personal trainer. Hacía sólo tres meses que salían cuando ella le confió que su depresión se estaba volviendo insostenible.

Como no podía pagar una terapia y sufría graves ataques de ansiedad, dijo que se identificaba con otras personas que "se sentían muy arrinconadas".

Cuando intentó suicidarse, en lo único que pensaba era en liberar a Takeda de la responsabilidad de cuidarla. "Quería quitarle la carga de encima", dijo.

Incluso aquellos que no han perdido su trabajo pueden verse sometidos a un estrés adicional. Antes de la pandemia, trabajar desde la casa era muy raro en Japón. De pronto, las mujeres tuvieron que preocuparse no sólo por complacer a sus jefes a la distancia, sino también por hacer malabarismos con los nuevos protocolos de seguridad e higiene para sus hijos o de proteger a los padres ancianos, más vulnerables al virus.

Las expectativas de destacarse no cambiaron, pero su contacto con los amigos y otras redes de apoyo se redujo.

Aplicación

"Si no pueden reunirse con otras personas ni compartir con ellas sus tensiones, entonces no es para nada sorprendente" que se sientan presionadas o deprimidas, dijo Kumiko Nemoto, profesora de sociología de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto.

Tras haber sobrevivido a su propio intento de suicidio, Hashimoto quiere ayudar a otros a aprender a hablar de sus problemas emocionales y ponerlos en contacto con profesionales.

Takeda dice que aprecia que Hashimoto hable abiertamente de su depresión. "Es el tipo de persona que hace saber lo que necesita y lo que le pasa", dijo. "Así que fue muy fácil para mí apoyarla porque ella expresa lo que necesita".

La pareja ha desarrollado una aplicación, a la que han llamado Bloste (abreviatura de "blow off steam", desahogarse), para poner en contacto a los terapeutas con quienes buscan tratamiento. Hashimoto intenta reunir tanto a profesionales experimentados como a los que están al principio de su carrera, que son más proclives a cobrar honorarios asequibles a los clientes jóvenes.

Con el tiempo, le gustaría formarse como terapeuta, centrándose especialmente en las mujeres.

"El país ha centrado su atención principalmente en el ascenso de las mujeres en la escala profesional y en su bienestar económico", dice Hashimoto. "Pero a mí me gustaría hacer hincapié en la salud mental de las mujeres".

Motoko Rich y Hikari Hida. The New York Times