Pizzi cada vez más comprometido: su Racing, sin identidad ni resultados

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Hay partidos que marcan un rumbo. Que son una bisagra. Para Juan Antonio Pizzi, la derrota por goleada contra River en la Supercopa Argentina puede ser eso. Eso y mucho más.

Porque si los primeros partidos del técnico en la Academia habían generado dudas y enojos por parte de hinchas, jugadores y dirigentes, la final en Santiago del Estero puede recrudecer el malestar.

Pizzi todavía no ganó en Racing. Por la Copa de la Liga Profesional, perdió en su debut contra Banfield y después solo pudo empatar con Aldosivi y Estudiantes. Esta final perdida por paliza, si bien no lo sentencia, lo incomoda: su futuro estará cada vez más supeditado a que el equipo consolide una identidad y consiga resultados. Algo para lo que cada vez hay menos tiempo y paciencia.

Quizás habría que recordar la frase de hace algunos días de Iván Pillud, quien sin querer queriendo mostró la escena en la que se mueven: “Esta semana va influir mucho, es muy importante para nosotros. Seguramente defina el futuro de muchos de nosotros y a lo mejor del técnico también”. ¿El futuro llegó? No. Pero el tiempo en los clubes grandes es cada vez más corto.

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El baile que le dio River a Racing contribuye a pensar que lo que dijo Pillud puede ser cierto. Porque al resultado contundente hay que sumarle la estrategia mezquina y demasiado anunciada que planteó Pizzi para jugar la final: pelotazos a Copetti para que aguantara y que de ahí surgiera alguna jugada de riesgo. Rojas, acaso el futbolista que puede darle algo de vuelo al fútbol de Racing, miraba el partido como si fuera tenis.

La estrategia de Pizzi tuvo una jugada que sintetizó esa idea en el primer tiempo, cuando el duelo estaba 1-0: Copetti pivoteó, se la dio a Chancalay y éste sacó un remate que pegó en el palo. Pudo ser, pero no fue.

Encima, las decisiones del entrenador de Racing lo expusieron. El partido estuvo parejo hasta que Pizzi hizo dos cambios: salieron Nery Domínguez y Rojas, entraron Cvitanich y Piatti. Al minuto, River rompió el partido y empezó a bailar a Racing: en diez minutos le hizo cuatro goles.

Obvio que no todo es responsabilidad de Pizzi. Enfrente estaba el River de Gallardo, que lidera un proyecto que ya lleva siete años y construye identidad a base de resultados y reconversiones. Algo que Pizzi, de alguna manera, debe estar envidiando.

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