El horror y el dolor del genocidio de Ruanda sigue vivo 27 años después

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Las historias sobre genocidios y violencia en África muchas veces parecen ser naturalizadas y algo común. Incluso, por falta de información oficial, sus datos reales se diluyen o se pierden y

terminan siendo solo una pequeña noticia que se pasa por alto.

Pero cuando se puede hablar de los horrores que vivieron o viven sus habitantes, el dolor se vuelve mucho más intenso, tangible y real. A 27 años del genocidio en Ruanda, el recuerdo del horror vuelve a estar a flor de piel.

Aún hoy, a más de un cuarto de siglo del genocidio hay datos que todavía no son certeros y que probablemente cueste mucho (o que sea casi imposible) conocer con total precisión.

Se cree que entre 500 mil y un millón de personas fueron asesinadas y se calcula que entre 250 mil a 500 mil mujeres fueron violadas.

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Lo cierto es que este genocidio que tuvo lugar entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994 fue el intento de exterminio de la población tutsi, a manos del gobierno hegemónico de la etnia hutu, en Ruanda. Y se estima que fueron asesinados el 70% de los tutsis.

Imágenes de chicos asesinados durante el genocidio de 1994 en Ruanda, en el Memorial de la capital, Kigali. Foto: EFE

Imágenes de chicos asesinados durante el genocidio de 1994 en Ruanda, en el Memorial de la capital, Kigali. Foto: EFE

La responsabilidad de los ataques aún hoy es controvertida y se presume que pudieron estar en manos de un grupo rebelde tutsi, del Frente Patriótico Ruandés (RPF) o también de los extremistas del “Poder Hutu”, que se oponían a negociar con el RPF.

¿Cómo se inició todo?

Los asesinatos masivos de la población tutsi por parte de los hutus comenzaron tras el atentado del 6 de abril de 1994 contra el presidente ruandés Juvénal Habyarimana y el presidente de Burundi Cyprien Ntaryamira, ambos hutu.

Murieron juntos, cuando el avión en el que viajaban fue derribado con dos misiles lanzados desde la tierra el avión donde viajaban.

Pero para entender mejor las motivaciones que llevaron a este genocidio, se debe retroceder en el tiempo e ir hasta la época en la que Ruanda estaba sometida al poder colonial de Bélgica.

Mapa y cronología, con cifras clave, sobre el genocidio de 1994 en Ruanda. / AFP

Mapa y cronología, con cifras clave, sobre el genocidio de 1994 en Ruanda. / AFP

Racismo histórico

Sobre este punto es importante entender cómo estaba formada la sociedad ruandesa y las motivaciones que hicieron posibles estos trágicos sucesos.

Ruanda estuvo bajo el poder colonial de Bélgica a partir del Siglo XIX y fueron los europeos quienes establecieron un sistema social racista, organizando la sociedad en castas.

Esto lo lograron a partir de una antigua distinción dentro de la etnia banyarruanda, del pueblo bantú, a la que pertenece casi toda la población. Pero dentro de ella no existía ningún rasgo étnico ni lingüístico específico que las diferenciara.

Así fue cómo la minoría tutsi (apenas un 15% de la población) se estableció como casta dominante y la mayoría hutu (85% restante) como casta subordinada, y fue sometida incluso a regímenes de trabajo forzado. Todo esto llevó a una escalada del odio y las distancias sociales dentro de la población de Ruanda.

Fue previo a la independencia y durante el dominio belga en este país africano que las instituciones estuvieron dominadas por los europeos en alianza con la minoría tutsi.

Cráneos de algunas de las personas asesinadas en el genocidio de Ruanda, en el museo que los recuerda en la capital de ese país. Foto: AP

Cráneos de algunas de las personas asesinadas en el genocidio de Ruanda, en el museo que los recuerda en la capital de ese país. Foto: AP

En 1961 Ruanda declaró su independencia y abolió la monarquía, constituyendo una república. Esto facilitó el predominio de la mayoría hutu hasta 1994, donde tras el genocidio, ambas castas fueron oficialmente eliminadas.

Cien días de masacres

Fue uno de los genocidios más crueles del Siglo XX después de la Segunda Guerra Mundial. La violencia sexual fue también atroz.

Según la Organización de la Naciones Unidas (ONU) en Ruanda en 1994 vivían aproximadamente 7 millones de personas, divididas en tres grupos étnicos: la mayoría hutu y las minorías tutsi y twa.

Cuando Bélgica se hizo del poder en Ruanda otorgó beneficios a la minoría tutsi por considerar que ellos eran los más parecidos racialmente a los europeos, dándoles mejores empleos y el control del país, compartido con la corona belga.

Tras el atentado a los presidentes de Ruanda y Burundi, inmediatamente se culpó a los tutsis rebeldes de haberlo llevado a cabo y por las emisoras de radio locales se instó a la masacre que finalmente ocurriría.

Al día siguiente, el 7 de abril de 1994, la primera ministra Agathe Uwilingiyimana y soldados belgas de la ONU fueron asesinados por las fuerzas del gobierno.

Esto llevó a que Bélgica y otros países retiraran sus tropas del país, dejando el camino libre para la masacre. También la iglesia católica y la ONU fueron cuestionadas durante esos días por lo que se cree mantuvieron una postura pasiva o cómplice antes las matanzas, al no intervenir.

Las muertes tuvieron lugar en toda Ruanda durante este tiempo. La mayoría hutu tenía armas muy precarias, como machetes, pero esto no les impidió llevar a cabo el genocidio.

Chicos refugiados de ruanda ruegan a soldados del vecino Zaire permitan cruzar el puente para encontrar a sus madres, en una imagen de 1994. Foto: AP

Chicos refugiados de ruanda ruegan a soldados del vecino Zaire permitan cruzar el puente para encontrar a sus madres, en una imagen de 1994. Foto: AP

Operación humanitaria

Fue recién para el día 22 de junio, dos meses y medio después de iniciados los asesinatos, que el Consejo de Seguridad autorizó a las fuerzas francesas a enviar una misión humanitaria llamada Operación Turquesa, que estaría encargada de salvar a cientos de civiles en el suroeste de Ruanda.

Pero las matanzas no cesaron hasta bien entrado julio de 1994, cuando el FPR tomó el control militar de todo el país.

Matanzas anteriores en Ruanda

Aunque fue la más grave, la de 1994 no fue la única matanza que tuvo lugar en este país africano enclavado en la región de los Grandes Lagos del continente.

Tras la Primera Guerra Mundial y la posterior y paulatina descolonización de África por parte de los europeos, a mediados de la década de 1950 comenzaron las hostilidades más notorias entre los hutus y los tutsis. Ya para el año 1959 cientos de tutsis habían sido asesinados.

Cuando Ruanda se independizó de Bélgica en 1961, miles de tutsis pidieron asilo en países vecinos. Y desde allí comenzaron a organizarse y prepararon ataques contra los hutus y el gobierno de turno, asesinando a miles de civiles y originando gran cantidad de refugiados.

Para finales de la década de 1980 casi medio millón de ruandeses estaban refugiados en países vecinos, como Uganda, Burundi, Zaire y Tanzania. Y fue para 1988 que se funda en Uganda el FPR, formado principalmente por tutsis exiliados que habían participado en la resistencia.

En 1990 el FPR lanza el mayor ataque (hasta ese momento) a Ruanda desde Uganda. Y los tutsis que vivían en Ruanda fueron considerados traidores.

Ruanda hoy

Este país africano hoy está gobernado por el presidente Paul Kagame, de origen y vinculación con la aristocracia tutsi, aunque él enfatiza que se considera a sí mismo como ruandés antes que tutsi. Kagame está en el poder desde marzo del año 2000.

Resabios del genocidio aún quedan en la sociedad ruandesa 27 años después.

Si bien la gran pobreza que azotó al país tras el genocidio en parte se vio superada, la reconciliación entre ambas etnias aún está muy lejos de lograrse. Por ejemplo, hay un fuerte rechazo a los casamientos entre tutsis y hutus.

Todavía sobrevuela en Ruanda el sentimiento de las etnias, antes que la nacionalidad en sí ruandesa.

Actualmente Kigali muestra una fachada renovada, con edificios modernos y lujosos, pero a tan solo 10 minutos de la ciudad la pobreza estructural se hace sentir y muchos ruandeses deben ganarse la comida día tras día, sin poder a veces lograrlo. Y muchos ruandeses apenas poseen una pequeña parcela de tierra que no les es suficiente para trabajar y alimentar a sus familias.

La salud y educación aún son problemas muy graves en la Ruanda de hoy. Y muchos ruandeses se ven obligados a trabajar por 700 francos por jornada, el equivalente a un dólar y 27 centavos por día.

El genocidio, 27 años después, es un tema tabú y hasta un delito hablar de divisiones étnicas en Ruanda y ya desde 2003, tras un referendo, se prohibió a los partidos políticos identificarse con una raza, etnia, clan, tribu, sexo o religión.

Fuente: AFP y Clarín

CB