La muerte en vano de George Floyd: alerta por el fracaso de las reformas policiales contra el racismo en Estados Unidos

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Las escenas de guerrilla urbana, con refriegas entre uniformados y manifestantes por la brutalidad policial contra los negros –en las que hay incendios, saqueos, gases lacrimógenos–, vuelven a iluminar la larga

noche americana.

Ahora se producen en Brooklyn Center, ciudad del área metropolitana de Minneapolis donde el pasado 25 de mayo falleció George Floyd. Su óbito se vio como un hito, un punto de inflexión en la lucha contra el racismo. El domingo murió Daunte Wright, de 20 años, parado con cualquier excusa al circular con su coche.

La agente Kim Potter, blanca de 48 años, con 26 de veteranía, confundió su Taser (pistola de electrochoque) con la de verdad. sostuvo el jefe de la policía de la localidad, Tim Gannon. Le pegó a Wright un tiro en el pecho. Potter, apartada de sus obligaciones, presentó este martes la renuncia. No se va sola, el jefe Gannon también anunció su marcha.

En su carta de despedida, Potter afirmó amar su trabajo, pero que tomó su decisión “en el mejor interés de la comunidad, el departamento y sus compañeros”. El alcalde, el afroamericano Mike Elliot, había exigido su despido fulminante. “No podemos permitirnos errores que llevan a la pérdida de vidas. El que mata a otro debe rendir cuentas”, subrayó.

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Kim Potter, la oficial de policía. Foto AFP

Kim Potter, la oficial de policía. Foto AFP

Aunque existen antecedentes, el error de la confusión de armas ha causado perplejidad e incrementado la ira ciudadana. “He tenido una pistola en mi mano y otra eléctrica, ¿cómo es posible no diferenciar un gatillo del otro?”, dijo una manifestante.

El gobernador de Minnesota, el demócrata Tim Walz, se expresó colérico al reclamar que los legisladores estatales aprueben la reforma para regular la actuación de la policía, que languidece desde mediados del 2020.

“Nuestro momento quedó más que claro en mayo, allí estaba nuestra oportunidad, pero, en medio del juicio en el que el mundo nos está mirando, se repite la situación”, lamentó. Precisamente estos días la vista oral contra Derek Chauvin, el policía blanco que presionó con la rodilla el cuello de Floyd casi diez minutos, se halla en su tercera semana.

El último suspiro de Floyd, grabado en un vídeo visto como un linchamiento, provocó la mayor protesta en la ciudad de Minnesota y en las grandes ciudades desde la década de los sesenta.

Black Lives Matter capitalizó un movimiento que se equiparó al de los derechos civiles que lideró el reverendo Martin Luther King. Hubo numerosas peticiones de dotar con menos fondos a los cuerpos policiales y un sinfín de promesas de emprender iniciativas, como la mejora del entrenamiento de los agentes o la educación en técnicas de desescalada, para evitar situaciones que propiciaran otros casos Floyd.

Se habló de un antes y un después. Todo sigue igual, según se desprende de los últimos acontecimientos. Cualquiera sabe que en Estados Unidos existe un riesgo si un uniformado hace bajar del coche al conductor. Pero también resulta incuestionable que, si se trata de negros o marrones, “hay más pavor, miedo y peligro”, señaló el editorial de este martes del The Washington Post .

Después de Floyd aún salen a la luz otros vídeos como ese en el que a Caron Nazario, militar negro e hispano, vestido con su uniforme, le obligaron a salir de su vehículo en Windsor (Virginia). Dos agentes “no vieron” que llevaba matrícula provisional.

Lo sacaron a punta de pistola y rociado en la cara con gas pimienta, previo a ser tumbado en el suelo y esposado. Le hicieron sentir pánico y le aconsejaron guardar silencio sobre lo ocurrido (no hubo cargo alguno) o peligraba su carrera en el Ejército.

El país vio atónito esa intervención, en la que la víctima mantuvo la corrección en todo momento, mientras los policías hacían una demostración de matonismo.

Todavía se comentaba este asunto el domingo cuando surgió la muerte de Wright. Otro alto en el asfalto. Esta vez porque le había caducado el registro de circulación del coche. Luego vieron que tenía una orden de arresto por cosas menores.

Floyd murió por un billete falso de 20 dólares y Wright por una pegatina que muchos no han podido renovar debido a la pandemia. La práctica policial del perfil racial se impone otra vez.

“He perdido a mi hijo, no volverá”, declaró este martes Aubrey Wright, padre de Daunte. “¿Un error? No puedo aceptar eso, quiero que se haga justicia”. Eso mismo pidió la familia Floyd. Y existe un miedo creciente de que una absolución de Chauvin provoque un incendio nacional.

La Vanguardia