De principio a fin

Deportes
Lectura

Si algo debe recordarse de Boca anoche ante Atlético Tucumán son los primeros 15 minutos. Fueron perfectos en todo sentido. Primero porque en ese rato ya estaba 2-0 (tantos de Medina

y Villa). Segundo porque los dos goles fueron consecuencia de asociaciones de pelota, de pases filtrados y definiciones precisas. Tercero, porque el equipo funcionó desde el inicio hasta el final: salía de abajo, tenía en Almendra el nexo entre defensa y ataque y los delanteros desequilibraban.

Digamos que ese tiempo alcanzó para compensar lo que vino después. Porque Atlético Tucumán de a poco fue acomodándose en el campo de juego, y porque descontó en su primera aproximación al arco de Luchetti (rebote de Heredia luego de un tiro hermoso de Toledo que pegó en el travesaño). Sin embargo, la cercanía en el resultado no era un reflejo de lo que sucedía en la cancha.

El dato negativo para el equipo de Miguel Ángel Russo no provino del juego, sino de la lesión de Mauro Zárate en el primer tiempo, un jugador que por diferentes razones no puede consolidarse cada vez que empieza como titular en un partido.

En el segundo tiempo, Boca empezó casi igual que en el primero. Dominó la pelota, corrió sus líneas 30 metros hacia adelante y llegó con claridad. El trinomio Medina-Almendra-Varela funcionó como un reloj. Hubo despliegue, sacrificio, control y dominio de pelota. Todo ayudado porque Atlético Tucumán se quedó sin Erbes y debió estar en desventaja numérica en los últimos 30 minutos.

BANER MTV 1

Pero esa superioridad basada en el mediocampo, a diferencia de lo sucedido en la etapa inicial, no tuvo su correlato de efectividad en el ataque: Tevez tuvo dos mano a mano –en el primero, incluso, eludió al arquero y luego demoró mucho– que no pudo convertir en goles.

Digamos que esas situaciones que desperdició Tevez le dieron algo más de suspenso al final del partido. Porque Atlético Tucumán, aunque casi no llegó, amagaba con la sorpresa. Y Boca, aunque lo defendió, lo mereció y también lo congeló, sentía el miedo lógico por algún avance aislado. Un miedo que se disipó por completo en el último minuto de descuento, cuando Soldano tomó un rebote y selló el 3-1.